LAS OTRAS LECTURAS DE FREUD.
Carlos Rey
“Hay que llevar verdaderamente el caos
dentro de sí para poder engendrar una
estrella danzarina”
(Zarathustra)
Hay lecturas que dejan huella, como por ejemplo la lectura, análisis e interpretación por Sigmund Freud de Edipo de Sófocles. De los más de cuatrocientos términos y de los noventa conceptos estrictamente freudianos, es precisamente el complejo de Edipo el concepto central, el corazón del cuerpo teórico del método de investigación y análisis psicológico, por él creado. Concepto que mantuvo vigente de principio a fin, cuando ya no tenía abuela: “Creo que tengo derecho a pensar que si el psicoanálisis sólo tuviera en su activo más que el descubrimiento del complejo de Edipo reprimido, esto bastaría para ubicarlo entre las nuevas adquisiciones preciosas del género humano.”
Como suele ocurrir que una lectura remite a otras muchas lecturas, la segunda lectura capital para Freud fue Hamlet de Shakespeare. Así se lo escribe a su amigo y médico alemán Wihelm Fliess: “Una idea me ha cruzado por la mente, la de que el conflicto edípico puesto en escena en el Oedipus Rex de Sófocles podría estar también en el corazón de Hamlet. No creo en una intención consciente de Shakespeare, sino más bien que un acontecimiento real impulsó al poeta a escribir ese drama, y que su propio inconsciente le permitió comprender el inconsciente de su héroe.” Y como no hay dos sin tres, este tríptico lo completa la novela de Fedor Dostoievski, Los hermanos Karamazov. “Por lo que al escritor se refiere –dice Freud- no hay lugar a dudas, tiene su puesto poco detrás de Shakespeare. Los hermanos Karamazov es la novela más acabada que jamás se haya escrito.” Si en Edipo rey descubre lo universal del inconsciente disfrazado de destino, en Hamlet será la inhibición culpable y en Los hermanos Karamazv el deseo parricida.
La consecuencia de la presión que ejerce sobre el ser humano el complejo de Edipo sería una particular subjetividad trufada de tensiones y la necesidad de narrar, de relatar, de dotarse el humano de otra historia diferente de la real. Una diferente ascendencia, otra familia, unos padres distintos a los de la filiación, por ejemplo; y en general, la necesidad de ficcionar nuestra realidad para comprehenderla. Por nuestra cultura judeo-cristiana somos hijos de la parábola. (¿Los nuestros serán los hijos de la parabólica?). A ese relato como recurso para atenuar el peso de la prohibición del incesto, Freud lo llamó, curiosamente, La novela familiar del neurótico. ¿Qué relación existe entre éste tipo de narración oral y lo que se relata en la novela como género literario? De entrada se puede decir que comparten el mismo origen pero que toman distintos itinerarios para llegar a un mismo fin: la simbolización. El como si… imaginario, tanto en literatura como para el psicoanálisis, aspira a la representación metafórica. Una buena diferencia encontrada entre la novela como género literario y La novela… del psicoanálisis, es la que nos ofrece la escritora francesa Annie Ernaux. ”No deseo escribir ningún relato, pues eso significaría crear una realidad en lugar de buscarla.” Y otra gran diferencia, la que establece con la escritura plana, descriptiva, o conocida como literatura del yo. “Y tampoco quiero limitarme a reunir y a transcribir las imágenes que conservo en la memoria, sino tratarlas como documentos que se aclararán los unos a los otros al estudiarlos desde diferentes ángulos (Elaborar). Ser, en pocas palabras, etnóloga de mí misma”. Otros escritores como Cesar Antonio Molina, al escribir sus memorias nos aclara que son “memorias de ficción”. “Es la novela de mi memoria, porque para contar cosas de la propia vida hay que hacerlo desde la ficción.”
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