Archivo de la categoría: Xoroi Edicions

Artículos publicados por la editorial

SOBRE UN SABER HACER EN EL TRATO Y TRATAMIENTO DE LA LOCURA


Bien pudiera decirse que el nuevo libro de José María Álvarez: Principios de una psicoterapia de la psicosis, es la continuación de su anterior trabajo: Hablemos de la locura. Allí nos habló de la relación entre la locura, la libertad y la creación, de la lógica y función del delirio, de las fronteras de la locura o de si son tan antagónicas la neurosis y la psicosis, de la locura normalizada y, finalmente, del trato con el loco y el tratamiento de la locura. Pues bien, allí donde lo dejó en su último capítulo es donde ahora lo retoma ampliándolo en formato libro.

Principios de una psicoterapia de la psicosis es un texto clínico y bibliográfico, ya que combina la experiencia clínica de su autor con la de los clínicos pioneros en la terapéutica de la locura. Con ellos dialoga nuestro autor porque les reconoce una experiencia institucional de la que teóricos lacanianos de las psicosis carecen. Es evidente  que  la   experiencia  clínica  gana   en  profundidad  cuando  se adquiere –como nos recuerda Álvarez–  «en  primera línea del frente, esto es, en los  CSM, las Unidades de hospitalización, rehabilitación, comunitarias, las instituciones de media o de larga estancia o manicomios, etc.». En el caso concreto del autor que nos ocupa, su perspectiva de la locura y su terapéutica está modulada por su lugar de trabajo: la asistencia pública, y más concretamente «en la Unidad de Psicoterapia Especializada, en el marco de un Servicio de Psiquiatría y Psicología clínica, dentro de un hospital general. (…)  En nuestro caso, la UPE se asienta sobre una base asistencial comunitaria, en la que un equipo está con y acompaña a los pacientes y les sirve de referente para facilitarles las cosas de la vida cotidiana y sobre todo para estar cerca de ellos siempre que lo necesiten o más alejados, pero relacionados. (…) Aunque adquiera formas distintas, el soporte comunitario más la psicoterapia es el modelo predominante en los países punteros de Europa septentrional continental, como el que Yrjö Alanen comenzó a desarrollar en el hospital psiquiátrico en Turku, Finlandia, a partir de 1969. Hoy día, las casas Soteria (salvación o liberación) funcionan actualmente en Suecia, Finlandia, Alemania, Suiza, Hungría, Estados Unidos y algunos otros países». Por situar la modalidad del trabajo de la UPE, Álvarez lo sitúa más cerca de la Soteria suiza de Luc Ciampi que de la Soteria de Loren Mosher. En todo caso, es importante resaltar que el acompañamiento y la psicoterapia suponen una alternativa mucho más eficaz que el tratamiento único: farmacológico, de la cada vez menos hegemónica psiquiatría oficial, como lo demuestra que el Consejo Superior de Salud de Bélgica se acaba de posicionar en contra del DSM y la CIE y favor de un cambio de paradigma, en cuanto que dichas clasificaciones internacionales definen las diferentes sintomatologías psíquicas como enfermedades biomédicas sin evidencia científica alguna. Por otra parte, tanto la British Psychological Society como la organización Mental Health Europe y la ONU han abandonado el modelo biologicista y apuestan por el modelo psico-social.

Principios de una psicoterapia de la Psicosis cito al autor– se abre con una introducción que da cuenta de qué es la psicoterapia de la psicosis y expone su aplicación en el contexto de nuestro trabajo hospitalario. En la segunda parte, le siguen diez capítulos que desarrollan sendos principios, los que me sirven hoy de guía: la locura como defensa; su variada expresión clínica; la necesidad de la psicopatología para la psicoterapia, y viceversa; la relación de la transferencia y la soledad, y de ésta y la locura; las diferencias entre la transferencia neurótica y la psicótica; el poderío de la transferencia;  las características de las relaciones transferenciales con arreglo a los distintos polos de la psicosis; la sugerencia de no interpretar al loco; y, por último, cerrando el círculo, la recomendación de no perturbar la defensa, menos aún con esas interpretaciones que pretenden sacar a la luz las entretelas de la historia de un sujeto que apostó por rechazarlas como si jamás hubieran existido».

Estos principios dice el autor haberlos escrito en función de su experiencia clínica más que en lo leído en los libros de los pioneros de la terapéutica de la locura: Paul Federn, Harry Stack Sullivan, Frieda Fromm-Reichmann, Herbert Rosenfeld, Wilfred Bion, Harold Searles y Sivano Arieti. De éstos Álvarez ha podido separar el grano de la paja, como por ejemplo, «que la relación transferencia era mucho más resolutiva que las técnicas empleadas» y el abuso de las interpretaciones, y pese a que «emplean un lenguaje rancio, de los que echa para atrás». Algunos de estos pioneros fueron psicoanalistas de inspiración freudiana y kleiniana y  «vinculados a a dos clínicas señeras: la Chestnut Lodge (Maryland) y la Tavistok (Londres)».

Sostiene nuestro autor que la idea que se tiene de la locura repercutirá en su terapéutica. «Si la psicosis se concibe principalmente como una alteración de la relación con la realidad, la tendencia del clínico consistirá en intentar restablecer el orden de la realidad y devolver al paciente a ese marco referencial desvirtuado por la locura. Si, por el contrario, la locura se comprende esencialmente como una defensa necesaria y los síntomas como muletas imprescindibles, el tratamiento se orientará hacia un reequilibrio, se adapte o no a la realidad imperante y se amolde o no a los ideales de cada momento», o a la normalidad normativa.

El modelo psicopatológico que nos propone Álvarez parte de que «las formaciones patológicas son el resultado de procesos y mecanismos defensivos». La clínica bajo transferencia del caso por caso nos marcará cuándo, cómo  y  con  quién tenemos que apuntalar o desmantelar sus defensas. Así es una clínica diferencial   entre la locura y la neurosis. Si la locura es una defensa radical hay que ir con mucho tiento, pues aunque nos valemos de palabras, sus efectos terapéuticos dependen por entero de la transferencia conseguida. Aunque tampoco hay que estirarla más de la cuenta, pues aunque el loco pueda soportar un quántum de nuestras palabras de más, siendo la transferencia una cosa de dos, el profesional hará bien en tener muy claro lo que de ninguna manera tiene que decir y en que terreno minado no pisar. En palabras del autor: «Una cosa es acotar ciertos acontecimientos y avatares de la historia personal (como los desencadenantes de sus crisis) y otra bien distinta es ahondar en lo que está bajo el cemento de la forclusión».

¿De qué se defiende el loco de manera tan radical? Álvarez nos dice: «Representaciones intolerables, sexualidad, pulsión o castración serán algunas de las referencias que motivarán la defensa, los topes que indican lo que un sujeto puede y no puede soportar». Y cita a S. Arieti: «La psicosis puede considerarse como el último intento por parte del paciente para resolver sus dificultades». Y también a O. Fenichel: «Cuando el paciente necesita su delirio para fines de defensa, el analista debe respetar este hecho».

Como se lee, psicopatología, clínica y ética son la base del arte de la acción pero sobre todo de la omisión del profesional. Nuestro autor nos pone un ejemplo: «¿En qué beneficiaremos a Luis Francisco, un hombre joven al que estamos dedicando muchas horas de nuestro trabajo, si lo confrontáramos con la realidad y le explicáramos machaconamente todo ese rollo patatero de las distorsiones cognitivas? Cuando él se plantea: “Soy Dios, porque o soy Dios o soy esquizofrénico”, vamos nosotros y lo desnudamos diciéndole que es esquizofrénico porque lo otro es imposible. ¿Eso le puede ayudar a reequilibrarse? ¿Se volverá a levantar pronto al día siguiente y hará unos cuantos kilómetros por caminos y callejuelas, entre la lluvia y el frío del otoño, para venir a vernos, tomarse un café con nosotros y pasar allí unas horas, mientras «las paranoias» (autorreferencias) se lo permiten?».

Insistir sobre la importancia de la transferencia en el trato y tratamiento de la locura   será porque no nos viene dada sino que hay que construirla desde las primeras entrevistas preliminares y, porque a diferencia de la transferencia en la neurosis, en la locura hay más certeza que amor y deseo. Aun así, Álvarez nos dice que «la transferencia del neurótico y la del psicótico no son lo contrario; son dos formas diferentes de relación». No hay que tomar por opuesto lo meramente disímil.

De las aportaciones de Lacan que aparecen a lo largo del texto de Álvarez, vale la pena destacar las que hacen referencia a la transferencia,  pues son capitales para entender la diferencia entre la transferencia que se da en el psicoanálisis de las neurosis y la transferencia que se consigue en la psicoterapia de las psicosis. Así como para entender la transferencia psicótica. Cito a Álvarez: «Seguramente la mejor caracterización de la transferencia psicótica corresponda a la que Lacan hiciera sobre la erotomanía»…. en la paranoia. Pero como la paranoia es un polo de la psicosis, Álvarez amplia las transferencias psicóticas a los tres «polos de la psicosis: la indiferencia en la esquizofrenia; la ambivalencia y la dependencia exigente en la melancolía; la erotomanía en la paranoia».  Por otra parte, y para frenar el furor interpretativo, tanto en el análisis del neurótico como en la psicoterapia de la locura, Álvarez trae a  colación alguna  de las ideas que Lacan dejó dichas sobre el uso y abuso de las interpretaciones, no vaya a ser que nos pase como a Rocío Jurado con el amor, que se nos gaste la efectividad de la interpretación de tanto usarla.

Volviendo a la psicoterapia de la locura, lo que posibilita la transferencia con el loco es la extrema soledad del trastornado, ya que, sitiado en su torre de defensa por sus perseguidores o con la única compañía de sus voces, poco lazo social puede llevar a cabo. Lo que le defiende, le aprisiona a partes iguales. «Esa incomodidad de la soledad por excelencia deja un pequeño resquicio, un ahogado grito de socorro por el que los terapeutas nos colamos» para ofrecernos como un interlocutor posible. Ser el secretario del alienado para, desde dentro de la relación, actuar como contrapeso a su exceso de goce. Con nuestra presencia y escucha no perseguimos su curación, puesto que las experiencias psíquicas no son enfermedades, sino procurar el reequilibro, la compensación, la creación de síntomas soportables, así como ayudarlo a encontrar suplencias creativas, ya «sean musicales, literarias, políticas, psicológicas, científicas o lo que sea, a condición de que favorezca la creación de una obra» que actúe como contrapeso a su autodestrucción. «En cualquier caso, como sucede en cualquier terapéutica, lo que se busca es mermar el empacho de goce y aminorar su poder adictivo». Arte y oficio que requiere del profesional «tener curiosidad, mostrarse en falta, habituarse al sinsentido y al exceso de sentido, prescindir del sentido común y dejarse usar».

Para ajustar aún más nuestra acción y omisión ante las diferentes posiciones subjetivas o polos de la psicosis, Álvarez nos recomienda: «con el esquizofrénico, debido al encierro interior, al desgobierno del lenguaje y al sindiós de la fragmentación corporal, lo mejor es no comprender; con el melancólico, a consecuencia de la falta de deseo y la ausencia de todo soplo de vida, se recomienda no desfallecer; con el paranoico, tan infatuado, narcisista y ciego de certeza, lo que conviene dar a entender es no saber».

A fin de comprender las variadas y particulares experiencias de la psicosis que nos podemos encontrar en nuestra clínica diaria, nuestro autor nos dice que: «la profundización en el entendimiento del pathos incide directamente en la terapéutica, y ésta, a su vez, supone un penetrante conocimiento de la psicología patológica». Como a partir de Freud la psicopatología clásica se enriqueció con la psicopatología psicoanalítica o psicología patológica, Álvarez nos exhorta a coaligar ambos enfoques: lo objetivo –semiología– con las experiencias singulares de un sujeto –la subjetividad–, a fin de «orientar la dirección adecuada de la psicoterapia de la locura y del psicoanálisis de la neurosis». Como la psicopatología clásica o descriptiva es necesaria pero insuficiente, necesitamos las aportaciones de la clínica psicoanalítica sobre los mecanismos psíquicos que determinan las experiencias singulares de cada sujeto, particularidad que se evidencia en la relación con el paciente o clínica bajo transferencia.

El último capítulo del libro que nos ocupa, lo titula su autor: «Homenaje a Freud», pues a pesar de que el padre del psicoanálisis se atrevió más con el análisis de los aspectos psicológicos de la locura que con su terapéutica, tampoco dejó la puerta totalmente cerrada a su tratamiento. Álvarez rescata lo que dejó dicho Freud en 1905 en: Sobre psicoterapia. «Las psicosis, los estados de confusión y de desazón profunda (diría: tóxica), son, pues, inapropiados para el psicoanálisis, al menos tal como hoy lo practicamos. No descarto totalmente que una modificación apropiada del procedimiento nos permita superar esa contraindicación y abordar así una psicoterapia de las psicosis». Esa puerta hacia la psicoterapia de la psicosis ya está totalmente abierta y la han atravesado, modificando el dispositivo, cuantos se han atrevido a explorar nuevos territorios terapéuticos con la infancia, la adolescencia y la locura. Y es que, «gracias a él la locura dejó de considerarse una enfermedad similar a las demás y empezó a entenderse como una defensa que algunas personas necesitan. (…) De no haber sido por Freud, tocante al tratamiento de la locura seguiríamos merodeando sin rumbo, como así había sido con anterioridad. La autoridad de su legado se convirtió en un referente insoslayable. Unos la critican de arriba abajo. Otros la seguimos con mayor o menor fidelidad, pero con suma admiración y agradecimiento. Sea como fuere, en el ámbito de los tratamientos anímicos, Freud continúa siendo el faro al que todavía miramos, aunque sea con el rabillo del ojo».

En palabras del autor: «Ningún libro soluciona el cuerpo a cuerpo de la clínica. Confío, no obstante, en que éste aporte algunas claves. Y me gustaría que allanara el camino a muchos principiantes para aligerarles los sinsabores que hemos pasado otros».

Finalmente decir que Principios de una psicoterapia de la Psicosis de José María Álvarez –editado por Xoroi Edicions–  se completa con dos notables aportaciones: un prólogo de Juan de la Peña y un epílogo de Chus Gómez.

Carlos Rey



Antonio Pérez-Sánchez, psicoanalista: «No pretendo que el libro sea un manual porque la clínica desborda los manuales.»

El doctor Antonio Pérez-Sánchez, psiquiatra, psicoanalista, miembro y expresidente de la Sociedad Española de Psicoanálisis, y docente del Institut de Psicoanàlisi de Barcelona ha publicado Psicoterapia breve psicoanalítica. Una experiència de psicoanálisis aplicado. Clínica y teoría. (Xoroi edicions, 2014). La actualidad del tema, no sólo para quienes trabajan en Instituciones, y el interés del libro nos ha llevado a entrevistar al doctor Antonio Pérez-Sánchez para La Casa de la Paraula.

Entrevista realizada por Magne Fdez-Marbán

        

antoniop-s1                                   

¿Qué le llevó a los estudios de psiquiatría?

Yo diría que mi interés por la psiquiatría tiene que ver básicamente con la tarea profesional que realizó mi padre. Él era practicante en Níjar, provincia de Almería, lo que hoy sería un ATS: ponía inyecciones, asistía partos y era un hombre que sobretodo tenía una muy buena relación con la gente. Él hablaba con la gente y esa capacidad de mi padre para contactar con la gente estaba muy presente en casa, de manera que fue una de las fuentes de mi interés por ayudar a las personas. Otro elemento que interviene de una manera más concreta en mi interés por estudiar psiquiatría y más en concreto por el psicoanálisis tiene que ver con que mi hermano mayor estudió psiquiatría y luego se hizo psicoanalista. Fue una referencia para mí. Todo esto y mi interés por las llamadas humanidades, cuajaron en la idea de estudiar psiquiatría, porque mi interés en curar a la gente a través de la medicina no era suficiente, necesitaba de ese otro complemento de las humanidades; y la psiquiatría conjuntaba las dos, y de manera particular la psiquiatría orientada psicoanalíticamente.

Mi padre fue capaz de escuchar mucho a la gente y de hablar en términos muy sencillos y de compartir situaciones dolorosas con ellos. Creo que fue una de les lecciones no explícitas pero perceptibles en mi infancia que calaron como un punto de referencia muy importante en mi interés para ayudar a otros a través de la psiquiatría y el psicoanálisis.

Un padre que hablaba con la gente y ayudaba a que nacieran niños.

Sí, no se limitaba por ejemplo a poner inyecciones, a asistir partos o a curar determinadas lesiones de pequeña cirugía sino que todo eso él lo acompañaba de una conversación, de una capacidad de establecer una relación que hacía posible que la intervención concreta, de un parto o una cura fuera mucho más viable, mucho más tolerable para sus pacientes.

¿Estaba en contacto con las brujas del pueblo?

La verdad es que no. En este sentido tenía una actitud más bien científica, era racional y era respetuoso con toda la gente del pueblo. Tampoco recuerdo que hubiera curanderas en aquellos años cincuenta en el pueblo.

nijar1 Níjar (Almería)

¿Y ese interés de su padre por lo racional de dónde venía?

Es curioso, en la familia de mi padre eran barberos. Y en las barberías se habla. Es tradición que entre los barberos surja la profesión de practicante. Mi padre empezó como barbero, una profesión que se presta al contacto con la gente, esa fue su primera experiencia profesional y luego se interesó por hacer algo más y estuvo en Granada para conseguir el título de practicante y empezar a ejercer como tal.

¿Y su madre?

Una mujer muy fuerte y con mucho ímpetu. De alguna manera supo salir de su destino en el campo de Níjar de aquellos años. Nació en un cortijo y de pequeña no pudo estudiar. Sin embargo, se trasladó al pueblo, trabajó, conoció a mi padre y nos transmitió el interés por hacer cosas más allá de lo que nos envuelve. Creo que fueron una pareja que se complementaron muy bien.

¿Dónde estudió psiquiatría?

Después de hacer el bachillerato en Almería estudié hasta tercero en la Facultad de Medicina de Granada. En ese momento mi hermano Manolo, que es bastante mayor que yo, ya estaba en Barcelona y había iniciado la especialidad de psiquiatría. Como dije, yo ya estaba interesado en la psiquiatría y hacía tiempo que me atraían las humanidades. En Granada simultaneé la asistencia a la Facultad de Medicina y a la de Filosofía y Letras. Y hubo un momento en el que tuve una cierta crisis vocacional en el sentido de que las letras me tiraban más. Fue en tercero de Medicina, cuando acudí a las clases de filosofía como oyente, pero cuando llegó la época de los exámenes parece que fue más fuerte el sentido de responsabilidad y de obligación, el superyó, diría hoy, y desistí de abandonar en mitad de la carrera de Medicina; asi que me puse a estudiar y curiosamente fue el año que mejor resultado académico tuve, quizá porque fui a los exámenes sin la ansiedad propia del que teme que no aprobará. Allí vi más claro que dar satisfacción a mi inquietud por las humanidades podría canalizarse a través de la psiquiatría, y de manera más concreta por el psicoanálisis, ya que mi hermano estaba empezando en el ámbito psicoanalítico. Y eso me impulsó a venir a Barcelona, a continuar la carrera de Medicina. Una vez aquí, también quise seguir algunas clases de Filosofía, y tuve la oportunidad de asistir a las clases de Emilio Lledó, en esa época ocupala una cátedra en la Universidad de Barcelona. Daba dos materias, Historia (de la filosofía) antigua y Historia de la Filosofía contemporánea. Y acudía a las dos. Terminé la carrera de Medicina claramente orientado hacia el psicoanálisis.

¿Reconoce o tuvo algún maestro en el campo de la psiquiatría?

Acabé la carrera en la Facultad de Medicina de Barcelona, como digo, y empecé la especialidad de psiquiatría en el Departamento de esta especialidad del Hospital Clínico de dicha Facultad. En ese momento ocupaba la cátedra el profesor Ramón Sarró, un hombre que al principio tuvo interés por el psicoanálisis pero que luego, según él decía, quedó decepcionado de su contacto con Freud y de sus inicios de análisis personal en Viena. De todos modos, esa ambivalencia suya le permitió aceptar que los primeros psicoanalistas de Barcelona acudieran a su cátedra y ahí fue donde entré en contacto con el doctor Pere Bofill, fue uno de los fundadores de la Sociedad Española de Psicoanálisis, junto a otros psicoanalistas de generaciones posteriores de los cuales recibí y aprendí mucho. Todos ellos colaboraron en la cátedra de psiquiatría, primero con Sarró y luego con Joan Obiols de otra línea psiquiátrica pero tolerante hacia el psicoanálisis.

¿Empezó a analizarse cuando acabó sus estudios de psiquiatría?

Empecé mi análisis justo al iniciar la especialidad de psiquiatría. Es decir, nada más terminar la carrera de Medicina, al tiempo que hacía el primer curso de la especialidad de psiquiatría. Tenía claro que debía comenzar mi análisis por razones personales; era una experiencia terapéutica que necesitaba, además de por mi interés en la orientación psicoanalítica que quería dar a mi trabajo dentro del ámbito psiquiátrico.

Siempre con el mismo analista

Si, hice mi análisis con el mismo analista y fue una experiencia muy satisfactoria.

¿En qué?

En el sentido de que obviamente el psicoanálisis supuso un antes y un después de mi vida. Son muchos años de estar con una persona compartiendo tus dificultades, tus intimidades y tus problemas y encontrando vías para enfrentar esas dificultades. Pero sobre todo satisfactorio, creo, por la cada vez mayor conciencia, a medida que pasa el tiempo, de que el beneficio del psicoanálisis es algo permanente desde el momento en que terminé el análisis hasta hoy en día. Es decir, me parece una experiencia en la que se fue sembrando mucho durante su realización y que por tanto ha ido dejando una serie de semillas que han ido creciendo, aunque fertilizando en momentos distintos a lo largo de mi vida. Es decir, que el progreso personal no acaba con el análisis sino que sigue ahí, probablemente toda la vida, una vez terminado. Para mí, pues, lo básico de la experiencia analítica es cómo deja ése poso fértil que permite que sigas creciendo con las herramientas y los recursos que te ha dado.

¿Y ha sentido la necesidad de analizarse otra vez?

No, la verdad es que el análisis ha producido las suficientes semillas como para seguir con mi autoanálisis de manera que permita continuar el crecimiento toda la vida, como decía. Y las experiencias de la vida podemos considerarlas como complemento de la experiencia psicoanalítica, el abono para que sigan prendiendo dichas semillas. Una vez finalizado la experiencia analítica con tu analista, uno solo continua mediante el autoanálisis, pero necesita de otras experiencias de la vida, parar retroalimentar ese autoanálisis. Es decir, otras experiencias con las que uno crece. Y esas otras experiencias le hacen pensar a uno porqué son satisfactorias o no, porqué aciertas o te equivocas, contigo y con los demás, de manera que una actividad inacabable. Por tanto no veo la necesidad de un reanálisis en la medida que puedo continuar adelante con los recursos que me proporcionó para seguir creciendo. Diría que si uno se rodea de personas con las que hay ese estímulo mutuo de seguir aprendiendo no me parece necesario otro análisis. Al menos de momento, no.

¿Acaba sus estudios y empieza su actividad profesional?

Acabo mi formación como psiquiatra en el Hospital Clínico de Barcelona y ese momento, 1975, es una fecha muy particular, tanto desde el punto de vista profesional como sociopolítico del país, porque es la agonía del franquismo, por una parte, y, por otra, es también el período de la revisión crítica de la asistencia psiquiátrica. Es el momento de lo antiinstitucional y de la antipsiquiatría. Los psiquiatras jóvenes que empezamos a trabajar en ese momento en hospitales psiquiátricos de pacientes crónicos, como en mi caso en el manicomio de Sant Boi, iniciamos, junto con otros hospitales psiquiátricos de Cataluña y de España, un movimiento en el ámbito de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) que tuvo unas consecuencias, entiendo que realmente fructíferas, en el sentido de denunciar la situación de la asistencia psiquiátrica sobre todo de los pacientes psicóticos de larga estancia que vivían en condiciones inapropiadas. Aquella denuncia tuvo como fruto una revisión de la propia asistencia psiquiátrica y unos logros importantes. De manera que los nombres y la obra de Laing, Cooper, Basaglia, en ese momento estaban muy presentes entre los psiquiatras jóvenes. Quienes estábamos orientados en el psicoanálisis tratábamos de no ver contradicción entre esa postura antipsiquiátrica y el psicoanálisis, porque en ese época del franquismo el psicoanálisis constituía también una forma de postura crítica que reivindica el pensamiento libre. En la época de Franco, como es sabido, la psiquiatría oficial tenía una orientación fenomenológica y con elementos muy religiosos, por lo que el psicoanálisis estaba bastante marginado. El psicoanálisis mismo ya era una forma de encarar, de enfocar la salud mental, contraria a la manera oficial de entender las cosas.

entrevistaeindicadores

¿Cuando empezó a interesarse o a practicar las psicoterapias breves?

Bueno, yo estoy un tiempo en los hospitales psiquiátricos y como parte de ese movimiento de cambio en la asistencia psiquiátrica se empiezan a crear los centros de Salud Mental en Cataluña. Tuve oportunidad de trabajar en uno de esos centros como coordinador y vivimos una experiencia muy interesante porque fue un momento de mucho entusiasmo por esas posibilidades de cambio; lo cual hizo que el trabajo en equipo fuera un trabajo muy estimulante y muy apasionado. En ese momento, sabíamos que las psicoterapias de larga duración no eran posibles en la asistencia pública y nos interesamos por encontrar formas de terapia también de orientación analítica, pero breves. Tomamos algunas referencias de autores anglosajones como Malan y Balint, y a partir de lo que leímos de ellos empezamos a ponerlo en práctica con los pacientes que atendíamos, pero con una perspectiva que, quizás por el tipo de psicoanálisis que habíamos aprendido, difería un poco de ellos, lo cual nos llevó a una práctica de la psicoterapia breve un poco distinta del modelo anglosajón o británico que fue el modelo inicial de referencia; así que empezamos por introducir una aplicación del psicoanálisis como herramienta terapéutica que tenía que ser a tiempo limitado.

Uno de los resultados del movimiento de crítica de la asistencia psiquiátrica, fue el interés por la asistencia ambulatoria de la salud mental, hasta entonces reducida a los consultorios de la Seguridad Social, donde los neuropsiquiatras debían atender en dos horas un volumen considerable de pacientes. En Barcelona, en convenio con la Diputación, se crearon los primeros seis Centros de Salud Mental. Uno de ellos, con la Fundació Vidal i Barraquer al que le fue asignado al barrio de Sant Andreu en Barcelona donde estuve como coordinador durante más de diez años y luego como consultor y supervisor.

¿Cómo conoce la obra de Balint?

A través de mi formación en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona, porque a la vez que trabajaba en la asistencia pública estaba realizando mi formación en el Instituto, y en sus seminarios conocí parcialmente la aportación de M. Balint al psicoanálisis. Y luego, por nuestra cuenta, vimos que era importante su contribución al campo de la medicina general y en particular de la psicoterapia focal a través de su trabajo en la conocida Clínica Tavistock de Londres.

¿En el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona ese interés por la psicoterapia breve como fue considerada?

Durante un tiempo, la institución psicoanalítica veía con cierto recelo la práctica, no solamente de la psicoterapia breve sino en general de toda la psicoterapia psicoanalítica, por parte de los psicoanalistas o de los analistas en formación, porque había el temor a perder la pureza psicoanalítica, o a confundir una cosa con otra, cosa que a veces ha sucedido, también hay que reconocerlo. Pero mi experiencia concreta pudiendo simultanear mi trabajo en la asistencia pública con mi trabajo en el diván, permitió por ejemplo, -ya era otra época, en los ‘80- que pudiera presentar en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona el trabajo que venía realizando en el Centro de Salud Mental al que me refería antes, ya no sólo en psicoterapia sino en el psicoanálisis aplicado al funcionamiento de un equipo de salud mental. La actitud inicial que consideraba que era mejor para los psicoanalistas no mezclarse con la asistencia psiquiátrica, o mejor dicho no reconocerlo, porque de hecho existió siempre entre los psicoanalistas dicha actividad simultánea, se fue modificando, y hoy en día está perfectamente aceptado hasta el punto de que la primera presentación de mi libro que estamos comentando se acaba de hacer en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona de la Sociedad Española de Psicoanálisis.

psicoterapia breve psicoanalitica

¿Qué supone ese libro para usted?

El libro surge, como decía, de una experiencia concreta, y habría tres elementos a considerar en su génesis: uno es que con el equipo del centro de salud mental de Sant Andreu pensamos que sería útil a la vez que estimulante recoger la experiencia de trabajar con pacientes en psicoterapia psicoanalítica limitada en el tiempo y elaborar mínimamente la teoría que había sustentado esa práctica. Y de allí surgieron tres artículos escritos con compañeros del equipo sobre algunos aspectos fundamentales de la psicoterapia breve. Uno sobre indicaciones, otro sobre focalización y el último sobre el tiempo en dicha psicoterapia. Tras su publicación en la revista Informaciones Psiquiátricas me pareció que ese material teórico y clínico podría ser recogido en una monografía, lo que hice, añadiendo algunos comentarios complementarios, de lo cual surgió Elementos de psicoterapia breve, librito que tuvo buena acogida de manera que se agotó pronto, por lo que al cabo de algún tiempo pensé en editarlo de nuevo y rehacerlo. Pero durante ese ínterin fui adquiriendo más experiencia en la técnica de la PBP porque tuve la oportunidad de participar en un trabajo de investigación que se propuso desde la Fundació Vidal i Barraquer. En esta investigación se trataba de evaluar la disminución del consumo sanitario mediante el uso de la psicoterapia breve al comparar a pacientes con este tratamiento psicoterapia breve con un grupo control y pudo apreciarse cómo disminuía el consumo entre los primeros. Yo no me encargué de esa parte de la tarea. Pero para homogeneizar la investigación primero se realizó un curso introductorio sobre psicoterapia breve psicoanalítica para psicoterapeutas con cierta experiencia en psicoterapia general, siendo la referencia fundamental la monografía antes mencionada Elementos en PBP. Después se continuaba el seminario con el seguimiento de los casos de psicoterapia breve realizados por dichos psicoterapeutas. Hubo dos centros que se ocuparon de esa tarea: El Centro de Salud Mental de Sant Andreu y el Hospital Sant Pere Claver. A mí me pidieron colaborar primero como director del seminario introductorio y luego como supervisor del grupo, de manera que en total mi experiencia con el grupo que yo dirigí duró unos siete años.  La metodología del seminario consistía en que los psicoterapeutas presentaban al grupo cada paciente entrevistado para valorar la indicación y focalización. Los comentarios del grupo y los míos eran recogidos sistemáticamente por el compañero de turno, de manera que en la supervisión siguiente pudiéramos contrastar la indicación y la focalización de ese paciente con las entrevistas posteriores y el curso de la psicoterapia; todo lo cual durante esos siete años dio lugar a un material muy rico que fue lo que me condujo a, en vez de reeditar la monografía, hacer prácticamente un nuevo libro, mucho más rico en material clínico y en desarrollos teóricos. Al mismo tiempo yo personalmente había tenido más experiencia con la psicoterapia breve, incluso en la consulta privada, lo cual me permitía plantear esta psicoterapia como una herramienta más dentro de la gama de psicoterapias y no tan solo como un mal menor debido a la presión asistencial.  

¿Con un psicótico también?

No, con los psicóticos descartábamos la psicoterapia breve. La psicoterapia breve requiere unas condiciones como señalo en el libro: sincera capacidad para detectar un problema, cierta capacidad de autoobservación, cierta capacidad para crear un vínculo así como tolerancia para separarse, porque justamente son psicoterapias de tiempo limitado. Y tan importante es la capacidad de vincularse como la de separarse. En un momento del grupo llegamos a esquematizar este planteamiento diciendo que un paciente apto para psicoterapia breve es aquel capaz de decir “hola” y de decir “adiós”.

¿Parece que haya una contradicción entre focalización y asociación libre?

Es uno de los temas que, efectivamente, surge. Desde una orientación psicoanalítica parecería inviable. Si pensamos en la idea de la denominada escucha psicoanalítica, de estar atento a lo que el paciente dice, a la asociación libre, obviamente parecería que eso no es posible en psicoterapia breve. Pero la práctica que hemos desarrollado nos ha mostrado que es factible una escucha del paciente a partir de áreas importantes de sufrimiento. Por otra parte quiero decir que aunque focalizamos algún área conflictiva del paciente la propuesta que le hacemos es que hable de lo que tenga presente, de lo que más le preocupe. En el curso del tratamiento, el paciente, y el terapeuta con él, olvidan el foco, y procuramos no presionar o perseguir al paciente para que hable exclusivamente de aquello que hemos focalizado, sino que esperamos que siga interesado en comunicar aquello que le preocupa en cada momento. Por nuestra parte, como terapeutas, estamos atentos dentro de la actitud de atención libre, flotante, a tener presente que hay una serie de cuestiones que son básicamente las que hemos de tratar. De todas maneras, y particularmente en el libro, trato la focalización de una manera relativa en el sentido que no me preocupa demasiado, porque a diferencia de otros compañeros que hablan de psicoterapia focal y breve yo hablo solamente de psicoterapia breve. Creo que lo importante en este tipo de psicoterapias es la limitación del tiempo; lo cual no quita que sea necesario hacer un esfuerzo por focalizar, pero sin obsesionarse por delimitar rígidamente áreas de conflicto fundamentales; aunque sí tratar de delimitar algún área que luego vamos a ver en qué medida se confirma que es la predominante. Si hemos hecho unas entrevistas diagnósticas suficientemente rigurosas, probablemente nos vamos a aproximar bastante; pero también hemos visto que a veces esta área inicial se desplaza a otras áreas. Entonces, hay que estar atento para saber en qué medida se trata de una nueva área, distinta de la focalizada, o si es algo aparentemente nuevo pero conectado con el foco principal aunque expresado de otra manera. Si surgen una o dos áreas de conflicto, pienso que tienen cabida dentro de la psicoterapia, tal como nosotros lo planteamos que es de un año de tiempo, algo también relativo. Ya digo en el libro que no pretendo que sea un manual porque la clínica desborda los manuales. Por ejemplo, aunque digo que un año es lo aconsejable, también describo pacientes que han estado nueve, quince, seis e incluso tres meses: así que relativizamos el tiempo, así como el foco. Por lo tanto creemos que es compatible esa aparente contradicción de que el terapeuta de orientación analítica tenga una actitud de escucha, de atención flotante, al tiempo que focalice algunas áreas conflictivas de la personalidad del paciente.

 

elementos psicoterapia psicoanaliticapracticaspsi

¿Dentro de esas entrevistas diagnósticas que decía, es posible en una primera obtener algún cambio de algún paciente?

Por supuesto, de hecho en las primeras entrevistas de una persona que consulta por su sufrimiento, si hay alguien que le escucha y que no se precipita en dar una respuesta inmediata y que tolera el compartir mínimamente aunque sea esa manifestación de sufrimiento, de entrada es ya un alivio esa primera actitud de contención. De hecho en otro libro mío: Entrevistas e indicadores en psicoterapia y psicoanálisis yo hablo de la entrevista como acto terapéutico y explico un caso que atendí en entrevistas diagnósticas que acabaron siendo un tratamiento en el sentido de que las cuatro entrevistas que hicimos las consideramos suficientes en ese momento para ayudar al paciente. Otra cosa es que pretendamos ser más ambiciosos terapéuticamente y, sobre todo, hasta qué punto el paciente está dispuesto a cambiar o necesita cambiar para entonces ofrecerle un tratamiento más largo y ahí habría que acudir a la gama de posibilidades terapéuticas para escoger la que pudiera ser más adecuada para el paciente.

¿Qué otro interés tienen las psicoterapias de inspiración psicoanalítica para usted?

El subtítulo del libro es ‘un ejemplo de psicoanálisis aplicado’. En ese sentido me interesa dejar claro que el psicoanálisis, además del desarrollo fundamental a partir de la práctica clínica psicoanalítica del diván, tiene muchas posibilidades de aplicación, y el de las psicoterapias psicoanalíticas, en general, y la breve en particular, son ejemplos de ello. Y esto es importante para no considerar el psicoanálisis como una cuestión exclusiva, limitada, restrictiva, en cuanto a sus posibilidades de una “psicoterapia para el pueblo” que decía Freud; y además de en este sentido me interesan las psicoterapias de inspiración psicoanalítica para diferenciar que una cosa es la psicoterapia como aplicación y otra cosa es el psicoanálisis propiamente dicho como método específico; que cada una de ellas tiene sus métodos específicos y distintos, como diferente es el método que aplicamos en una psicoterapia breve. Y eso está explícito en el libro.

¿Qué otras aplicaciones cabría del psicoanálisis?

Bueno, aplicaciones además de lo que es el desarrollo de las psicoterapias de orientaión psicoanalítica hay una fundamental que es el enfoque psicoanalítico en el trabajo asistencial. Mi libro Prácticas psicoterapéuticas contiene la idea de qué es el psicoanálisis aplicado a la asistencia pública. Es decir, que tanto el asistente social al realizar su trabajo, el psicólogo al pasar un tests, el psicoterapeuta al hacer psicoterapia o el psiquiatra que da medicación,  pueden  realizar sus respectivas tareas desde una perspectiva psicoanalítica. Luego hay otras aplicaciones, en el campo de la cultura general que ya se nos escapan del objetivo de esta entrevista.

entrevistaeindicadoresangles

¿Más allá de la Vidal i Barraquer, en el ámbito de las psicoterapias breves qué contactos mantienen con otras instituciones?

En este momento yo no tengo una dedicación en ese sentido, más bien recojo una experiencia de hace unos años. Por último, algo que querría añadir y que lo advierto en el libro es el riesgo, para todo psicoterapeuta de la superespecialización en una determinada psicoterapia, pues puede conducir incluso a una teoría de la mente en función de dicha técnica. En el caso de la PBP, tenemos el ejemplo de lo que ocurrió con las últimas obras de Malan que acaba ofreciendo una teoría más bien simplista de la psique, `para que encaje mejor en las psicoterapias breves, cuando cada vez tenemos más evidencia de la complejidad de la mente humana al incluir los niveles primitivos y psicóticos.

nijar2 Níjar (Almería). Recreación de Adolfo Pérez Sánchez

Christine Arnaud: “Escribir es como revelarte a ti mismo quien eres”.

  • Publicado por Marta Berenguer. Autor de las fotografías: Luis Alatorre González.

018

 

Christine Arnaud obtuvo con La bolita de papel el Premio Internacional Antonio Machado en el año 2007. Buen presagio para empezar su camino entre las letras. El lenguaje siempre la ha acompañado: se declara devota de Chomsky y enseña la lengua francesa en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), el Instituto Francés y varias escuelas de idiomas. Su vida transcurre entre tres culturas: la francesa, la cubana y la catalana. ¿Quedarse con alguna? La riqueza quizás esté en la mezcla. Xoroi Edicions le publica ahora su libro en lengua castellana. Buena ocasión para conversar con Christine Arnaud de lo que ha querido contarnos con su relato autobiográfico.

Padre francés y madre cubana. ¿Cómo fue el encuentro entre sus padres?

En las familias siempre hay partes misteriosas pero en mi caso no hay tanto misterio. Mi abuela fue adoptada por una familia rica de Cuba. Ella se crió con esa familia. Nació mi madre. Mi abuela cubana, sale en algún fragmento del libro, era mestiza, mulata, y mi abuelo canario. Vivieron como reyes porque la familia tenía tierras. Se fueron cuando mi madre tenía 13 años. La misma edad,  aunque con circunstancias completamente distintas, que tenía mi hijo cuando se fue de Cuba.

Mis abuelos se fueron a Madrid y se cruzaron con la guerra civil. Mis tíos no querían estar involucrados en la guerra y por eso se fueron a Marsella, al sur de Francia, donde vivía mi padre.

Y allí se encontraron.

Allí se conocieron con mi padre, sí. Y se enamoraron. Mi madre quería seguir con la familia en París. Allí es donde nacimos todos con toda esa gran mezcla de culturas. Mi abuela que vivía con nosotros no hablaba francés, por eso con ella hablábamos español. Mi madre se había educado de manera autodidacta, tocaba el piano, le gustaba la poesía y Lorca. Se sabía los poemas de Lorca de memoria.

Tiempo después pienso que quizás fue un error irse a París porque ella tenía su vida en Madrid. En esa ciudad vivía rodeada de artistas mientras que en París la vida fue bastante dura. Nosotros éramos muchos hermanos, vivíamos en un piso muy pequeñito y mi madre estaba muy agobiada con la vida que tenía que llevar. Pero bueno, esa es la historia.

¿Esa mezcla ha marcado su historia?

Sobre todo lo que me hizo descubrir es lo que es el racismo. Todo el mundo se extrañaba que mi abuela fuera mulata. Un día mi hermana nos reunió a todos para decirnos que no podíamos decir que teníamos antepasados negros porque para ella era como un desprestigio. Ver esa realidad tan de cerca supongo que me hizo acabar contando la historia en un libro. De esa necesidad de contar nace La bolita de papel. Creo que pasados los 40 años (cuando ya uno ha vivido bastante), aunque no vayas a escribir un libro, es muy bueno preguntarse cuáles son los momentos vividos que se podrían contar o que realmente han valido la pena. Ese es el ejercicio que yo hice con esa edad cuando empecé el libro. Empecé con el primer fragmento: la bolita de papel. Lo escribí porque es muy intenso, un momento de cambio muy importante. Pero luego fui buscando otros trozos. Entre ellos cuento cosas de mi abuelita cubana.

¿Alguna ausencia?

De quien casi no hablo es de mi padre. Podría haberlo hecho pero no sabía e ignoraba en sí cuáles eran los momentos que valía la pena contar. El libro me ayudó un poco a revelarme a mí misma quién era yo. Me enseñó a hablar de cosas que para mí tuvieron importancia. Pero también su por qué.

christinearnaud

París, La Habana, Barcelona. ¿Con qué ciudad se quedaría?

Estéticamente yo diría que París es preciosa, muy variada. Pero no es una ciudad que vea muy cercana. Nunca iría a vivir a París. La Habana estéticamente la encuentro fabulosa. Es una ciudad que, aunque se cae a trozos, tiene un encanto increíble. Es una ciudad bellísima, siete quilómetros de Malecón y el mar tan presente en todas partes. De La Habana me gustan mucho sus construcciones coloniales, los parques, la vegetación que es impresionante pero sobretodo las personas. Cuando llegué me enamoré completamente de La Habana.

Barcelona también me gusta muchísimo. Entonces ¿Qué decir? Ahora mismo ni siquiera me plantearía vivir en la Habana, sé que no podría. En París no quiero vivir, la veo una ciudad poco humana. Así que me quedaría con Barcelona. Tiene un poco de esa cosa más humana que encontré en la Habana y que en París no conocí ni cuando era niña.

Y el mar.

¡Y el mar! El mar está muy presente. Donde no haya mar creo que ya no podría vivir. Aunque en realidad viniendo de esa mezcla creo que no existe un único lugar de donde uno pueda decir que procede. La patria está compuesta de todos estos trozos, de todas las cosas que vives, como las piedras de un edificio. Creo que no hay un lugar del que digas: este es mi lugar o esta mi patria.

¿Qué es para usted un exilio?

Al hecho de irme a Cuba no le pondría ni siquiera esa palabra porque en ese caso fue un viaje decidido, por afición y por deseo, por querer romper con una sociedad que a mí no me satisfacía para nada. Es la época post 68 que en Francia había un rechazo total hacia esta sociedad. Pero yo sigo sintiendo lo mismo. En eso no he cambiado. Entonces fue una elección. El hecho de llegar a Cuba y ver que todo cambia, sí que fue algo muy difícil. Difícil pero a la vez coexistente con las ganas de conocer, de experiencia en Cuba fue como el cambio de piel de una serpiente. Me hubiera querido quedar en La Habana si la situación no hubiera sido tan dura materialmente. En aquel momento en Cuba estaban pasando muchas cosas muy difíciles y complejas.

Y entonces decidieron venir a Barcelona. 

Venir a Barcelona fue una elección un poco más obligada. Allí sí que podría hablar más bien de un exilio. Recuerdo muy bien qué soñaba en esa época. Soñaba siempre en Cuba. Creo que para cualquier persona que se exilia es así. En sueños todo lo que te habla son las cosas del lugar que dejaste. Creo que fue Jorge Amado que dijo que el centro de gravedad de tu vida no para de irse hacia el país que has dejado hasta que se detiene en el lugar donde estás y esto tarda un tiempo. Tarda porque de alguna manera tienes que matar una parte de ti misma. La agonía es que tienes que matar eso que has vivido para volver a nacer. No se puede estar con eso dentro tan vivo. Tienes que encontrar una forma de renunciar a eso y esa es una decisión propia. Me recuerda a esa imagen de las hormigas que van del rosal al árbol, del árbol al rosal y las observas sin levantar la cabeza, incapaz de ver las estrellas que brillan en la noche. De alguna manera yo tuve que abandonar esa fijación en ese movimiento perpetuo del pasado. Quizás lo hice tarde. Alimentaba completamente los recuerdos por lo que sufrí un poco más de nostalgia de la que podría haber sufrido si hubiera sido más valiente en aquel momento.

044

Usted vivió un tiempo histórico en Cuba, el de la revolución cubana. ¿Qué aprendió de esa experiencia?

Nosotros íbamos a Cuba con una especie de sueño. Cuba era como una utopía. Fui con el padre de mis hijos que es catalán. Decidimos vivir en La Habana como los cubanos, no íbamos de turistas. Y creo que lo hicimos bien porque nos involucramos, nos entregamos totalmente a lo que se estaba haciendo. A mi modo de ver la sociedad de París iba en contra de mis ideas y de todo lo que me gustaba. Quizás por eso en Cuba descubrí cosas que no sabía que existían, cosas que estaban acorde con lo que yo quería o buscaba: la idea de justicia social, de hacer algo todos juntos para que el país y la sociedad vaya para delante.

Muy diferente a Europa, imagino.

Aquí en cambio residía la cuestión individualista del sálvese quien pueda. Mis padres siempre me decían que tenía que triunfar, casarme con alguien con dinero. Esa era su idea. Pero yo decidí que no era lo que quería. En Cuba aprendí mucho de todo lo que tenía que ver con el interés social, de querer hacer las cosas todos juntos. Creo que tiene mucho valor porque el pueblo cubano realmente merece mucho más de lo que le están atribuyendo. Y es una gran lástima. Tengo un  texto en el libro en el que lo digo: ¿Quién hablará de ustedes? ¿Qué pasará si llega Estados Unidos y logra imponer el mismo sistema capitalista que el que estamos padeciendo ahora? Se presentará el período de la Revolución como catastrófico y nada de lo que se construyó tendrá valor. No es justo. Una de las cosas más valiosas que aprendí de Cuba, espero que lo podamos llegar a vivir aquí, es que uno puede ser actor para cambiar las cosas.

¿Podemos?

Podemos echar a andar en la dirección que queremos. De Cuba también aprendí mucho de la relación con la gente, de su cercanía, de preocuparte por los demás. Los recuerdos que más repiten las personas cuando viajan a Cuba son este contacto humano, esa cercanía, el no ser extraño el uno para el otro, esa preocupación en el barrio… Saber que siempre hay gente o que cuando te enfermas te traen algo, te cuidan. Tú no eres una extraña, puedes ser mi hermana, puedes ser mi amiga, esa cosa profundamente humana. Se vive como se respira. No es algo impuesto. Algo que es tan importante para el ser humano y aquí lo hemos perdido. Aquí, en cambio, parece que siempre tenemos que romper barreras para acercarnos a la gente. Las personas están como muy separadas.

066

En su libro usted parece que viaje constantemente entre estas tres ciudades pero ¿por qué ha elegido esta manera de estructurar los capítulos? ¿No desorienta un poco al lector?

Los fui escribiendo sin orden. Cuando acabé no sabía cómo organizarlos: si ponerlos en el orden cronológico o buscar otro orden. Tomé consejo con un amigo profesor de literatura en la universidad. Quizás cronológicamente iba a ser como todo muy previsible, iba a perder ese concepto de búsqueda que quería mantener. Así que decidí romper la cronología y el orden lineal. Cogí cada parte del libro y la puse en un cartón. Empecé a jugar colocando los capítulos de diferentes maneras y a plantearme preguntas. ¿Por qué esta parte la pongo aquí? ¿Qué tiene que ver esto con esto? ¿Qué hilo hay que relaciona las partes del libro?.

¿Y lo encontró?

Sí. Creo que existe un hilo que relaciona los capítulos del libro: el hablar y la lengua, por ejemplo.

Precisamente el lenguaje es uno de los puntos clave que relata en el libro. ¿Qué le debe usted a Chomsky?

A Chomsky le debo mucho. Y creo que antes de escribir La bolita de papel no era tan consciente de ello. La lengua es algo muy decisivo para una persona. Hacer cosas con la lengua sin andar con el miedo de equivocarte. La gramática generativa y transformacional de Chomsky tuvo algo de eso. Fue como una gran revolución en el mundo de la lingüística porque se pasó de una visión más normativa a una manera más libre y creativa de entender la lengua.

Chomsky decía que cada persona que ha nacido en un país posee su lengua y tiene su gramática interiorizada de manera intuitiva. ¡Esa declaración fue un cambio tan brutal! Es como una democratización del lenguaje, de no pensar que hay jerarquías: los que saben más o los que saben menos. La lengua yo siempre la comparo con una casa. Todos estos muebles son míos por lo tanto yo puedo hacer con ellos lo que quiera.

Pero quizás no todo el mundo pensaba lo mismo de Chomsky. ¿Nos puede relatar mejor su experiencia en la Facultad de Letras de La Habana cuando llega una lingüista soviética “marxista” tal como la define usted en su libro?

Cuando empezaban los años 70, tuvo lugar el fracaso de la cifra de los 10 millones de toneladas de caña de azúcar. Cuba se había puesto una meta muy alta y fracasó. Entonces se decidió seguir el modelo económico soviético.  Esa decisión fue, desgraciadamente para Cuba, un gran desastre. Creo que no ser capaces de innovar en ese terreno es de las peores cosas que les pudo haber pasado a Cuba y a muchos otros países. El Che no quería eso pero Cuba se fue por la vía del modelo soviético, del centralismo extremo, del control sobre todas las cosas. En Cuba había que seguir lo que decía el comité central y la ideología marxista concebida de manera dogmática. Yo me considero marxista pero de otra manera.

En este contexto llegó a la facultad donde yo estaba enseñando una lingüista soviética. Hasta ese momento yo tenía un gran reconocimiento. De alguna manera introduje la gramática generativa y transformacional. Era algo que la gente no conocía y todo el mundo, tanto profesores como alumnos, quería saber de Chomsky. Hasta que llegó la lingüista soviética. Digamos que ideológicamente ella era como la autoridad. Si ella decía algo contra Chomsky eso iba a misa, era la versión oficial.

¿Y allí cambió todo?

Chomsky habló de los universales del lenguaje y dijo que para aprender una lengua podía haber una capacidad innata en el ser humano, que si no se desarrollaba antes de cierta edad, como se ve en los niños lobos, luego podía resultar imposible acceder al lenguaje de forma satisfactoria. Para la lingüista recién llegada la idea chomskyiana de lo innato no era posible porque desde un punto de vista “marxista” todo partía de lo social por lo tanto el pensamiento de Chomsky era como minimizar esa parte. Lo social opuesto a lo genético; lo adquirido opuesto a lo innato. No era ideológicamente una persona fiable y tampoco su teoría lingüística que fue puesta en cuestión. Así las cosas me encontré de repente que Chomsky ya no interesaba por la cual cosa llegué yo también a ser sospechosa. Empezaron a buscarme problemas hasta que no me renovaron el contrato. Fue una forma de echarme de la Universidad. Ese fue uno de los peores capítulos que viví en Cuba.

039

En un capítulo de su libro usted hace referencia a Lacan cuando habla del amor, por ejemplo. ¿El psicoanálisis tuvo algún papel en su historia de vida?

En mi familia hay mucha tradición de psicoanálisis pero yo nunca pasé por esa experiencia. He leído bastante y siempre me ha interesado. La relación que mi libro pueda tener con este tema quizás sea a través de la palabra. Entre el psicoanálisis y la escritura habría cierta similitud: ser escuchado, comprendido. Creo que habría muchos puentes en ese aspecto.

Supongo que en mi caso quiero escribir porque es una manera que me escuchen. Creo que lo decía Vila Matas que cuando uno escribe lo hace porque está enfermo, porque hay algo que no va bien. Es por eso que la poesía amorosa, por ejemplo, casi siempre es de desamor. Si eres feliz y te va muy bien no escribes poemas. Casi siempre escribes cuando algo anda mal así que sí creo que hay alguna relación con el psicoanálisis.

Escribir es como una vía de expresión que de alguna manera hace que te cures. Escribir es como revelarte a ti mismo quien eres. Quizás ahí habría un enlace con el psicoanálisis. No tanto por la teoría psicoanalítica, que la conozco poco, sino por el hecho de revelar algo de lo subjetivo.

¿Qué nos ha querido contar con La bolita de papel?

Alguien me dijo que era un libro de autoayuda. Yo creo que en cada parte del libro busco algo que, de alguna manera, empuje hacia la vida, que dé un impulso vital. Que me lo dé primero a mí misma pero quizás también a alguien que lo pueda leer. Creo que mis textos reflejan el deseo de buscar e inventar un poco nuestra realidad, en vez de soportarla y sufrirla. Es la búsqueda de cómo hacer para inventar esta realidad, para darle un vuelco.

En mi escritura no es que quiera contar algo que sea tan importante, no creo que haya nada tan importante en lo que cuento. Creo simplemente que se trata de hacer que nuestra realidad se convierta en otra cosa. Quizás sea eso lo que quiera transmitir: que podemos, a pequeña o a gran escala, transformar nuestra realidad.

Áudio de la presentación de los libros Estudios sobre la psicosis y Sobre la locura

Aquí podeu sentir o descarregar-vos l’àudio del diàleg que van mantenir
Fernando Colina i José María Álvarez
amb motiu de la presentació dels seus llibres 
Estudios sobre la psicosis i Sobre la locura
 En un acte presentat per Magne Fdez-Marban
el 28 de febrer de 2014 al Palau Robert, Barcelona

Presentación de los libros Estudios sobre la psicosis y Sobre la locura

Us convidem al diàleg que mantindran
Fernando Colina i José María Álvarez
amb motiu de la presentació dels seus llibres:

ESTUDIOS SOBRE LA PSICOSIS

SOBRE LA LOCURA

Presentarà l’acte: Magne Fdez-Marban
divendres, 28 de febrer de 2014
a les 19:00 hores

Palau Robert — Pg. Gràcia, 107. BCN
Entrada Lliure (aforament limitat)

Inminente publicación del Premio Internacional Antonio Machado: La bolita de papel

<div class=»separator» style=»clear: both; text-align: center;»><a style=»margin-left: 1em; margin-right: 1em;» href=»http://3.bp.blogspot.com/-hEHFp5_DbF0/UuzEEpETBdI/AAAAAAAAAKg/9FkeIbMoSFM/s1600/bolitaportadadef.jpg»><img alt=»» src=»http://3.bp.blogspot.com/-hEHFp5_DbF0/UuzEEpETBdI/AAAAAAAAAKg/9FkeIbMoSFM/s1600/bolitaportadadef.jpg» width=»263″ height=»400″ border=»0″ /></a></div>
<div style=»text-align: center;»><span style=»font-family: Georgia,’Times New Roman’,serif;»><span style=»font-family: Georgia,’Times New Roman’,serif;»><span style=»font-size: small;»><span class=»userContent»>Ya está a punto de salir de imprenta: <b>La bolita de papel</b>, de <b>Christine Arnaud</b>; obra que obtuvo el Premio Internacional Antonio Machado.</span></span></span></span>Un itinerario vital con enorme fuerza literaria. Una obra que esperamos que os sorprenda.<i>“De una c<span class=»text_exposed_show»>iudad a otra siguiendo la estela de un viaje tan poético como real, la mirada de la autora se desliza por los paisajes y los conflictos que encuentra, movida por el afán de desvelar los misterios del mundo y de gozar del inefable placer de vivir.” Rosa Regás.</span></i>

«Magnífico libro. Lo leí de un tirón.» Eduardo Galeano

</div>

Estudios sobre la psicosis


La publicación de Estudios sobre la psicosis es buen momento para proponer unas breves consideraciones sobre el autor y el libro. A saber:
1 1)   El reconocimiento que hace Jose María Álvarez de sus maestros intelectuales: sean los conocidos personalmente en los años de formación, y aquí la referencia a Fernando Colina es inexcusable, como, de otra manera la de Vicente Palomera, sean aquellos cuyo conocimiento ha sido recibido a través de los libros: Freud y Lacan, però también Cicerón o Joyce por mencionar dos epígonos.
2 2)   La capacidad del autor para participar en la creación de un equipo de trabajo clínico en Valladolid, al amparo de cierta levedad institucional y con un estilo colectivo que trasciende las individualidades. Estilo que se reconoce en la manera de estar y de hacer con los pacientes.
   3)    La facilidad para transmitir un saber, un estilo y una clínica que toman por ejes el respeto a la subjetividad de cada paciente y los campos de interès de cada alumno. Pacientes y alumnos enseñan a los enseñantes y los efectos de enseñanza penetran capilarmente en la polis. Creación de núcleos interesados en el estudio del psicoanàlisis y de la clínica de las psicosis más una labor editorial precisa centrada en los clásicos de la psiquiatría son algunos de esos efectos.
4 4)    La claridad y profundidad en el uso de la lengua. El estilo de José María Álvarez trasluce el amor por la tradición, recoge una elaboración de generaciones. Lejos de las fórmulas estereotipadas y del lenguaje universitario, disfrutamos con frases que, sencillamente, fluyen.
   5)   El conocimiento exhaustivo de los clásicos. Sean los clásicos griegos y látinos o los clásicos de la psiquiatria del XIX y del XX. Y la capacidad para transmitir con claridad las conexiones entre épocas y temáticas aparentemente dispares.
6 6)   Partir de una posición ética: Ni todas las concepciones del mundo proponen las mismas consecuencias ni las distintas concepciones de la psicosis persiguen los mismos fines. Situarse del lado de la responsabilidad subjetiva o a merced de los amos del bienestar tiene consecuencias bien distintas.
   7)  Sobre las novedades de esta edición de los Estudios sobre las psicosis, reescrito en su práctica totalidad, queremos destacar tres capítulos completamente nuevos: Nuestra psicopatologia que tambien podríamos titular Pathos y Ethos: una articulación de Cicerón con Freud en torno al lenguaje como aquello que enferma y alivia. La locura para principiantes: Un recorrido con algunos locos ilustres: Rousseau, Schreber, Nietszche, Nash y una loca sabia, la paciente de Colina primero y Álvarez después. Todos ellos nos hablan de la locura, la maldad y el sujeto que decide.
8  8) Finalmente: Las locuras de Joyce y Lucia. Es un más allá en la obra de Álvarez. Desde Lacan los textos sobre Joyce en el campo psicoanalítico son abundantes,  acaso reiterativos. José María Álvarez abre una puerta, con sencillez y con decisión, y nos enseña, cuidadosamente, un nuevo campo sobre el que deberemos volver.
Al lector le espera una lectura fructífera y agradable; al autor ampliar las lindes del nuevo campo y mostrarnos las futuras cosechas que dispondremos con gusto en la mesa de trabajo.
Magne Fdez-Marban

Catálogo de publicaciones

Colecciones que se disparan en múltiples direcciones

PROGRAMA EDITORIAL

col·lecció Calidoscopi
Carme Vilaginès
col·lecció Passatges
Núria D’Asprer
Algunos pasajes y otras meditaciones urbanas

Christine Arnaud

La bolita de papel
(Premio Internacional Antonio Machado)  

col·lecció Mirar amb les paraules

Silvia Fendrik
El falo enamorado.
Mitos y leyendas de la sexualidad masculina

Col·lecció Memòria de l’oblit

Anna Miñarro, Teresa Morandi (comps.)
Trauma y transmisión. 
Efectos de la guerra del 36, la posguerra, la dictadura y la transición en la subjetividad de los ciudadanos
en coedició amb FCCSM

col·lecció Schreber

José María Álvarez

Estudios sobre la psicosis
(nova edició reescrita i ampliada)

 

en preparació

Jacques Nassif
El libro de las muñecas parlantes

Massimo Recalcati

¿Qué queda del padre?
La paternidad en la era hipermoderna. 

Col·lecció Psicoteràpies
Antonio Pérez-Sánchez
 
Psicoterapia psicoanalítica breve

Altres col·leccions previstes

Parc Taulí
Espai Freud
 
Revistes:
SPECULUM, Revista del Aula de Psicodrama.
 
La casa de la paraula

La bolita de papel, de Christine Arnaud

Próximo título en Xoroi edicions:

LA BOLITA DE PAPEL
Christine Arnaud


«Camino por la calle con pasos rápidos. Apresurada. Todo es urgente: mi tarjeta de residente, las fotos de identidad, abrir una cuenta, preparar mis clases, dar las clases…. Atravieso las mismas calles sin pensarlo. No tengo tiempo para pensar. Al menos, en cosas que atañen al corazón. Y entonces el corazón se expresa por otra vía. Cuando le dejo algunos segundos, se cuela hasta mi mente y es él quien está ahí, latiendo en el fondo de mi bolsillo. ¿Cuántos días, semanas tal vez, llevo triturando con mis dedos esta bolita de papel? Vaivén incesante, mis dedos amasan la misma bolita, en el fondo del mismo bolsillo, cuando camino por las mismas calles. Pero hoy mis dedos se han vuelto más insistentes o tal vez es que he permitido a mis sentidos aflorar a mi conciencia y, de repente, ya no ha sido posible ignorar mi mano dando vueltas sin cesar a un viejo billete de metro en el bolsillo izquierdo de mi chaqueta, con tal insistencia que pronto se perderá en el agujero que he abierto en el tejido, sin darme cuenta.»

“De una ciudad a otra siguiendo la estela de un viaje tan poético como real, la mirada de la autora se desliza por los paisajes y los conflictos que encuentra, movida por el afán de desvelar los misterios del mundo y de gozar del inefable placer de vivir.” Rosa Regás.

«Magnífico libro. Lo leí de un tirón.» Eduardo Galeano

LA BOLITA DE PAPEL de Christine Arnaud.

Próximo título de Xoroi edicions:
LA BOLITA DE PAPEL de Christine Arnaud.

 

 La bolita de papel obtuvo el Premio Internacional Antonio Machado 2007, concedido por un jurado compuesto por Monique Alonso, André Bonet, Jean Claude Fasquelle,

 

Dominique Fernandez, Luis García Montero, Almudena Grandes, Annie Lacroix, Antoni Mulet, Renata Portet, Rosa Regás, Manuel Serrat Crespo, Pere Verdaguer y
Marie Claire Zimmermann.

 

“De una ciudad a otra siguiendo la estela de un viaje tan poético como real, la mirada de la autora se desliza por los paisajes y los conflictos que encuentra, movida por el afán de desvelar los misterios del mundo y de gozar del inefable placer de vivir.” Rosa Regás.

«Magnífico libro. Lo leí de un tirón.» Eduardo Galeano

Pasos en la niebla

Liados como estamos con eso que algunos llaman crisis, aprovechamos esta situación neblinosa, moviéndonos a tientas, aunque con premeditación y alevosía, para recuperar un viejo sueño: la edición. No hacemos más que volver a los orígenes del oficio de librero, tan estrechamente ligados a la edición. Xoroi edicions, así se llama la nueva, incipiente editorial que forma parte de La Casa de la Paraula.
Consecuentes con el lema de Xoroi edicions: “Colecciones que se disparan en múltiples direcciones”, hemos empezado editando cuatro libros muy diferentes entre sí. Con ello damos cuenta de la diversidad tanto temática como de lectores a los que nos dirigimos.
Caleidoscopio es el nombre de la colección más divulgativa. Pasajes correspondería a los textos más transdisciplinares, al merodeo entre los diferentes campos del saber y de la creación. Mirar con las palabras será la colección dedicada al ensayo sobre arte y literatura. Memoria del olvido: textos alrededor de esta cuestión planteada en el mismo título de la colección (desde la denominada “memoria histórica” hasta las poliédricas maneras del olvido). Schreber: libros dedicados al estudio de la psicosis. Junto a estas están previstas otras colecciones dedicadas a la teoría y clínica psicoanalítica, como también al ensayo y a  las obras de creación poética y  literaria.
Os invitamos a acompañarnos en este camino. A pesar de la niebla.

‘El falo enamorado’ de Silvia Fendrik. Una revisión de los mitos y leyendas sobre la sexualidad masculina

Después de haber escrito valiosos libros sobre el psicoanálisis de niños y sus protagonistas, desde Anna Freud y Melanie Klein hasta Arminda Aberastury y Telma Reca, y luego de haber escudriñado profundamente en la anorexia y la bulimia, Silvia Fendrik se anima a internarse en un tema tan apasionante como poco frecuentado, la sexualidad del varón, del hombre, no menos enigmática que la de la mujer, mucho más estudiada.

Fendrik fija su mirada en personajes arquetípicos, Hamlet, Don Juan, Casanova y Fausto, que encarnan un fértil campo de estudio y de reflexión. Todos ellos, sin duda, son el hombre frente (o junto) a la mujer; pero muy distintos entre sí, tal como los entiende esta mujer cuestionadora e inquietante que es Silvia Fendrik.

La relfexión de Silvia Fendrik culmina con un bello ensayo sobre Antígona, y es así una mujer la que cierra este estudio sobre la sexualidad del hombre. Fendrik comienza con un dato inesperado, poco conocido: Sófocles escribió Antígona veinte años antes que Edipo Rey y treinta antes que Edipo en Colono, que es la tragedia póstuma de Sófocles…
Del prólogo de Horacio Etchegoyen

‘Barcelona: passatges de traducció’, de Núria d’Asprer. Algunos pasajes y otras meditaciones urbanas

‘Barcelona: passatges de traducció’, de Núria d´Asprer.
Algunos pasajes y otras meditaciones urbanas

La metáfora del viaje probablemente es la más antigua de la humanidad. Los humanos nunca hemos vivido amarrados a un espacio, como lo hacen los pólipos, las esponjas o las ostras. Somos una especie que desde el origen se ha desplazado para encontrar lugares donde el equilibrio con la vida fuera posible. En este transitar tendemos a repetir los itinerarios que consideramos más idóneos. Por eso hacemos caminos entre los lugares por donde pasamos. De aquí que la misma vida pueda ser entendida como un viaje, como un tránsito hacia un final nebuloso. Vivir es pasar y morir es traspasar: «todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar», sentenció el maestro Machado.

En nuestro devenir, los pueblos viajamos en compañía de nuestras lenguas y damos nombres a los sitios por donde pasamos, nombres que se diversifican en las culturas urbanas: caminos, carreteras, vías, calles, plazas, avenidas, bulevares, calllejones, pasajes… El término pasaje es especialmente interesante. Para la autora de Barcelona: passatges de traducció, el pasaje es una vía intermedia que permite articular «un recorrido y una meditación sobre la travesía que es la traducción». Hete aquí la piedra angular de este libro breve, pero intenso y complejo: una reflexión sobre la traducción de las lenguas (Núria d’Asprer enseña en la Facultat de Traducció i Interpretació de la Universitat Autònoma de Barcelona) pero también de las ciudades y de la misma vida, un pósito de memoria que sedimenta en los lugares por donde pasamos. Para traducir se necesitan pasajes más que puentes, una forma de unión llana y directa.

Por otro lado en la ciudad de Barcelona existe una tipología y una estética de los pasajes, desde el Passatge Arcàdia, un «mordisco en una manzana de casas», una mezcla de calleja y galería, hasta el Passatge de la Indústria, de clara vocación comercial, o los pasajes a cielo abierto, como el Passatge Permanyer. La configuración y la designación de estos lugares, «fronteras del lugar y el no-lugar», permiten a la autora abrir canales de comunicación entre la historia, la antropología, la traductología, la literatura, la fotografía (Núria d´Asprer fotografía los lugares «para traducir la ciudad al amigo que no la conoce») y la biografía personal que se expresa en cursiva o, en la segunda parte del libro, en lengua castellana, porque la intimidad de muchas biografías es lingüísticamente bicéfala, y este hecho básico ha de ser puesto en evidencia en una traducción que persigue la autenticidad y rehuye  la traición, mal endémico de los traductores mediocres.

Cualquiera de los pasajes del libro (en otra acepción de la palabra pasaje, ahora con el sentido de fragmento de una composición literaria o musical al que vale la pena retornar porque ofrece alguna particularidad notable) es un regalo de sensibilidad, que unida a la capacidad de observación, documentación y relación personal de la autora, produce en el lector el deseo de traducir el recorrido de los pasajes de Núria d´Asprer a la propia vida: buscar un correlato de lugares y de vivencias, revisitar la memoria que se ha depositado en los caminos personales. Y así se cierra el círculo: al actualizar cada uno los lugares por donde ha pasado.

Del prólogo de Eduard Sanahuja

‘La otra cara de la adopción’, de Carme Vilaginés. Aspectos emocionales de los que no se habla

‘La otra cara de la adopción’, de Carme Vilaginés.
Aspectos emocionales de los que no se habla

El libro se propone elucidar aquello que es poco conocido o que se transparenta tan sólo en la actitud consciente de la pareja que ha decidido adoptar un niño. ¿Cómo se llega a esta decisión? ¿Cómo se ha digerido el duelo por el niño que no se ha podido tener por tantas razones —infertilidad o esterilidad de uno u otro de los cónyuges, miedo al embarazo, afán caritativo hacia la infancia abandonada?

Si las motivaciones para la adopción responden a una asimilación madura y coherente de las dificultades para engendrar de manera natural, el proceso de selección de la pareja adoptiva no ofrece demasiadas dificultades, excepto las que pueden derivarse de un niño adoptado más o menos traumatizado por el abandono de que ha sido víctima y por los trastornos genéticos potenciales que pueda vehicular. Pero esta pareja madura será capaz de asumir estas dificultades y dejarse guiar ante las dificultades que el niño adoptado pueda presentar.

El malestar surge, en cambio, en aquellas parejas que han llegado a la decisión y al anhelo ferviente de adopción como una salida precipitada a la gran frustración de no conseguir tener descendencia por las vías naturales o por la reproducción asistida. Cuando no hay capacidad para asumir esta gran contrariedad y decepción, la salida precipitada es confiar que la adopción pueda remediar el problema e, incluso, que pueda anular la misma experiencia del problema. Ahora la adopción como un recurso supremo serviría para eclipsar rápidamente aquel proceso de desilusión o de conflicto que la pareja negaría con tenacidad.

La autora quiere señalarnos que, en un número considerable de casos, esta problemática negada —la otra cara de la adopción— es responsable de las serias dificultades que surgirán cuando la adopción se ha realizado con estas premisas, las cuales agravarán las situaciones delicadas, a menudo ansiógenas, que cualquier adopción conlleva, incluso la que se da en las mejores condiciones por parte de la pareja adoptiva y por parte de la criatura adoptada.

Para informarnos de los acontecimientos que todo proceso de adopción implica, Carme Vilaginés nos hace seguir, con su sensibilidad maternal, con su intuición y técnica psicoanalítica y con una abundante casuística de una dedicación de muchos años, las vicisitudes con que adoptantes y adoptados pueden encontrarse desde el inicio e, incluso, desde antes de su encuentro. Dejando de lado los casos de adopción de aquellas parejas o familias que, aun contando con un cierto número de hijos, sienten la necesidad de aumentarlos o se deciden a hacerlo por razones humanitarias, la mayor parte de las veces se trata, como hemos dicho ya, de personas que han sufrido la contrariedad de no poder tener un hijo deseado, a pesar de las gestiones adecuadas que puede ofrecerles hoy en día la ginecología.

La autora nos hace sentir, o nos dice bien explícitamente, que adoptantes y adoptados se encuentran en una situación, en ciertos aspectos, paralela. El niño ha sido objeto de abandono por parte de los padres naturales y, por otra parte, la pareja adoptante también se ha sentido desvalida por la confirmación de su incapacidad genésica. Adoptantes y adoptados se encuentran en una situación de duelo: si el niño ha sufrido la pérdida siempre traumática de los padres, los adoptantes han sufrido, con más o menos trastorno emocional, la pérdida de su ilusión por engendrar.

Todo el libro se esfuerza en ilustrarnos de los errores que pueden producirse en el camino de superación de las carencias iniciales de adoptantes y adoptado. ¿Cómo puede llegarse a amar la realidad del hijo adoptado, con toda su carga traumática, con el resentimiento residual que conllevan las frustraciones precoces tan dramáticas, las heridas, de tan difícil cicatrización, que le han sido infligidas al niño abandonado? ¿Y cómo puede irse aceptando y amando la realidad de este hijo tan diferente a aquel de la fantasía desiderativa?  Todo depende del grado de madurez de la pareja adoptante, pero la autora nos dice que por muy integrados que estén, hay que instruirles y, si es necesario, hay que acompañarles en la problemática que toda adopción puede suscitar en las relaciones con el niño y el adolescente.

Entender la problemática del adoptado es comprender, entre otras cosas, su necesidad de búsqueda del propio origen, la incógnita de esos padres desaparecidos o que le han rechazado, entender el resentimiento, la indefensión o los paradójicos sentimientos de culpa que puedan generarse. Y entender también la necesidad de descubrir la realidad concreta de estos padres que puede aparecer en la fantasía con tan diversas facciones.

Del epílogo del Dr. Pere Folch Mateu.