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YO-YO


EL SUJETO MELANCÓLICO

Daniela Aparicio

“Hoy, se impone el narcisismo y la afirmación del yo, de un yo sin faltas ni pérdidas, todo. En esta afirmación y de su “autoestima” -eso se escucha ad nauseam- se vuelcan hoy un sector de la Psiquiatria y el Conductismo en pleno. Es la Clínica del Narcisismo. Es hora de salir al encuentro de esos “tratamientos” demoledores del sujeto con argumentos válidos de nuestra clínica. En la clínica observamos que los ataques de ansiedad o de pánico vienen a delatar el fracaso de este intento de implantar una prótesis de completud fallida. Aparentemente, asistimos al triunfo del YO y de la imagen que ofrece la fascinacion en el espejo. Esta operación reduce el sujeto a un objeto alienado al Otro en el espacio especular (La Cosa freudiana J. Lacan) Es lo que Jacques-Alain Miller llamaba en “Donc” la “locura fálica del yo”. El narcisismo determina las formas de goce para un sujeto que se defiende con su imagen como si esta fuera el soporte de su identidad, este mismo sujeto es el que se defiende del inconsciente. Este sujeto, o lo que queda de él, es el que llega a nuestra consulta.
Voy a tomar el fragmento de un caso de melancolía(paciente con una anorexia-bulimia) para ilustrar los estragos de un “tratamiento” conductista, que es reconducido en el análisis. El análisis y la transferencia introducen una duda en su certeza, y unos efectos de sujeto, de un nuevo sujeto que no es el objeto del desecho y del maltrato. El sujeto se constituye en el Otro. El sujeto se constituye también en el Otro del analista, que da otro valor a sus palabras y la importancia que esas tienen para su existencia.
Asimismo, reflexiono sobre la melancolización del sujeto actual ensombrecido por el objeto, que no acaba de hacer su propio duelo…”

Solicitar texto completo al autor: daniela@copc.es
Nota: Daniela tiene también otros artículos titulados: “Hystoria o función de la falta” y “La histeria, pasión de vacío”.

Cuestiones éticas del psicoanálisis


DE DANIELA A ISABEL

Querida Isabel Nuñez,

Los psicoanalistas somos profesionales que ejercen su ética en la consulta propia y brillan por su ausencia en los medios públicos. Quizas por eso invitamos a los escritores para que puedan decirlo mejor.

Curiosa profesion la nuestra, dónde uno profesa su falta y la asume hasta sus últimas consecuencias. Curiosa y molesta profesión la del psicoanalista en tiempos totalitarios.

Y sin embargo, comparto tu acicate Isabel, el psicoanalista puede, incluso debe, decir algo de su experiencia y de su saber para poner un limite al desorden y al desvarío, por lo menos intentarlo, un limite al desbordamiento general de una hemoragia que nos deshumaniza a marchas forzadas.

La banalidad del mal, nuevamente, Hanna Arendt lo decía en su dia acerca del Nazismo y tuvo que soportar duras críticas por ello. La banalidad del mal, esta es la lógica que predomina hoy. A saber: si el mandato psiquiátrico dictamina la receta infantil hay que acatarlo, sin más.

Porqué les vamos a quitar a nuestros niños aquello que toman sus padres, que toma regularmente media humanidad de adultos, como droga de la felicidad.

¿Ademas, qué les vamos a dar a cambio?
Adjunto un parrafo de un trabajo mio, publicado:

“Para algunas terapias el sujeto no existe. Existe el mandato del “traga y calla”. No hay Historia, no hay memoria que situe al sujeto en sus vínculos y en sus coordenadas simbólicas. ¿Cuál es su inscripción? Ninguna. Se actua sobre un sujeto anónimo, sobre su cuerpo que deviene un saco que se llena o se vacía. Reducir a los pacientes a una ecuación biológca y tratarlos como tales es decapitarlos, literalmente.

Es un acto de violencia en la infancia y en la adultez tambien. Cuando esto es concebido así, cuando una madre o un médico contemplan la cuestion como un “traga y calla”, no duden que allí está la clave de esta patología y de su gravedad y cronificación, puesto que atenta a la esencia misma del ser hablante. Refleja asimismo, una concepción muy concreta del sujeto que es colocado en un lugar de objeto pasivo del Otro.

Hay tratamientos que apuntan a la segregación del Mal. Si el fármaco puede reducirlo es porque está siempre fuera del sujeto que lo padece y hay que liquidarlo. No hay introspección ni autocrítica. El sujeto deviene un ser infantil e irresponsable, una victima inocente que no podrá tomar partido en su cura, o en su vida.

Nuestro trabajo como analistas apunta sobre todo a contrarrestar y subjetivar este empuje generalizado y paranoide que pretende siempre situar la causa fuera del sujeto. Esta es la apuesta y la ética del psicoanalisis.”

Esas cosas las vengo escribiendo desde hace años, muchos colegas tambien lo hacen.
¿Cuál es su alcance?
Cómo introducir un poco de seny en tanto desvarío.
La cretinez galopnte y la aceleracion global hacen su trabajo y quien los detiene, dime tu querida Isabel?
Saludos cordiales

Daniela Aparicio