Neri Daurella, psicoanalista: «Siempre he pensado que la verdad no se encuentra en una sola disciplina.»

La obra y el legado de Michael Balint (Budapest, 1896 – Londres, 1970) son sobradamente conocidos en el mundo anglosajón, pero tal vez menos en los paises latinos y en Sudamérica. Neri Daurella de Nadal, psicòloga y psicoanalista, miembro de la SEP-IPA y de la IARPP, es una de las introductoras de los Grupos Balint en Catalunya y España. Acaba de publicar Falla básica y relación terapéutica. La aportación de Michael Balint a la concepción relacional del Psicoanálisis,,  motivo por el cual la entrevistamos para La Casa de la Paraula.

Entrevista realizada por Magne Fdez-Marbanneri

Inicialmente, Balint se dirigía a los médicos. Según Balint, ¿qué caracteriza la labor de un médico?

Para Balint el médico es una persona que se encuentra con los pacientes cuando estos manifiestan alguna sintomatología derivada de su falla bàsica. El médico disfruta de una situación privilegiada, no para curar la falla bàsica, sino para evitar que se convierta en una enfermedad organizada. Si realiza un abordaje exclusivamente centrado en lo somático, objetivo y distanciado, ayuda poco al paciente y puede contribuir a cronificar la enfermedad

 En su libro explica que conoció Balint mediante Francesc Gomà, catedrático de Filosofía en la Universidad de Barcelona. En la Barcelona de los años sesenta, ¿era habitual que un filósofo se interesara por el psicoanálisis?.

Primero me licencié en Filosofía y luego en Psicología porque en aquellos años ni tan sólo existían los estudios de psicología. Más tarde hice la especialidad de Psicología Clínica en la escuela vinculada a la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Allí me propusieron dar clases de psicología médica a los alumnos de segundo curso de Medicina. Cuando me decidí a hacer la tesis de licenciatura, pensé en uno de los dos profesores que más me habían interesado durante los estudios de Filosofía y Letras. Uno de ellos era José María Valverde, pero cuando el franquismo expulsó a Aranguren de su cátedra de ética en la Universidad de Madrid, Valverde, a su vez catedrático de ética en Barcelona, decidió abandonar la Universidad como acto de protesta tras decir aquella famosa frase de nulla estetica sine etica. El otro era Francesc Gomà. Sabía de su interès por la psicología y el psicoanálisis (incluso había escrito un libro de divulgación: Conocer a Freud) y pensé que me podia aconsejar un tema que combinase mis intereses: dar clases en la Facultad de Medicina de Barcelona y el psicoanálisis, con un tema que fuera admitido en filosofía. Francesc Gomá me señaló que Balint combinaba esos aspectos. Y me parece interesante que me informase de ello una persona ajena al mundo profesional del psicoanálisis ya que en el Instituto de Psicoanálisis no se hablaba demasiado de Balint, ni de Ferenczi, ni tampoco de la escuela húngara de psicoanálisis. Tuvo que ser un filosofo culto e interesado por el psicoanálisis quien me lo permitiera conocer.

 ¿Qué sensación le produjo la lectura de Balint?

Para mi fue un descubrimiento. La vida de Balint me pareció la historia de un superviviente de épocas sumamente difíciles y que supo encontrar su camino sin hacer ningún estropicio ni perder su visión de cómo deben ser las cosas. Y esta característica de ser un superviviente en el buen sentido de la palabra, no en el de los supervivientes que hacen cosas indignas, sino en el de quienes siguen su camino y conservan aquello que en su momento no pudo ser aceptado, convencidos de que más adelante será reconocido tal como ha pasado en el caso de Sandor Ferenczi.

 ¿Qué importancia le atribuye a Ferenczi?

Ferenczi viene a ser el padre del psicoanálisis moderno, pero sucedió un fenómeno que debería hacernos pensar y es que entre 1933 y 1985, momento en que se publica su diario clínico y la correspondencia con Sigmund Freud, es un personaje desaparecido de los institutos de formación psicoanalítica. Mal visto porque Ernst Jones en su biografía de Freud da a entender que es psicótico, según una manera de hacer que Erich Fromm criticaba en el mundo psicoanalítico: descalificar al disidente con el argumento de que no estaba bien de la cabeza, igual que en la época estalinista: a quien no marcaba el paso se le consideraba traidor. Aquí no son traidores, son locos. Balint mantiene el interés por Ferenczi cuando nadie lo hacía. Fue una persona fiel a sus convicciones y transmitió el legado de Ferenzci a las generaciones posteriores.

 En su libro Falla básica y relación terapéutica menciona el texto de Ferenczi La confusión de lenguas entre adulto y niño, donde teoriza sobre el trauma de manera muy diferente a Freud. ¿Cree que se trata de una diferencia sustancial?

Creo que entre Freud y Ferenczi se produjo un gran malentendido. Cuando Ferenczi escribe La confusión de lenguas, Freud intenta impedir que lo presente en el congreso de Wiesbaden porque considera el texto un retroceso, ya que niega la importancia de la fantasía, del Edipo, etc. Freud no supo ver que en realidad era una ampliación del concepto de trauma, porque ya no era como en los tiempos en que Freud pensaba que las histéricas explicaban literalmente lo que había pasado. Para Ferenczi, el trauma aparece cuando los padres no se hacen cargo de lo que Falla basica y relacion terapeutica_Cubiertarealmente necesita un niño e imponen sus necesidades y sus pasiones sobre unos niños que aun están por hacer y que necesitan una atención cuidadosa por parte de los padres. Freud, en cambio, lo consideró un retroceso porque creyó que se eliminaría la importancia del papel de la fantasía. El trauma es un fenómeno en dos fases: primero el niño recibe una estimulación excesiva o insuficiente. Y en una segunda fase se produce el desmentido: cuando va a buscar consuelo, sigue al mismo adulto que le ha provocado el trauma, o a otro distinto, y el adulto minimiza su percepción, le hace “luz de gas”. La principal consecuencia del trauma es que hace dudar al niño de sus percepciones. Cuando este niño crece y acude al psicoanalista, éste debe tenir muy presentes estos aspectos y pensar que también puede retraumatizar si impone interpretaciones demasiado intrusivas, si no deja que surja su mundo interno, en buena medida inconsciente, a un ritmo que pueda aceptar.

 Entonces, ¿la diferencia entre psicoanálisis freudiano y psicoanálisis relacional cual sería?

El psicoanálisis relacional actual tiene sus orígenes en Sandor Ferenczi y valora más la experiencia de la relación paciente-analista o analizante-analista, el clima en el que se da esta relación, que da la seguridad al paciente de que puede confiar un poco más en lo que proviene del otro para poderse abrir, que no en la exactitud del contenido de las interpretaciones. Un análisis donde los aspectos intelectuales no tienen tanto peso como los afectivos y que permite que el paciente haga otro tipo de experiencia, diferente de la que vivió en su infancia. Para resumir, lo que Franz Alexander, que también era húngaro, denominaba “experiencia emocional correctiva”. Más tarde, un psicoanalista relacional contemporáneo, Phillip Bromberg, a quien cito en mi libro, dice que lo que tienen en común los psicoanalistas relacionales es “la convición de que el proceso de ampliar la experiencia de sí mismo en un paciente no se basa en verdades establecidas sino en la realidad de dos seres humanos co-creando lo que hacen juntos con una capacidad de espontaneidad cada vez mayor.

 Usted estudió filosofía ¿qué la llevó a interesarse por el psicoanálisis?

También yo hice un proceso. Al comienzo intentaba entender el mundo intelectualmente, haciendo filosofía pura hasta que me dí cuenta de que así no solucionaba mis dificultades y necesitaba buscar una ayuda personal. Por tanto, empecé a psicoanalizarme por razones personales. Llegué al análisis tras pasar por una experiencia muy impactante en la Escuela de Psicología Clínica del Hospital Clínico de Barcelona, una suerte de PIR actual. Presencié cómo se trataba a los pacientes en los años 70, ya que hice las prácticas en el Servicio de Psicofisiología del Hospital Clínico.  El abordaje era muy conductista, era un enfoque que planteaba modificar las conductas directamente sin tener en  cuenta el conjunto de la persona. Por poner un ejemplo: en cuestiones relativas a la sexualidad, ví como se aplicaban técnicas aversivas con la pretensión de “cambiar el gusto” a los homosexuales que lo pedían, o técnicas Master y Johnson en los casos de disfunciones sexuales. Durante las prácticas me enseñaban a aplicar técnicas de condicionamiento para homosexuales que consistían en mostrarles fotografías de hombres desnudos y a la vez hacerles recibir descargas de corriente farádicas, que desaparecían cuando se les mostraban fotos de mujeres. Yo era muy crítica y a la vez veía que en otros psicólogos en prácticas se daba una suerte de conformidad tipo Milgram. La suerte fue que un psicoanalista, Luis Feduchi, creó un espacio de reflexión para los psiquiatras y los psicólogos del Hospital Clínico, una suerte de espacio Balint donde podías comentar tus dificultades con los pacientes. Le expliqué que aquello no me convencía y él me preguntó qué me decía el jefe de mi unidad cuando fallaban las técnicas que nos habían enseñado: “pues nos sugiere que hagamos un poco de psicoterapia”. ¿Y eso qué quiere decir? “Pues escuchar al paciente y darle algunos consejos de sentido común”. Entonces él me explicó que había lugares donde se preparaba a los profesionales para hacer psicoterapia y me aclaró que existía la formación de psicoanalista. Aún recuerdo que me dijo: ”Es como si el jefe de Servicio os dijera: este paciente necesita cirugía cardíaca, háganla ustedes mismos, sin formación, sin instrumentos, sin ayuda…”

 ¿Ya había empezado su análisis?

Hice un primer análisis por temas personales, sin intención de formarme como psicoanalista, y más tarde decidí formarme. Mi primera experiència de análisis personal fue con una psicoanalista argentina pero cuando llevaba tres años en análisis, tuvo que volver a su país.

¿Cómo empezó el análisis didáctico?

Al irse mi analista, decidí hacer un segundo análisis ya en el Institut de Psicoanàlisi de Barcelona, con la intención de hacer una formación acreditada por la IPA. Mi segundo análisis fue didáctico. A nivel personal, ambos análisis fueron muy enriquecedores. Llegué a la institución psicoanalítica con una posición mucho más crítica de la que acostumbran a tener los profesionales  jóvenes,  porque no tenia idealizado el psicoanálisis, sino que más bien había oído muchas críticas hacia la IPA. Pero había vivido una buena experiencia con Luis Feduchi y con mi primera analista, ambos miembros de la IPA. Además, haber estudiado Balint a fondo me permitió poner las cosas en perspectiva ya que él había vivido muchos conflictos en el mundo psicoanalítico: el malentendido Freud-Ferenczi, las expulsiones de Jung y Adler… Posteriormente, al llegar a Londres, la denigración de Ferenczi por parte de Ernest Jones o las luchas entre los partidarios de Anna Freud y Melanie Klein en el seno de la Sociedad Británica de Psicoanálisis que se recondujeron con las famosas Controversial  discussions en los años 40. Balint adoptó una posición independiente, como Winnicott, Fairbairn y Bowlby entre otros, pero nunca abandonó la Sociedad Británica, incluso fue su presidente el último año de su vida. Los dos artículos más críticos que he leído sobre la formación dentro de la Sociedad son de él. Es muy crítico, pero hace la crítica desde dentro y yo me identifico bastante con este estilo de hacer la crítica desde dentro.

 ¿Tras su estancia en el Centro de Higiene Mental de Les Corts en Barcelona, qué camino siguió?

Tenía que compaginar demasiadas actividades y preferí centrarme en la docencia en la Facultad de Medicina por un lado, en mi consulta privada y en la pública haciendo grupos. También daba clases sobre Balint en la Fundació Vidal i Barraquer. He preferido hacer la docencia fuera de la Sociedad de Psicoanálisis. Soy miembro asociado de la Sociedad, pero no soy didacta. No me gusta entrar en este sistema y actualmente somos bastantes los que creemos que se debería eliminar la categoria de didacta porque no es demasiado compatible con la libertad de pensamiento que promueve el psicoanálisis.

 ¿Cómo empezó a dar clases en el Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona?

Porque pensaban que no era crítica con la línea que allí se seguia. Durante 28 años he sido profesora asociada en la Facultad, pero nunca he tenido plaza titular, por tanto cada dos años me renovaban el contrato. Y creo que si les hubiera molestado en exceso me hubieran sacado, pero tal vez me identifico con ese Balint superviviente que permite decir lo que uno piensa de manera que el otro lo puede encajar sin vivirlo como un choque frontal. Y siempre he pensado que la verdad no se encuentra en una sola disciplina. Para poder entender las cosas es conveniente estar informado de lo que se piensa en distintos lugares, y aunque yo fuí crítica con el conductismo experimental, las neurociencias siempre me han interesado, al igual que buscar los puntos de contacto para aprender. Al fin y al cabo, Freud ya decía que las pulsiones eran su mitología y no estaba en contra del desarrollo de la neurociencia. Yo siempre he tenido una oreja en cada lado, de manera que en el año 1987 traduje y prologué un libro de Erdelyi: El psicoanálisis, la psicologia cognitiva de Freud. En el prólogo decía que en el mundo de la psicología nos encontramos con dos corrientes enfrentadas: el mundo del psicoanálisis y el mundo del conductismo radical. Pero actualment, los conductistas se transforman en cognitivistas y a los psicoanalistas les preocupa mucho más el mundo interno y no tanto la interacción, se preocupan más por la influencia del mundo externo en tanto se preocupan por el trauma. Son dos continentes que empiezan a moverse en una dirección que parece que les aproxima y Erdelyi dice: si decimos cosas que ya decía Freud, lo deberíamos reconocer en vez de proseguir la batalla. Fue eso lo que me indujo a traducir el libro.

 ¿Su interés por los supervivientes guarda alguna relación con su historia familiar?

Tal vez con la historia familiar y tal vez con la época en que nací. Nací la misma semana en que lanzaron la bomba de Hiroshima al final de la II Guerra Mundial,  seis años despues de nuestra Guerra Civil. Siempre me ha interesado la historia de quienes vivían en épocas convulsas y pese a todo encuentran su camino en ambientes difíciles.

 Dio clases en el Hospital Clínico de Barcelona durante 28 años

Y conseguí impartir una assignatura optativa de tercer curso durante ocho años que se llamaba “Introducción al psicoanálisis”. Tras abandonar la facultad ya no ha tenido continuidad. Me renovaban el contrato cada dos años pese a saber que no era uno de los suyos porque daba una visión de las diferencias entre psicoanalistas y conductistas dentro de un contexto, casi como un ejemplo más de la conducta humana. Recuerdo que ponía el siguiente ejemplo: “Si vemos una persona que lleva una carta en la mano y que atraviesa un semáforo cuando se pone verde, ¿cómo podemos explicar su conducta? Un neurólogo dirá que es debido a unas descargas neuronales, y es cierto; un conductista que esta persona ha hecho un proceso de condicionamiento gracias al cual para ella el cambio de rojo a verde ha llegado a ser un estímulo discriminativo, y tambien es cierto; un cognitivista dirá que camina porque lleva una carta y la quiere depositar en el buzón, hablará de motivaciones conscientes y también será cierto; un psicoanalista se fijará en que, en vez de dirigirse hacia el buzón toma el camino contrario y se interesará por comprender las motivacions inconscientes que determinan este acto fallido, y también es cierto que podemos encontrarlas. ¿Alguno tiene más razón que el resto al explicar el conjunto? No, cada uno lo hace desde su perspectiva.

 Siempre se puede preguntar. Pero, ¿alguna de esas perspectivas está por encima de las restantes?

No, la conducta humana es compleja y es necesario tener presentes los distintos niveles. El psicoanálisis me ayuda a mantener una perspectiva de conjunto, pero sin perder de vista lo que dicen los demás, para no estar en una posición de omniscencia.

 ¿Qué reacción despertaban sus clases en sus alumnos?

Creo que les provocaba interés por interrogarse sobre su manera de hacer con los pacientes. En segundo enseñaba psicología médica y en tercero psicoanàlisis. En tercero no quería más de cuarenta alumnos y siempre estaba lleno, mientras que en segundo tenia ciento cincuenta estudiantes. En algunos de los grupos Balint que he hecho años después, me he encontrado con antiguos alumnos que trabajaban en un centro de asistencia primaria o en una área básica de salud y que estaban interesados en mantener esa relación con el psicoanálisis.

 ¿Cómo empezó los grupos Balint?

En la época en que trabajaba en el Centro de Higiene Mental de Les Corts, Balint formaba parte de la formación de MIR de Medicina Familiar y Comunitaria y manteníamos un acuerdo con el ambulatorio de Just Oliveres en L´Hospitalet, una localidad limítrofe con Barcelona. En el libro he puesto como apéndice una serie de reflexiones sobre los grupos Balint que corresponden a las conclusiones de unes Jornadas, tambien publicadas en un libro anterior con el significativo titulo de ¿Bioingeniería o medicina?. El futuro de la medicina y la formación de los médicos. En aquellas Jornadas llegamos a la siguiente conclusión: bioingenieria-o-medicina-el-futuro-de-la-medicina-y-la-formacion-de-los-medicoses muy importante que el psicoanalista que hace grupos Balint tenga una actitud que no ha de ser ni de maestro, porque no es un grupo didáctico, ni de terapeuta, porque no es un grupo terapéutico, aunque los participantes en el grupo aumenten la comprensión de los pacientes y de ellos mismos. Es un grupo de colegas de distintas disciplinas: psicoanalistas, médicos, enfermeras, trabajadores sociales…, que ponen en común las dificultades que encuentran en las relaciones, sean las relaciones médico-paciente, médico-familiares, médico-institu- ción o médico-otros-profesionales implicados, y se habla de las dificultades de relación a las que el psicoanalista aporta aquello para lo que le prepara su formación. Siendo psicóloga tienes la ventaja de que se establece menos competencia que si eres médico.

 En estos años, ¿ha notado algún cambio en la medicina y en lo que el médico o el profesional esperan de su profesión?

Creo que actualmente los médicos de familia tienen una formación más amplia. Son la especialidad médica que más se aproxima a una visión holística. Sin embargo, dado que están presionados por la empresa, por cumplir protocolos y presentar rendimientos cuantitativos, se sienten muy agobiados. Hay médicos que en algun momento se identifican con el agresor, pierden el enfoque y acaban convirtiéndose en funcionarios. Los hay que sufren, se agotan y piden la baja como cualquiera que siente que no tiene los recursos, la formación y el soporte suficientes para prestar una función que compromete mucho a nivel emocional.

 ¿Los profesionales piden hacer grupos Balint? ¿Cómo se crean?

Actualmente no lo sé con exactitud. En la formación de los MIR han sido sustituidos por talleres centrados en temas específicos: el duelo, la atención de los mayores… Aunque eso también es resultado de los recortes que afectan a la formación contínua. Es un momento triste. En otros países existe una Sociedad Balint a la que no pertenezco, pero sus asociados son médicos que han participado en grupos Balint y se han abierto a una mentalidad que tiene muy en cuenta la escucha y la relación del médico con el paciente.

Las dificultades que actualmente tienen los médicos se evidencia en la cantidad de médicos jóvenes que acuden a las consultas, hasta el punto de que el Col·legi de Metges de Barcelona ha organizado un Servicio, el Servicio del médico enfermo, para atender a los médicos que se encuentran con la contradicción entre ser médicos con voluntad de atender al paciente y las condiciones precarias en que han de trabajar… Podríamos decir que a menos Balint, más médicos enfermos (burn out, depresiones, adicciones de variado tipo…)

 ¿En qué aspectos se muestra crítica con la Sociedad Psicoanalítica o con el psicoanálisis?

Balint hace una crítica que haría mía al decir que si el objetivo consciente de la formación de psicoanalistas es que tengan un pensamiento tan libre como sea possible, que sean críticos y respetuosos con la subjetividad; y después se percibe un clima de inhibición, de sumisión a la autoridad y de limitación a la creatividad, frecuente entre los candidatos en formación, algo falla. Me impresiona, por ejemplo, que los psicoanalistas se agrupen y se identifiquen con el nombre de una sola persona: “Soy kleiniano, o lacaniana, o annafreudiano, o bioniano”. Una cosa es que te interese especialmente un autor, como me sucede a mi con Balint, y otra la adscripción a tribus, con una actitud de exaltación de las ideas propias y de falta de cultura respecto a lo que permanece fuera de la tribu.

 ¿Guarda relación con alguna característica de la Sociedad contemporánea, más allá de la crisis económica?

Me remitiría al “desenfoque” que mencionaba un médico de familia con quien compartí un grupo Balint. Una sociedad que denomina “unidades productivas” a los centros de salud, que no da un mínimo de tiempo ni tampoco una formación mínima en el modelo biopsicosocial a los profesionales de la medicina, que prima más el bienestar material que la satisfacción personal, que “soluciona” los problemas de salud recetando fármacos y que considera los espacios de reflexión un lujo inasumible, tiene mucha relación con el estado de malestar en que hoy por hoy viven tanto médicos como pacientes.

 Usted habla de “falla básica” cuando normalmente se usa la expresión “falta básica”

Efectivamente, el libro más importante de Balint, The Basic Fault acostumbra a ser traducido como La falta básica. Es un ejemplo de mala traducción. Balint habla de una “falla” tomando el término de la geología y la cristalografia, para referirse a los vestigios de las experiencias precoces en la estructura psicobiológica de cada persona. El origen de la falla se encuentra en la discrepancia entre lo que necesita un niño y lo que recibe del ambiente. Aunque el niño pueda adaptarse bien y en circustancias normales la falla quede escondida, en momentos de tensión pueden producirse movimientos sísmicos potencialmente desestructurantes. La fotografía que escogíó la editorial para la portada del libro, además de su valor estético, me gustó porque indica que el editor ha entendido el sentido del concepto de falla básica. Corresponde a una zona del Alentejo, en la costa portuguesa, de una geomorfología muy interesante. Si se mira el primer plano de la fotografia, se pueden intuir las profundidades de la historia geológica de la zona que la hacen única, y si se mira el fondo, desde lejos, parece un estampado regular, con aspecto de casillero. Un bonito símbolo visual de la diferencia entre la visión psicoanalítica de cada sujeto, visto de cerca y en profundidad, y la mirada alejada de los encasillamientos diagnósticos al uso que tienen poco interés

 Para acabar, ¿cómo resumiría los efectos que puede provocar un grupo Balint en sus participantes?

Me gusta mucho lo que un médico que participó en un grupo Balint, ya hace unos años, en Santa Coloma de Gramanet (localidad industrial próxima a Barcelona), comentó sobre los efectos que le había causado el grupo en su actitud. Dijo que, a medida que pasa el tiempo, el médico se va desenfocando respecto a lo que es su profesión. “andaba yo desenfocado, y vino el doctor Balint y me corrigió la graduación.”