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El bloc de la Casa de la Paraula sorgeix d’una iniciativa d’Antonio V. Cardoso que va proposar -a l’antic fòrum dels Amics de la Llibreria Xoroi- la creació d’una revista digital que apostés per la publicació d’articles creatius i innovadors sobre psicoanàlisi, psicoteràpies i els malestars contemporanis. La proposta d’Antonio i els comentaris que va suscitar van ser el primer article d’aquest bloc.

Carlos Rey: La Otra versus la Una

                                LA OTRA VERSUS LA UNA

No es la primera vez que el eminente investigador e historiador Rafael Huertas dice compartir con los Alienistas del Pisuerga la interacción existente entre historia y clínica. De hecho, la monografía publicada en 2012 por la editorial Los libros de la catarata que lleva por título Historia cultural de la psiquiatría, fue su anterior contribución a la apuesta de La Otra psiquiatría. La relación de Rafael Huertas con esa otra clínica que estudia y trata la condición humana data de 1997, que es cuando empezó a participar en los encuentros de La Otra psiquiatría. Los trabajos presentados y discutidos en dichas jornadas –y algunos más–  los ha reunidos bajo el título Otra historia para otra psiquiatría. Editado bajo el sello de Xoroi Edicions, este libro es el tercero de los publicados en su colección La Otra psiquiatría. Recordemos que los dos anteriores títulos fueron Estudios sobre la psicosis, de José María Álvarez y  Las voces de la locura, de José María Álvarez y Fernando Colina.

Esa otra historia que nos presenta R. Huertas  –cito al autor– no es «una historia positivista, descriptiva, acumulativa, complaciente con el pasado y acrítica con el presente, sino otra historia analítica, hermenéutica y crítica, que interpele al pasado para pensar el presente y para actuar o propiciar actuaciones suficientemente fundadas. (…) En definitiva, otra historia comprometida con otra psiquiatría, la que considera necesario cambios epistemológicos profundos sobre la naturaleza del trastorno mental y sobre el papel del experto (psiquiatra, psicólogo, psicoanalista, etc.) y del propio paciente –cuyo empoderamiento debe ser una prioridad absoluta–» en la clínica de las sintomatologías psíquicas.

La psique y su pathos no puede considerarse patrimonio de un único saber, pues desde la filosofía a la literatura muchas son las ramas del inacabable árbol de la sabiduría sobre la condición humana. «Es esta condición híbrida la que puede explicar las importantes diferencias epistemológicas que se producen en el ámbito de las disciplinas psi: cuerpo y alma; cerebro y mente; materia y pensamiento; neurotransmisor y significante; representan modelos antitéticos desde los que tradicionalmente se han elaborado los acercamientos a “lo mental”». A su vez, estos dos enfoques han producido una historiografía tradicional y otra crítica. La primera se caracteriza por «historias que pretenden mostrar esa evolución “lineal” de la psiquiatría, desde unos incipientes inicios hasta un presente de “máximo progreso”, que se tiende a asimilar con los avances de la biomedicina». En este polo historiográfico se han hecho fuertes las espaldas plateadas de la psiquiatría y la psicología que practican el pensamiento único.

En el otro polo historiográfico R. Huertas nos habla de esa otra historia de la locura, la que va más allá de la historia de la psiquiatría. Otra historia, crítica con el saber que devine en poder sobre el paciente y con las instituciones que se ponen al servicio del control social. Otra historiografía que tiene en cuenta los textos surgidos en el contexto de los años sesenta y setenta del siglo XX: Michel Foucault, Erving Goffman, Franco Bassaglia, Thomas Szasz; así como  las actualizaciones de esos discursos en los años ochenta, noventa del pasado siglo y primera década del actual, con los trabajos de Robert Castel, la historiadora estadounidense Jan Goldstein, el filósofo de la ciencia canadiense Ian Hacking y el historiador británico Roy Porter, quien nos propone una historia desde el punto de vista del paciente: de sus dichos y sus escritos. «Una historia desde abajo». Sobre este aspecto R. Huertas nos dice: «El punto de vista del paciente nos da claves para valorar que lo bio en salud mental no es solo lo biológico, sino también lo biográfico», así como para «comprender la violencia del diagnóstico y del estigma. (…)  La actualización de los discursos de la historia crítica de la psiquiatría, está proporcionando una solidez teórica y empírica a este ámbito de conocimiento, que camina hacia una historia cultural de la subjetividad como opción historiográfica (…) en la que el sujeto (mediatizado por el lenguaje) prima sobre la enfermedad, en la se presta la máxima atención a la subjetividad de la persona y en la que el pathos y el ethos se conjugan en el núcleo mismo del pensamiento psicopatológico».

A destacar, de los estudios que componen este libro, la aportación historiográfica de su autor al actual debate sobre la psicosis única y lo múltiple de sus formas, y sobre la continuidad y discontinuidad; sobre la semiología de la subjetividad, inherente al nacimiento del alienismo; sobre el concepto de perversión sexual en la medicina positivista y la construcción de un modelo médico sobre la delincuencia; así como el antes y después que supuso la publicación de El poder psiquiátrico de Foucault, en la historia de la psiquiatría y, sobre todo, en la historia de la locura.

Y porque la historia no es Una, R. Huertas nos trae a colación La filosofía de la locura, del precursor del tratamiento moral y del movimiento alienista Joseph Daquin, quien fue ninguneado por Philippe Pinel en su famoso Tratado médico-filosófico sobre la alienación mental. Y eso que el texto de Daquin fue publicado una década antes que el tratado de Pinel.

Juzgue el lector la actualidad de Daquin con esta cita que se reproduce en el libro de R. Huertas: «Quiero que el médico se acerque con parsimonia instruida y reflexionada, que no recete en la primera visita medicamentos enérgicos y demoledores incluso antes de que la enfermedad se haya desarrollado y, sobre todo, que no ofrezca, con la cabeza baja, remedios nuevos, cuyo mérito consiste en anunciarse en los papeles públicos y cuya eficacia estriba en dar dinero a esos voceros y falsos que se llaman inventores».

R. Huertas considera que «la historia de los trastornos mentales no puede ser una mera enumeración positivista de términos y conceptos, sino que es preciso contextualizarlos con esmero desde el punto de vista científico, social y cultural, con el fin de ayudarnos a pensar la locura   –y la clínica–  más allá del dato esquemático recogido y catalogado en la guía diagnóstica de turno».

En los manuales oficiales y académicos es observable la utilización  torticera de la historia. Como por ejemplo, en el intento de sustituir la neurosis obsesiva de la psicopatología clásica por el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) de la invidencia científica, como si fuera una evolución histórica natural, lineal y progresiva hacia el saber definitivo. «Un intento  –dice R. Huertas–  que es, cuando menos engañoso porque, en realidad, lo que hay entre una concepción y otra es una ruptura (de paradigma), pues las obsesiones y las compulsiones han transitado en las últimas décadas desde interpretaciones más dinámicas hacia orientaciones que son claramente biológicas. (…) Todo lo cual ha ido desplazando, cuando no anulando, el interés y las investigaciones sobre aspectos biográficos y culturales, en la génesis de los síntomas obsesivos y compulsivos». Sobre esta cuestión R. Huertas nos ofrece un riguroso análisis de los textos clínicos sobre las obsesiones en el seno del movimiento alienista francés; esto es, desde el nacimiento de la clínica hasta las últimas décadas del siglo XIX;  así como del ruido de fondo o el espíritu de la época –como se le quiera decir al contexto social, político y económico– que interactúa en la construcción de los textos clínicos. «Para el caso francés, parece evidente que la medicalización de las obsesiones, mediante su asimilación al modelo de la monomanía, surge en el momento en el que en la Francia posrevolucionaria tiene lugar el afianzamiento definitivo del poder burgués y el modo de producción capitalista».

Con Freud hay cambios y hay continuidad. «La obra de Freud supone un cuestionamiento del positivismo y el organicismo psiquiátrico», y la neurosis obsesiva es interpretada desde una concepción dinámica. «A partir de la obra de Freud se abre, pues, un camino diferente y fuertemente innovador desde el punto de vista nosográfico, pero también psicopatológico e historiográfico. (…)

El concepto dinámico de neurosis obsesiva se afianzó a lo largo del siglo XX para ser sustituido en el último tercio del mismo por categorías más acordes con las realidades socioeconómicas y con el pensamiento hoy día hegemónico en el ámbito psi; esto es, una psiquiatría biológica, una psicología conductista y una psicopatología estadística».

Resumiendo la importancia de esta novedad editorial que se presenta,  y en el decir del autor: «Sirvan estas páginas como propuesta epistemológica en torno a la necesidad de pensar históricamente determinadas cuestiones psicopatológicas que nos permitan valorar el peso innegable tanto de la clínica clásica, como de los elementos sociales y culturales que, en muy buena medida, contribuyen a elaborar (o construir) las categorías diagnósticas. (…) La existencia de un clínica de la subjetividad ya desde los mismos orígenes de la semiología psiquiátrica me parece incuestionable».

 

            Carlos Rey

Sapere aude, Carlos Rey (comentari a Las voces de la locura)

SAPERE AUDE

Carlos Rey

Psicólogo clínico-psicoanalista

Barcelona

carlosry@copc.cat

Alienistas del Pisuerga, psicopatólogos como la copa de un pino y referentes de la Otra Psiquiatría, Fernando Colina y José María Alvarez han escrito al alimón Las voces de la locura, editado por Xoroi Edicions. Treinta años después de mutua colaboración, estos estudiosos de la condición humana y su psicopatología nos refieren sus reflexiones acerca de las relaciones del lenguaje y la locura desde la perspectiva histórica. Analizando la historia de la subjetividad los autores llegan a la conclusión provisional de que las voces, las alucinaciones verbales o el polo esquizofrénico de las psicosis es un síntoma de la Edad Moderna. Como dicen los propios autores «la hipótesis es bastante osada, e indemostrable», «una hermosa especulación», «con cierta osadía» y «con propuestas quizás atrevidas». Vaya por delante pues, que los autores se sitúan en las antípodas de considerar la esquizofrenia como una enfermedad de la naturaleza, así como de la clínica jerárquicamente prescriptiva, de la ingeniería conductista y de la dichosa psicoeducación. Y, por lo tanto, más allá de la invidencia científica que el hegemónico modelo biomédico ha elevado a la categoría de pensamiento único y único saber posible y/o permitido. Pero vayamos por partes.

Uno

Como si de un programa de mano se tratara, los autores nos empiezan hablando de El automatismo mental. Del lenguaje como sustancia del alma. Y lo hacen marcando los referentes clínicos intemporales de la psicopatología: la histeria, la melancolía y la paranoia, o lo que es lo mismo,  los ingredientes básicos de nuestra condición humana: el deseo, la tristeza y la interpretación. A esta terna le añaden un cuarto elemento: el automatismo mental, a fin y efecto de dar cuenta de la relación del sujeto con el lenguaje. «Pero a diferencia de la histeria, la melancolía y la paranoia, el automatismo mental casi no tiene historia, por lo que suponemos que informa de algún tipo de cambio en la subjetividad».

Los autores rescatan las aportaciones de Séglas, Baillarger y, sobre todo de Clérambault, para preguntarse «si los trastornos del lenguaje son una manifestación de la psicosis o la psicosis es un efecto del desorden de la relación del sujeto con el lenguaje». Ante esta cuestión, los autores consideran que el concepto xenopatía –cualidad de experimentar el propio  pensamiento o los propios sentimientos como ajenos o impuestos–  tiene más recorrido que disgregación, escisión, disociación, discordancia o esquizofrenia, ya que les permite llegar a la xenopatía del lenguaje, para entender mejor la experiencia del sujeto «hablado, fragmentado, interino de sí mismo». Siendo las voces –o el polo xenopático de las psicosis–  coetáneas de la aparición de la omnis scientia y el acabose de un Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente, en tanto que la subjetividad humana «se abrió a nuevos tipos de experiencias respecto a las relaciones con el mundo, los otros y consigo mismo». Por todo ello «podríamos concebir la esquizofrenia como un síntoma de la ciencia, en la medida en que señala los límites infranqueables relativos a lo que la propia ciencia ignora de sí misma».

Finalmente, los autores consideran que el automatismo mental articula la clínica clásica con el psicoanálisis. Si con Freud «la división subjetiva se da como hecho constitutivo y el lenguaje la quintaesencia del ser», a partir de la clínica borromea de Lacan podría pensarse la xenopatía como «una experiencia común a todos los hombres, a partir de la cual surgiría la nueva pregunta de por qué no estamos todos locos o por qué no todos experimentamos el lenguaje como un ente autónomo que nos usa para hablar en nosotros y a través de nosotros». Esto sí que supone una vuelta de tuerca, aunque según la dirección de la vuelta, aprieta o afloja la clínica estructural neurosis versus psicosis. Si la afloja daría cabida a una «clínica continuista, en la cual la psicosis sería una experiencia originaria común de la que los neuróticos lograrían zafarse con éxito mediante el empleo eficaz de ciertos mecanismos defensivos».

Dos

En Las voces y su historia: sobre el nacimiento de la esquizofrenia, los autores desarrollan la idea de que la aparición de las voces debe atribuirse a un nuevo desgarrón atribuible a la Edad Moderna. En paralelo a que la ciencia generara un cambio de mentalidad, los espíritus –ángeles y demonios–  dejaron de intermediar entre Dios y los humanos. En esta nueva realidad «se ha ido entreabriendo un hueco que las palabras ya no aciertan a delimitar. La cosa en sí kantiana, la voluntad de Schopenhauer, la oscuridad de Schelling, la pulsión de Freud o lo real de Lacan dan testimonio de esa experiencia radicalmente moderna que conduce al hombre hasta los límites del lenguaje, allí donde la representación no alcanza a revestir el territorio existente». Dicho de otra manera: «La desaparición de los espíritus en nuestro imaginario nos confronta más directamente con los abismos que bordean la pulsión, es decir, con la omnipotencia de lo divino y el núcleo mudo de la realidad. Huérfanos de ángeles y diablos, las palabra del hombre moderno tienen que dar cuenta por sí solas de una divinidad sin Dios y de una realidad sin representación cada vez más descarnada». Por lo dicho, se puede deducir que «la esquizofrenia no puede ser anterior a este tiempo histórico, cuando la subjetividad descubre una incapacidad nueva y radical en el dominio del lenguaje». Siendo las voces respuestas «ante la presencia de ese real que ha surgido ininteligible, peligroso y amenazador».

Desde la perspectiva que aporta la historia, los autores nos llevan de la figura del visionario de Esquirol a la figura del ventrílocuo de su alumno Baillarger, para proponernos la nueva figura del xenópata que rescatan, principalmente, de Séglas y Clérambault. «La voz esquizofrénica representa la presencia ausente del otro que ocupa la escisión como un cuerpo extraño y a la vez impuesto».

Un paso más. En Origen histórico de la esquizofrenia e historia de la subjetividad, los autores escriben: «Las condiciones para afirmar que la esquizofrenia no es una enfermedad natural sino cultural e histórica, propia de la época moderna, no son comprensibles sin plantearnos una historia de la subjetividad». Esa historia nos dice que el representante psíquico de la identidad antes fue conceptualizado como el alma, espíritu, conciencia, yo, y actualmente como sujeto. Sujeto definido por los autores como el que «escucha, obedece y corrige tanto al otro exterior con el que hablamos, como al otro interior que habla y desea en y por nosotros. De manera que el sujeto camina siempre desdoblado en estas dos direcciones». Sujeto también en tanto sujetado a su inconsciente y a los discursos que genera cada época de la historia. «Por eso la locura no puede ser reducida a un hecho natural sino que constituye un acontecimiento histórico, si no el más grave quizá el más genuino de todos los que nos afectan».

Sobre lo dicho por Foucault, como primer historiador de la subjetividad, los autores quieren distinguir «entre lo estrictamente histórico y lo simplemente cultural». Las modificaciones culturales serían «los cambios en la presentación de los síntomas, la evolución de su tratamiento o la influencia que la recepción social ejerce sobre su apariencia». Sin embargo lo histórico es aquello que genera una radical transformación en la subjetividad humana, cuyo ejemplo que nos ocupa es la esquizofrenia como perturbación moderna. Por eso es pertinente, también, hablar de un sujeto histórico, porque no es la naturaleza sino la historia y sus discursos los que establecen «los perímetros de la identidad y la dimensión de los desgarramientos del sujeto que van sucediendo en cada época».

Tres

En Sustancia y fronteras de la enfermedad mental, los autores empiezan recordándonos los paradigmas o grandes modelos que han intentado dar cuenta de la sustancia y las fronteras de la locura, que serían cinco: la alienación, la enfermedad mental, la estructura clínica, el síndrome y la dimensión o el espectro.

Si la psicopatología trata de la sustancia y las fronteras del pathos, los autores nos dicen que actualmente hay dos corrientes, una la lidera el psicoanálisis y su psicología patológica, y la otra la lidera la psiquiatría biológica y su patología de lo psíquico. Ésta última –hegemónica en la academia y clínica oficiales porque es una disciplina de poder y no una ciencia médica– cada vez habla más de trastornos mentales, aunque siga pensándolos y tratándolos como enfermedades mentales o hechos de la naturaleza, y cada vez menos de su sustancia o esencia. Así, por ejemplo, el DSM cada vez es más ateórico

y su taxonomía se ha llevado a cabo sin considerar necesario definir qué es enfermedad o qué diantres es eso de la salud mental. En paralelo, la corriente de la psicología patología «destaca el análisis de las experiencias singulares del trastornado y privilegia el determinismo del inconsciente de los síntomas, su sentido y su causalidad psíquica, los mecanismos patogénicos específicos y la particular conformación clínica que el sujeto imprime en su malestar». Es decir: su responsabilidad y decisión subjetivas, «tanto en la causa, el desarrollo y la curación de su trastorno».

Respecto a la sustancia o esencia de la locura las opciones se reducen a quienes la consideran como un hecho de la naturaleza o una construcción discursiva.

Los límites y fronteras tienen que ver con cómo pensamos lo uno y lo múltiple o lo continuo y lo discontinuo. En definitiva, entre los que establecen o no fronteras entre la cordura y la locura. Si partimos de la base que el sujeto y su locura escapan a la reducción científica, se entiende que los autores afirmen que la «esquizofrenia es tan inexplicable como el genocidio nazi», ya que «ambos representan los límites perplejos de la causalidad y nos obligan a pensar concienzudamente las fronteras».

Los autores nos refieren que resulta llamativo comprobar que quienes tienen diferencias sobre la sustancia o esencia de la locura no las tienen tanto respecto de sus fronteras o discontinuidad. Kraepelin y Freud serían un ejemplo. El psiquiatra Ernst Kretschmen y la psicoanalista Melanie Klein serían otro ejemplo, pues aunque partiendo de tradiciones y argumentaciones diferentes, el primero apuesta por un continuum psicopatológico y para la segunda, «pionera en concebir una forma de psicosis generalizada y originaria, (…) no habría estructuras psicopatológica estables, sino posiciones por las que las personas transitan con relativa facilidad».

Para nuestros autores, tanto la visión discontinua como la continuista del pathos tiene sus ventajas y sus limitaciones. A la primera le sobran los casos inclasificables y «a la psicopatología continuista le faltan distinciones cualitativas y adolece de casos típicos». Dentro de la psicopatología psicoanalítica o estructural, por ejemplo, algunos autores han intentado resolver el problema creando categorías intermedias como los casos límites y las patologías narcisistas. En la primera clínica lacaniana se optó por ampliar el perímetro de las neurosis –locura histérica– y a partir del nudo borromeo el perímetro de las psicosis se ensanchó a fin de incluir en ella formas discretas y normalizadas de locura. «Con esta nueva opción, la rígida perspectiva estructural, partidaria de la discontinuidad, se vuelve más elástica y propende a lo dimensional».

Pareciera ser que, sobre los límites o fronteras entre la normalidad y la locura, actualmente asistimos a un cierto galimatías, ya que tanto el modelo biomédico como el de las estructuras clínicas están configurando el nuevo

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Massimo Recalcati, psicoanalista: “Frente a la evaporación de la figura del Padre-Amo no hay necesidad de sentir ninguna nostalgia”

La colección Mirar con las palabras, de Xoroi edicions, ha publicado recientemente un trabajo esencial de Massimo Recalcati  bajo el título de  ¿Qué queda del padre? La paternidad en la época hipermoderna, en una excelente traducción de Silvia Grases. Recalcati es, además de uno de los más prestigiosos psicoanalistas italianos, un reconocido articulista y personaje mediático en su país. Por una parte, el psicoanalista italiano ha tratado de lo que llama la Clínica del vacío, que sería una reformulación clínica muy renovadora del malestar contemporáneo. Por otra parte, aunque relacionado con lo anterior, ha profundizado en otro tema que es el del declive del Padre como fenómeno social que se da en el marco del tardocapitalismo y que coincide con el dominio del consumo de mercancías, químicas y tecnológicas, que se convierten en los objetos inmediatos de goce. Esta reflexión conduce a Recalcati a un análisis sobre la crisis de la figura paterna en la sociedad en la que vive (que es la italiana,  pero que tiene claros elementos comunes con la nuestra y con toda la sociedad occidental). Esto le llevará a la sugerente propuesta de lo que llama el  complejo de Telémaco como sustitución del complejo de Edipo. Antes de la publicación de El complejo de Telémaco. Padres e hijos tras el ocaso del progenitor, Massimo Recalcati escribe en el año 2011 el libro que nos ocupa. Es un libro imprescindible que  marca las líneas maestras que le llevan a su propuesta posterior. Un libro, en definitiva, más que recomendable para todos aquellos que quieran entender qué es lo que pasa hoy en esta sociedad que  etiquetamos bajo el tópico de “una sociedad sin valores”.

A partir de la publicación de este libro,  Luis Roca Jusmet entrevista a Massimo Recalcati. Estas son las preguntas y estas son sus respuestas.

¿Qué relación hay entre el declive del padre y lo que llamas la clínica del vacío? Planteas  que la clínica del vacío cuestiona la estructura clínica neurótica del sujeto dividido, la represión y el inconsciente, pero que al mismo tiempo no cuestiona las estructuras clínicas.

La clínica del vacío es una clínica que está caracterizada por el eclipse del deseo. Esta clínica no coincide con la psicosis, pero no se refiere tampoco a la denominada organización borderline de la personalidad. La clínica del vacío es una clínica que funciona en ausencia del inconsciente, en ausencia de lo que podemos llamar el síntoma metafórico, basado en la represión y el retorno de lo reprimido. El ejemplo más evidente de esta clínica del vacío es el de la anorexia: aquí el sujeto custodia un vacío disociado de la falta. Se aniquila el deseo y en esta medida no puede transformar el vacío en falta. Hay un proceso en el que se borra toda huella del sujeto del inconsciente. De esta forma hay únicamente un goce narcisista, un goce uno sin partenaire sexual. Es todo Yo y el sujeto queda totalmente disociado del Otro. Es el paradigma “frío” más puro de la clínica del vacío.

¿Quiere esto decir que la clínica del vacío haría referencia a una estructura clínica perversa o psicótica?

La clínica del vacío tiene en común con la psicosis y la perversión la primacía de lo real y de lo imaginario sobre lo simbólico. Primacía de lo real quiere decir aquí desregulación pulsional. Primacía de lo imaginario  basada en la fetichización del Yo y de sus objetos. Ni lo real ni el yo quedan vinculados al inconsciente. Falla lo simbólico, el Ideal que se transmite por la metáfora paterna,

La figura del padre que defiendes cuando hablas del complejo de Telémaco y que sustituiría a la del que surge del complejo edípico, ¿no es demasiado amable como para ser un agente de la prohibición? ¿Consideras necesario, como hacen algunos, reivindicar la autoridad de este padre en declive para restablecer este orden simbólico en crisis?

Cuando hablamos del padre que está en declive estamos hablando del padre de la ideología patriarcal, que no es otra cosa que el Padre-Amo. ¿Qué queda del padre?No lo podemos idealizar. Su voz es la de una ley que excluye la excepción y la de una autoridad que excluye el deseo. Su pedagogía es de naturaleza fascista. Este padre es el que habita las pesadillas de la neurosis, es el de la ley, que goza al infligir su castigo. La neurosis no deja de ser una interpretación exclusivamente sacrificial de la ley. No capta, por citar una máxima evangélica, que no es el hombre el que está hecho para la ley, sino que es la ley la que está hecha para el hombre. Frente a la evaporación de esta figura de la paternidad no hay necesidad de sentir ninguna nostalgia.

¿Cuáles son las implicaciones políticas de este declive del padre? ¿Es Berlusconi un síntoma político de este declive del padre?

El berlusconismo ha mostrado los efectos de la caída del padre. Ha reducido al padre a la triste  figura del “papi” en la que este aparece con la forma de la farsa. Ha invertido la idea del padre como símbolo de la Ley de la castración, que limita el goce, en la del “papi”. Es la  expresión del goce que deviene la única forma de Ley.

 También el movimiento 5 estrellas, ¿cuál es su papel respecto a este declive del padre?

En el movimiento 5 estrellas la figura de Grillo introduce, por el contrario, la figura de un padre cuya apariencia es la del hermano, pero cuya prepotencia restaura la del padre freudiano de la horda. Él ha generado el movimiento 5 estrellas, él lo puede deshacer cuando quiera. En el movimiento 5 estrellas se predica la igualdad pero, al igual que en la granja de animales de Orwell, hay alguien que es más igual que los otros…

 

Agradecemos a Massimo Recalcati sus breves pero condensadas palabras. Y a Silvia Grases por habernos puesto en contacto con él y haber traducido sus respuestas.

Psicoanálisis y actualidad, de Ricard Millieri

Este artículo de Ricard Millieri surge de la labor de un grupo de trabajo llamado “Subjetividad, PsicoanálisIs y Postmodernidad”. Muy posiblemente publiquemos algún otro artículo de este mismo grupo.

PSICOANÁLISIS Y ACTUALIDAD

Ricard Millieri

 El significante crisis parece presidir la actualidad. Crisis económica,  social,  de valores,  política y de la justicia. La ética, la solidaridad, el humanismo, el compañerismo y la honradez están también en crisis.

Naturalmente el psicoanálisis no está por fuera de esta crisis global. Ni por encima, ni más allá. Está concernido e interrogado.

Concernido porque también padece su propia crisis. Interrogado porque desde el psicoanálisis  se puede y se debe arrojar algo de luz sobre las causas y consecuencias de todo este desastre.

Entonces estamos en una situación bifurcada en dos grandes campos: el de la crisis interna propia del psicoanálisis y el de la necesidad de dar respuesta al significante crisis y ponerlo a trabajar.

Diríamos que el psicoanálisis parte de premisas y axiomas que hoy resultan prácticamente inaceptables en el contexto de las circunstancias actuales. No se pueden plantear cuatro o cinco sesiones semanales, no se pueden asumir económicamente por el gran público, las tarifas que habían regido hasta ahora y, por último,  es impropio del tiempo en que vivimos que se planteen tratamientos de años.

Es preciso que reconozcamos que estamos en otra época y no podemos pretender seguir abordando los análisis de la misma forma que hace cien años. La realidad de la demanda actual y las condiciones sociales y culturales son radicalmente distintas de las de hace tan solo treinta años. Las condiciones en las que hay que ejercer la práctica clínica se han transformado y complicado mucho respecto a las inercias que venimos arrastrando desde la creación del psicoanálisis.

Las circunstancias actuales actúan como algo  que se impone y que nos obliga a posicionarnos, actualizando con creatividad, con rigor teórico y sin miedo, tanto los dispositivos del psicoanálisis como las teorías.

El psicoanálisis desde sus inicios siempre ha estado presente en la primera fila de la cultura. Y sigue estando presente pero ha perdido la primera fila, situándose muy por detrás. Sigue ocupando un lugar en la filosofía, en la sociología, en la antropología, en el teatro, en la literatura y en el arte en general, pero no un lugar con la importancia que le correspondería.

Muchos y complejos son los factores que han influido en esta debilitación de su influencia social y cultural. Los grandes intereses económicos, la torpeza de muchas burocracias estatales que no aciertan a adaptar sus rígidas estructuras permitiendo que el psicoanálisis pueda integrarse con carta de ciudadanía normal. Y por nuestra parte, el anclaje de la teoría psicoanalítica y de sus dispositivos prácticos a esquemas tradicionales y anticuados.

También la enorme carga de verdad, de querer saber, que comporta el psicoanálisis, en un mundo que está preconizando todo lo contrario: el no querer saber, el aturdimiento, la creencia de que todo es posible en manos de la ciencia, la técnica y el estado, y que el consumo conduce a la ansiada felicidad.

Ya hemos dicho que la crisis bien puede ser el significante principal de nuestro tiempo.  Por lo menos uno de ellos. Crisis económica, social, cultural, decíamos, crisis de valores éticos… En definitiva, percibimos la impresión de que todo está en crisis. ¿Cómo no va a alzarse la depresión como un monstruo que hace signo de nuestra desorientación, de nuestra impotencia y de nuestro sentimiento de fracaso?

El consumismo exagerado como promesa de felicidad, la confusión de los verbos ser y tener al conjugarse como sinónimos: se es lo que se tiene y no se es, si no se tiene. La desculturización progresiva de la juventud con niveles de desconocimiento francamente alarmantes, la generalización de las dificultades para poder simbolizar –todo son pearcings y “tatus”-el culto a la imagen y a todo lo imaginario, la progresiva substitución de la realidad real por las realidades virtuales y, si seguimos a Charles Melman o a Milmaniene, [1] la alarmante psicotización  y la perversión creciente de los individuos.

Creo que todos podemos acordar que estamos asistiendo a un cambio cultural casi sin precedentes y resulta pertinente preguntarse si tal cambio no está poniendo en duda la eficacia y utilidad del psicoanálisis; si no lo está poniendo en una situación crítica, en una crisis.

¿Es el psicoanálisis adecuado a las nuevas circunstancias sociales y a las nuevas características clínicas? ¿Todavía se muestra útil y eficaz? ¿Posee un corpus teórico capaz de convivir con los actuales avances científicos?

Estas son algunas de las grandes interrogaciones que se abren en el campo del psicoanálisis y las respuestas no son precisamente fáciles.

Lacan en el Seminario 17 “El reverso del psicoanálisis” empieza a definir un nuevo discurso que no opera como los anteriores, que son: el discurso del amo, el universitario, el histérico y el psicoanalítico. Es distinto, lo definirá definitivamente en la Conferencia de Milán, como una deformación del discurso del amo. Se trata del discurso que él llama Discurso Capitalista. No voy a entrar aquí a escribir los matemas de cada discurso, me limitaré únicamente a señalar que de él se desprende como consecuencia de discurso, el imperativo ¡goza!  Se produce, se pretende producir, mejor dicho, un goce. Al menos esto es lo que se ofrece. Se promete el Nirvana a golpe de consumo. Consume y sé feliz sería el eslogan. Y por encima de todo, no sufras, no padezcas, que no sientas ninguna incomodidad.

El capitalismo se apoya en la ciencia y en la técnica para producir objetos de goce.

En el discurso del amo se trata de formar esclavos obedientes que sepan lo que el amo espera de ellos. Ya Hegel explicaba que el esclavo debía saberse esclavo para que el amo pudiera serlo y, en definitiva, ninguno de los dos era nadie sin el otro.

El discurso capitalista es la perversión del discurso del amo. El capital se reproduce a sí mismo; capital produce más capital, y esta es la perversión.

En el discurso del amo hay que ser alguien para poder tener algo, mientras que en el discurso capitalista hay que tener algo para poder ser alguien.

Se es alguien para un otro. El significante sujeto sólo tiene significación para otro significante. Sin el Otro no somos. Si todo lo que eres es por lo que tienes, se produce una inconsistencia de ese otro. Hay autores que justifican esta inconsistencia creciente del Otro en la actualidad[2], por el retroceso y la dilución de la figura del padre y de su

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[1] Charles Melman fue responsable de enseñanzas en la Escuela Freudiana de París y fundador de la Asociación Freudiana Internacional. Tiene numerosas publicaciones.

José E. Milmaniene, “El lugar del sujeto”, Buenos Aires 2007, Editorial Biblos

[2] Charles Melman y MIlmaniene, entre otros.

Patricio Vélez, artista visual: “Sin transgresión no habría creatividad en la infancia, ni en las artes ni en las ciencias ni en nada”

Teresa Gómez Martorell dialoga con Patricio Vélez

Foto Miriam Rocha-2012

PATRICIO VÉLEZ EXPONE 16 DIBUJOS DE LA SERIE: EL DIABLO EMPUJA LA MANO, EN LA CASA DE LA PARAULA

Del 29 de Marzo al 23 de Abril 2016

 

T. G.: Bienvenido a La Casa de la Paraula

P. V.:  Muchas gracias.  Estoy muy contento de exponer aquí. Vine por primera vez a la bella exposición de fotografías de Nicole Gagnum presentadas con un impecable texto de la señora Emilia Colomer,  y  luego asistí al coloquio del señor Francesc Puntí. Todo me pareció muy estimulante y se despertó en mí el deseo de exponer aquí los nuevos dibujos, en este espacio rodeado de libros de psicoanálisis, antropología, historia, literatura en general, en lo que yo llamo un camino epistemológico del conocimiento. Un buen lugar para el arte. Les agradezco por la acogida tan cordial que me brindan.

Hace unos años, leí un texto sobre la leyenda de la invención del dibujo de Plinio el Viejo, en el que una joven trazaba una línea alrededor de la sombra de un hombre proyectada en una pared.  Cuando vi estos dibujos que presentas en La Casa de la Paraula: El diablo empuja la mano, inmediatamente la asocié con esta historia. Pero respecto a tu caso, ¿cuál es el origen de esta serie?

Ahora que lo dices, si, recuerdo esta historia que Plinio el Viejo nos ha reenviado como un mito fundacional historiado. Pero como digo en el catálogo, la silueta de las manos ya se encuentra en las artes parietales prehistóricas y es constante  a través de los tiempos.

En el caso de estos dibujos puedo decir que el origen está en la infancia, cuando uno descubre el papel y el lápiz y traza con curiosidad los garabatos y las siluetas de los objetos, siendo las propias manos una representación gozosamente inevitable. Son los juegos del dibujo. Todos los hacemos. Los juegos son altamente simbólicos y sirven de lazo entre nuestra subjetividad y el mundo.

Volviendo a los dibujos que presentas ¿hacia dónde el Diablo empuja esta mano?¿Hacia dónde van?

Creo saber de dónde vienen y de mi necesidad de dibujarlos. Uno de los alimentos de la imaginación es la memoria y aquí he tratado de ser fiel a algunas experiencias vividas. Insisto en los juegos pero también en las experiencias de hacer y construir, tanto como de evocar algunos aspectos que pueden parecer indecibles: la conciencia del rostro y de la máscara, el miedo, el humor, las heridas, los afectos  y, evidentemente, lo absurdo que fluye por sí mismo.

Volviendo a tu pregunta, llanamente diré que van a la mirada y la mente de quien los observe. Cada persona elaborará su propia percepción y completará el proceso creativo. O no; pero no soy tan pesimista.

¿Y el título de la exposición?

Maravilloso. No es mío. Es un refrán de la cultura popular ecuatoriana. Sin él, estos dibujos no existirían. Corresponde a la advertencia que nos hacían los mayores cuando jugábamos arriesgadamente, incluso con las palabras, y nos podíamos hacer daño.  En consecuencia, hacíamos lo que queríamos, conscientes de la advertencia pero sin sacrificar nuestra libertad. Sabemos que la transgresión es un atributo infantil necesario. Sin ella no habría creatividad en la infancia y, amplío el horizonte,  ni en las artes ni en las ciencias ni en nada. Quien no arriesga no cruza el río. Asunto muy interesante es saber qué y cómo se transgrede, empezando por uno mismo.

Estos dibujos están realizados con papel carbón, práctica cuando menos rara en nuestras artes. ¿Por qué? ¿Qué te aporta esta técnica?  

Ya desde pequeño me fascinó el papel carbón; eso de dibujar sin ver los trazos y luego al levantarlo encontrarte con sorpresas… parece el encuentro con la cueva de Alí Babá o la caja de Pandora.  En la adolescencia también lo utilicé, pero fue en Paris,  en la década de los setenta cuando lo usé intensamente para escribir los diarios personales, hacer libros,  dibujar en sí mismo. Todo esto bajo la influencia de la escritura automática y la asociación libre. Sin embargo, por primera vez, hace unos dos años, me propuse trabajar con él de manera sistemática, en la serie que nos ocupa. Así, sostenido por el Diablo, he realizado más de cien dibujos, representando diferentes temas, desarrollos y variaciones.

El papel carbón es muy sutil al tacto. Con él se pueden obtener amplias gamas de grises y los negros son intensos. Todo depende de la presión que ejerza con la punta metálica que utilizo para dibujar, como en el grabado a la punta seca. Y no se puede borrar. Los trazos son definitivos, a la primera. Esto es un gran incentivo. Valga decir que esta serie no la he dibujado totalmente a ciegas sino que he levantado el carbón cuando necesitaba ver cómo se configuraba la imagen. En algunos casos también he utilizado reservas y en otros me he guiado por leves trazos de lápiz sobre papel blanco.

 

patricio

Mariana Freijomil: Sobre un choque entre Nuit et Brouillard (1955) y La sang des bêtes (1949)

Apuntes sobre la proyección de ambas películas en el ciclo “Fantasmagories del Desig”, Filmoteca de Catalunya,  28 de enero de 2016

Desde los muros de Auschwitz, Alain Resnais filmaba el primer documental que miraba de frente el holocausto. Las imágenes en color de los edificios abandonados entre la hierba desafían al espectador alentándole a evocar todo lo que ocurrió allí, de lo que, aparentemente, no ha quedado rastro. La respuesta a este vacío es un trabajo de archivo en el que las imágenes tomadas por los SS y, posteriormente, por los aliados reconstruyen la vida diaria del campo, con la complicidad del guionista Jean Cayrol, que sufrió la deportación en primera persona. Nuit et Brouillard (1955) se erige así como un documento no sólo de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, sino de cómo opera nuestra memoria al tratar de retener la historia ante la amenaza constante del olvido.

Entre los planos de las fotos fijas de los campos a pleno rendimiento y las filmaciones de los cuerpos huesudos cayendo a las fosas comunes nuestra mirada es interpelada: hemos llenado el recinto vacío de Auschwitz con la información que nos proporcionan los testimonios, exponiéndose así los mecanismos científicos y fríos que regían la ejecución del exterminio y de trabajo.

Y sin embargo los vacíos siguen ahí, entre las rendijas de los fotogramas que no dejamos de revisar cuando, cada año las efemérides de los periódicos, los telediarios y los post de las redes sociales nos recuerdan con exactitud estudiada que tal día como hoy aquello terminó. Nuestros constantes intentos de preservar el pasado, contándolo una y otra vez nos recuerdan que en Auschwitz la hierba sigue creciendo y que nunca la veremos como aquellos que dejaron su vida allí.

La imagen histórica nace desde un abismo imposible de cruzar pero irresistible a la vez. Si no hay imágenes donde ver el pasado, no importará: las haremos o las encontraremos en otras. Las montaremos dialécticamente como Godard en Histoire(s) du cinéma, las recrearemos como Peter Watkins o Rithy Panh, hurgaremos en los archivos como el propio Resnais o Chris Marker. O quizás  un día veremos una película que hará ese vacío más pequeño. No tenemos la imagen del interior de una cámara de gas ni la de los comandantes leyendo la orden de acelerar las ejecuciones al final de la guerra, pero sí tenemos el golpe preciso del matarife en la cabeza de un caballo blanco en La sang des bêtes (1949) de Georges Franju.  En ese instante nuestra imaginación actúa como la bisagra de una puerta y lo que vemos nos responde furibundo: ¿acaso no es este orden y precisión de matarife el que no veíamos en las imágenes de los campos de concentración? ¿no es la cadencia ordenada al cortar las patas de los corderos degollados el gesto que no se pudo retener sobre los cuerpos de Auschwitz? ¿no es un gesto horriblemente familiar en el que resuena la responsabilidad colectiva que clama el final de Nuit et Brouillard?

Image 17No podemos evitar vernos como las monjas que acuden en busca de grasa al matadero de París que retrata Franju, como parte de un engranaje que trasciende a los campos de exterminio y salpica nuestro tiempo. Al igual que el protagonista de La cuestión humana (2007),  responsable de recursos humanos, nos encaramos a que las reglas y métodos que implementamos y aceptamos en nuestro ámbito laboral siguen la misma sistematización de la explotación del matadero y del campo.  Así, la relectura del pasado operada desde las imágenes de Nuit et Brouillard y Le Sang des Bêtes se hace escritura, en un movimiento y proceso que nos asimila a la máquina de Hayao en Sans Soleil (1983) de Chris Marker. No podemos evitar mezclarlas y crear patrones entre ellas, regidos por lo que ya sabemos, por nuestro presente y por la experiencia del choque entre los fotogramas. Las montañas de pelo, la piel humana que se usaba como papel en los campos de exterminio son los huesos de las vacas atesorados para hacer maquillaje en el matadero de París, pero también son ser la cifra de desempleo anunciada en las noticias o la última balsa de inmigrantes naufragada, porque todo obedece al mismo sistema: el capitalismo. En la reescritura de la memoria desde la imagen al final estamos nosotros, entre lo que queda hoy de Auschwitz en nosotros.

 Mariana Freijomil

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Montserrat Rodríguez Garzo, psicoanalista: ‘Intervalos’ trata de pensar las maneras con las que el ser hablante se representa.

A propósito de la creación de INTERVALOS, entrevistamos a una de sus fundadoras.

INTERVALOS es una zona clínica para trabajar en el margen de la salud mental. Su objeto es el estudio de los lenguajes artísticos, el psicoanálisis y las ciencias sociales, y sus actualizaciones. Está inscrita en Brumaria, y se irá desarrollando principalmente en Barcelona, en La Casa de la Paraula. Sus fundadores son: Javier Codesal, artista visual; Blanca del Río, historiadora del arte,  Lorena Fernández, psicoanalista, y Montserrat Rodríguez, psicoanalista. Conversamos con Montserrat Rodríguez Garzo en compañía de Blanca del Rio.

Entrevista realizada por Teresa Gómez-Martorell                              Fotografías: Lucía Piedra

 

1-La primera cuestión es la elección del nombre para vuestro proyecto formativo. Como definición, un intervalo es un espacio o una distancia entre dos valores. ¿Por qué habéis escogido este nombre?

No es cualquier cosa lo de elegir un nombre, pero en esta ocasión no ha sido complicado porque venía dado. Nos lo dio un proyecto artístico, expositivo, que Javier Codesal comisarió con Paco del Río; la idea era de Paco, un proyecto sobre las representaciones de la relación entre las culturas del flamenco y el arte contemporáneo. Y es curioso, acabo de caer en que en esta zona clínica hay alguien especialmente vinculado a sus orígenes, Jorge Ribalta, que también tuvo que ver con el proyecto que nos da el nombre. Bueno, retomo la pregunta sobre la elección del nombre. Intervalo, como bien dices, es un concepto que indica la relación de dos valores; una especie de secuencia mínima que representa el sujeto. El sujeto no es la persona; es un concepto de definición compleja, pero todos vamos a entender que el ser humano es un ser que habla, que está en el lenguaje, enganchado ahí, y sea autista o neurótico, quiere ser, y es el lenguaje, el Otro, el que dice de su forma de ser. Intervalos trata de pensar las formas del ser, las maneras con las que el ser hablante se representa.

2- ¿Qué valores planteáis?

Vamos a trabajar con los valores del lenguaje en tres ámbitos discursivos: el pensamiento psicoanalítico, el artístico y el de las ciencias sociales, sin excluir otros ámbitos de conocimiento, si lo consideramos oportuno para desarrollar nuestras preguntas.

3- ¿Qué queréis conectar?

Conectamos los hechos de lenguaje que afectan a nuestras preguntas. Vamos a trabajar con aquello que revierta en el saber de la clínica psicoanalítica, quizá sin viceversa, pero esperamos que el discurso psicoanalítico sea una herramienta para ampliar los campos del conocimiento en los que estamos implicados.

entrevista2Teresa Gómez-Martorell y Blanca del Rio                              Foto: Lucía Piedra

4-Me comentásteis que hace unos años se creó un proyecto en el MACBA en el que personas diagnosticadas de patologías mentales graves estuvieron trabajando con psicoanalistas. ¿Cómo fue esta experiencia y que os aportó como profesionales?

A esta pregunta he de responder a título personal. El proyecto se inició en 2002, respondiendo a una demanda de los Centres de Dia de la Xarxa de Salut Mental de Barcelona. Estos Centres de Dia hicieron una demanda psicoterapéutica al museo, y respondimos con una propuesta analítica dirigida a saber de los procesos de creación del lenguaje; ese era un interés de Programas Públicos del Macba en aquel momento. Con los años, con el trabajo, fuimos sabiendo algo más de la mecánica de las producciones del sujeto y del lenguaje en las psicosis y en las producciones artísticas. Mi ensayo, Esquizofrenias y otros hechos de lenguaje. De la clínica analítica del Macba (2002-2013), recoge esta experiencia clínica en el margen de la salud mental.
Añado que el área de psicoanálisis de este proyecto la compartimos con Lorena Fernández Vega, también psicoanalista.

5-En este proyecto, Intervalos, ¿cómo relacionáis la práctica artística y la ciencia social con la práctica psicoanalítica?

No hay relación, al menos a priori, más allá de lo que vamos diciendo, que toda producción humana es un hecho de lenguaje, y que su especificidad viene determinada por lo que causa ese hecho de lenguaje. De lenguaje están hechas Monos como Becky y Los pies que faltan; de lenguaje están hechas la tesis doctoral de Lacan, El nacimiento de la clínica y el D.S.M.V; todo son hechos de lenguaje, pero proceden de ámbitos discursivos distintos, de ahí nuestro interés en saber de sus causas y de las políticas en las que se sostienen sus producciones.

6-¿Cómo vais a enfocar vuestros seminarios? ¿Qué temas se van a tratar?

Hemos previsto cinco campos de trabajo: Niños, Daños y causa médica, Polimorfismos, Colonialismos y Operaciones del lenguaje. En cada campo se abordarán cuestiones que preocupan a la clínica, y serán estudiadas desde tres ámbitos del conocimiento: el pensamiento artístico, el psicoanálisis y las ciencias sociales. No excluimos la ciencia médica: su presencia será permanente, pero puntual. Por ejemplo, para un seminario de Daños y Causa médica, podríamos decidir investigar las patologías autoinmunes o las disgrafías, ¿qué dice de eso la antropología, el psicoanálisis y la psiquiatría?, ¿cómo lo dice un artista? Trabajamos de manera transversal, abordando las cuestiones desde distintos ámbitos discursivos, convocando la ética, la política y el cuerpo… y sus síntomas. Sobre cuestiones metodológicas, queremos señalar algo importante: las sesiones serán de debate, de puesta en común, con los participantes y los docentes que representen las tres áreas, y habrá un cierre clínico por seminario.

entrevista3Montserrat Rodríguez y Teresa Gómez-Martorell               Foto: Lucía Piedra

7-Hay una referencia a Francesc Tosquelles como ideólogo / inspirador de este proyecto. ¿Podrías darnos una introducción a su persona y pensamiento?

Francesc Tosquelles aparece con insistencia; es un clínico extraordinario. Hablábamos de esos años de clínica analítica en el Macba; cuando el trabajo ya tenía el recorrido suficiente hubo que plantearse la formalización teórica y la inscripción política de este dispositivo; y no era fácil, por no haber antecedente de una práctica similar en el margen de la salud mental. Pero algo había. Eso nos llevó por la vía rápida a la posición clínica y política de Tosquelles. Es mucha la cercanía. No vamos a olvidar que la primera lectura de Lacan, cuando no existe lo lacaniano, se hace en Reus y en Barcelona en los grupos de lectura de Emili Mira, antes del golpe de estado que dio lugar a la Guerra Civil; ese trabajo de Mira puso en la maleta de Tosquelles una tesis en la que se tambaleaban los principios de la psiquiatría de la época. Me gusta pensar que la tesis de Lacan era el fundamento de su equipaje, que Tosquelles, exiliado, con ese objeto en la maleta entró en Francia con un buen fondo de armario. En Intervalos, vamos a trabajar las cuestiones clínicas con no profesionales de la clínica, para saber de la clínica. Creo que con Tosquelles hemos entendido bien que los no profesionales de la salud mental también saben usar de manera productiva sus modos de goce; que la salud mental pasa por sanear las instituciones que administran lo que pertenece a la ciudadanía; y que lo que llamamos salud mental no es exclusiva del campo de la psicopatología, es una cuestión social y política. Y esto, Tosquelles lo compartía con Freud y con la lectura que Lacan hizo del texto freudiano. Tosquelles no rechazaba la psiquiatría, sabía trabajar en ese territorio complejo en el que se articulan pensamiento médico y psicoanálisis para tratar el ser, “el ser monja, el ser comunista, el ser psiquiatra…” .

8- Louise Bourgeois tiene una obra a mi parecer muy emblemática: Art is a guaranty of sanity. El arte es una garantía de salud mental. ¿Qué acuerdos y desacuerdos os sugiere esta declaración?

Nos sugiere acuerdo, sin duda, porque no hay relación alguna entre arte y psicopatología, a pesar de la abundancia de materiales, digamos oscuros, alrededor de esa relación. Y vamos a trabajar con esa oscuridad. El uso de técnicas y procedimientos artísticos, sea precario o magistral, no es garantía de que lo que resulte constituya una producción artística. Para que haya producción artística, ha de haber artista; esa es la garantía, el trabajo con el lenguaje de ese ser hablante que se sujeta al Otro de manera extraordinaria. La enfermedad mental es una construcción sociopolítica ajena a la clínica de la evidencia y bien sostenida por las ciencias duras en el ámbito de la industria farmacológica, y eso no es precisamente una garantía de progreso. Ya que citas esta obra, podemos decir con Bourgeois que, de haber garantía de algo, y no solo en términos de salud, está en la producción artística.

9- ¿Cómo han evolucionado las políticas de tratamiento del enfermo mental durante estos últimos decenios?

Es un tema complejo. Alguien, no recuerdo ahora quien, a propósito de la reforma psiquiátrica de los años ochenta, decía “de un pensamiento único a otro”; ese otro, el del fundamentalismo científico, no es precisamente una garantía de progreso. Para entender la actualidad habría que situar lo que genera la psiquiatría social en los primeros decenios del siglo xx, lo que recoge la psiquiatría manicomial durante el franquismo, la reforma psiquiátrica que se va generando a finales de los setenta, la presencia del psicoanálisis de orientación lacaniana en España que viene con el exilio de los clínicos argentinos… Parece que el exilio está siempre al lado del psicoanálisis… Esto, a modo de nota histórica. Por otra parte, en términos de pensamiento, Agamben hace una lectura del paso de las sociedades disciplinarias a las de control observando que el campo de concentración ahora está afuera, un afuera que se hace en la expansión de la fractura sociopolítica. La enfermedad mental es una construcción sociopolítica al cuidado de la industria farmacológica; y ahí estamos hoy. No negamos la psicopatología; tiene su lugar; pero hoy, la vida cotidiana está psicopatologizada: el psicólogo aparece antes que el daño, por si lo hubiera, en la idea de minimizar o suprimir el sufrimiento porque cualquier malestar se considera patológico; psicoterapias preventivas o psiquiatría orientada por un criterio consensuado, el DSM, para prescribir lo que haga falta. Existe el trastorno, como si la fenomenología fuera aislable del sujeto, y a tal trastorno, tal remedio, y eso sí que es garantía de un sustancioso caldo de cultivo de patologías. Con lo que ello implica. ¿Nadie se pregunta por qué el TDAH no existía como entidad nosológica hace pocos años? Hoy parece una jugosa pandemia…

10- ¿A nivel socioeconómico, son accesibles los tratamientos psicológicos para todo el mundo?

El abordaje psicológico del malestar debería estar al alcance de todo aquél que quiera saber de sus males. Eso, si la causa es psíquica. Un deshaucio no es un hecho patológico, el paro laboral, tampoco, ni la muerte de un ser querido, y el profesional “psi” en muchas ocasiones se encuentra en la situación de resolver cosas que no son de su ámbito, aquello que la sociopolítica no contempla… Por otra parte, no hay remedio que sea válido para todos, excepto idealmente, pero desde cualquier supuesto ligeramente democrático habría que trabajar para construir la posibilidad de la elección, de que el sujeto que sufre pueda elegir tratar de estar en el mundo de la mejor manera posible. Vuelvo a citar la experiencia clínica del Macba: estuvimos trabajando con grupos entre las tres y las veintitantas personas, y el trabajo, sin comprometer la intimidad de nadie, era netamente individual. Esta experiencia indica que hay maneras posibles y accesibles de tratar de saber de lo propio, en el margen de la salud mental. Y saber de lo propio siempre tiene efectos terapéuticos, entre otras cosas.

11- ¿Por qué habéis escogido estas dos películas, Mones com la Becky y Alicia a través del espejo, para las lecturas que realizará Javier Condesal?

Son dos producciones extraordinarias para trabajar alrededor de la diferencia entre lo que es del ámbito de lo mental y lo que tiene que ver con las patologías cerebrales. Jordá se plantea Mones com la Becky poco después de tener un infarto cerebral; en Alicia a través del espejo retoma la cuestión y muere antes de acabar el montaje. El interés no es solo por los aspectos temáticos que serán el guión para estudiar la clínica de lo que ahí se plantea. Pero el cine de Jordá nos interesa más allá de los temas; nos interesa pensar su cinematografía, su modo de escritura cinematográfica.

12-Esta entrevista ha sido para mí una buena razón para informarme sobre este tema y conocerlo con más profundidad. Para los neófitos… ¿nos podrías sugerir algunas lecturas?

Para los neófitos, y para los especialistas, recomendamos las dos películas de Jordá que citamos, y las podemos acompañar con Para una tumba de Anatole, de Mallarmé, Psicopatología de la vida cotidiana, de Freud, “Breve discurso a los psiquiatras”, de Lacan y, sin duda, Una politique de la folie, el documental que recoge la palabra de Tosquelles.

13-Teniendo en cuenta la definición de intervalo que he mencionado al principio, ¿hacia dónde se dirigen estos espacios que se conectan?

Se dirigen fundamentalmente a la formación vinculada a saber sobre los propios procesos de trabajo, dirigida a todo aquél que se plantee saber de su quehacer en el ámbito del psicoanálisis, de la salud mental, de la educación y de la producción artística y su entorno.

 

Daniela Ortiz, artista i activista: “Para los medios de comunicación los inmigrantes siempre son cifras, se convierten en una masa”

Publicado por Marta Berenguer.

Daniela Ortiz (Cuzco, 1985) es una artista peruana afincada en Barcelona. En su obra artística reflexiona a menudo sobre temas relacionados con la inmigración, la nacionalidad o el género. Su última exposición ha tomado como escenario el Arts Santa Mònica. La muestra Públic Objetiu, realizada para el ciclo Trets enmig del concert, que comisaría Cèlia del Diego muestra las vergüenzas del periodismo cuando de inmigración se trata. En esta entrevista conversamos con ella de su encuentro con el arte y de la faceta activista que toma en su obra.

En tu obra artística te interesas sobre todo por temas relacionados con la inmigración, la nacionalidad, el género. Si algo tienen en común estos temas es la diferencia. ¿Qué nos ocurre a los humanos con la diferencia?

No sé si es tanto la diferencia como el poder. Creo que tiene más que ver con una lucha de poder constante de temas sistémicos que con cosas individuales. Existe un término que actualmente se está usando bastante: interseccionalidad. Se basa en entender la discriminación no solo como un factor aislado -por racismo, por clasismo, por género- sino por distintos factores que se van entrelazando y variando según en qué contexto estén. Se trata de un término mucho más complejo que la noción de discriminación a secas. En 2009 trabajé para un proyecto: Es de puta madre ser mujer, española, blanca y de clase media. Era un proyecto para un festival feminista en el que, precisamente, se pensaba la discriminación de la mujer de una manera bastante esencialista. Mi primera propuesta era pintar en un muro Es de puta madre ser mujer, y trabajar desde las dos identidades esenciales de la mujer: la puta y la madre. Trabajando en el festival me di cuenta de que la mayoría de mujeres que estaban ahí eran mujeres españolas, blancas y de clase media. Y a partir de ahí cambié y amplié el título que al final dio nombre al proyecto.

Supongo que el hecho de ser peruana y mujer tiene algo que ver con la elección de estos temas. ¿Qué marca subjetiva tiene esta elección?

En general, en casi todos mis proyectos hay una vinculación personal con el tema. Sea porque lo he vivido en una situación de opresión o en una situación de privilegio. En cuanto a inmigración, el primer proyecto que hice fue la primera vez que me quedé sin papeles y obviamente hay una vinculación. Por otro lado, por mi color de piel, por poder ir a la universidad, hablar inglés, estoy en cierta posición de privilegio si se compara con otras situaciones. A pesar de eso, el hecho de quedarme sin papeles fue bastante fuerte y ha sido muy duro, lo sigue siendo ahora. Estudié en Barcelona en la universidad y a pesar de ello no se me reconocía el derecho a poder seguir viviendo aquí. Cuando empiezas a vivir situaciones como esta o a conocer las interioridades del sistema de control migratorio, te das cuenta de que es un hoyo oscuro y macabro y que hay muy poca gente trabajando temas de investigación en este tema. En los medios de comunicación se habla todo el tiempo, pero entender cómo funciona el control migratorio es brutal, es inmenso y está muy escondido.

Hasta finales de febrero en el Arts Santa Mònica, dentro del marco del ciclo Trets davant del concert, se ha podido ver la exposición Públic Objectiu. No es cualquier título este. ¿De qué habla o qué nos ha querido explicar Daniela Ortiz con esta exposición?

El título viene del vídeo que se proyectaba en la exposición. Es una charla en la que invito a tres periodistas a conversar con un público en el que somos todo personas migrantes. Los migrantes son casi siempre objetivos públicos, siempre se está hablando de ellos. Pretendía darle la vuelta a eso para que ellos fueran el público y estuvieran en una posición de objetividad con el tema migratorio frente a los periodistas invitados. En los medios de comunicación casi todas las personas que están escribiendo son españolas, no hay migrantes.

Tras la muerte de 14 inmigrantes en la playa de El Tarajal en febrero de 2014, lo que más me chocó es que en los medios de comunicación había un montón de debate sobre inmigración y no había ni un solo migrante hablando de estos temas cuando, en realidad, hay un montón de gente preparada que podría hablar de este tema porque tiene mucha experiencia. Cuando los medios se acercan al inmigrante, a menudo les hacen preguntas del tipo: ¿cuáles son tus sueños? Son preguntas muy subjetivas que no tienen que ver con un posicionamiento. Tampoco se interesan en dar voz a los inmigrantes para explicar el sistema de control migratorio, cuando son los que más conocen este tema y mejor lo pueden explicar.

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La artista y activista Daniela Ortiz.

¿Cómo reaccionaron los periodistas y el público?

Fue bastante curioso porque el día de la charla varios periodistas venían con una actitud un tanto paternalista. Pensaban cosas como: “vamos a darle una lección a esta gente” o “que bonitos los inmigrantes”. Cuando se dieron cuenta del nivel de agudeza que había en las preguntas, algún periodista se puso un poco a la defensiva, pero fue bien interesante ver eso. Son bien pocos los espacios que tienen las personas que vinieron como público para cuestionar algo de los medios, así que fue bien interesante la experiencia.

A menudo en los medios de comunicación el inmigrante deja de ser un sujeto con nombre y apellidos para convertirse en una masa que amenaza el sistema o es incómoda para algunos. ¿Qué ideología respiran los medios de comunicación y las portadas que has elegido?

El proyecto parte del análisis de dos titulares de El País en los que se hace saber que 30.000 inmigrantes esperan en el norte de África para cruzar la frontera. Esta es una cifra que ya habían utilizado anteriormente, después de unos asesinatos que hubo en la frontera de Melilla. Los medios de comunicación, o las portadas analizadas, hacen esa estrategia de hablar directamente de una invasión. Lo más sorprendente para mí es que en algunos medios hablan de 300 inmigrantes que intentan saltar la valla y después ves que en chiquito destacan: “cinco, lo logran”. Quizás si los titulares fueran: “Cinco inmigrantes saltaron la valla”, la cosa sería bien diferente. Lo que ocurre es que siempre ponen las cifras de los que intentan cruzar. En la exposición, esas portadas están contrapuestas con las fotografías de las personas que murieron en El Tarajal y los informes médicos de los supervivientes. El Estado español no se hizo cargo de los muertos, esos informes se realizaron desde una organización que se llama Caminando Fronteras. Son informes públicos que están disponibles, pero los medios nunca los han utilizado. Tampoco se utilizaron las imágenes de las personas muertas. Es cierto que hay como una constante de negarle la identidad a la persona migrante. En los medios de comunicación los inmigrantes siempre son cifras, siempre son convertidos en una masa.

Me parece que tras analizar la versión que se reproduce en los medios, puedo decir que hay como una de falta de ganas de investigar por parte de los periodistas. Pareciera que están haciendo su trabajo de ocho horas al día, usan la versión del Ministerio del Interior como la única versión, y ya. Con suerte, en algún lugar muy pequeñito reproducen la versión de alguna ONG que denuncia la situación. En cualquier caso, la exposición pone en evidencia que los testimonios de las personas que han sufrido los efectos del control migratorio no aparecen como fuentes de la información.

Como bien dices, una parte de la muestra expone los informes médicos de personas inmigrantes. Una información pública al acceso de cualquier periodista. Tú cuentas el reverso de estas noticias, o de la versión oficial. ¿Cómo crees que el periodismo tendría que tratar un tema como este?

En primer lugar, creo que hay cierta terminología que no se tendría que usar como por ejemplo: inmigrante ilegal. En segundo lugar, si realmente van a contar una historia basándose en cifras que, al menos, estas sean precisas. Sería interesante también que se investigara mucho más el otro lado de la noticia, la versión de otras personas que han estado presentes en el lugar de los hechos y que no son solamente la policía o las fuentes oficiales. Creo que también existe una falta absoluta de interés para entender cómo son los flujos migratorios y qué contexto tiene este tema. Parece que las muertes en el Estrecho se han normalizado por completo. Los periodistas reproducen noticias terribles como que se mueran 20 personas, ponen la cifra, la reproducen como si fuera una nota de prensa y ¡listo! Pero eso tiene una raíz en el año 1985. Antes de ese año la gente no moría en esa zona. Curioso, ¿verdad? Estas son cosas que tienen que ver con el contexto que nunca se mencionan. Las primeras muertes empezaron en 1988. Lo que causa estas muertes es la implantación de la ley de extranjería, cosa que nadie comenta.

Esas muertes tienen responsables.

¡Claro! Normalmente, se atribuye la responsabilidad de esas muertes al propio inmigrante y es una situación bastante injusta porque en realidad lo que ahí ocurre es otro tema. No hay que olvidar que la libre circulación a nivel global es un derecho que tienen los europeos y los países ricos: Estados Unidos, Europa o Japón, etc. Creo que es importante ver el porqué se da todo este problema. ¿Por qué hay personas que no tienen derecho de circulación? Hay personas que terminan cruzando de esa manera la frontera porque se les ha negado el visado dos o tres veces. No es que no lo intenten. El derecho de la movilidad genera economía. Pero es una economía para la que la mayor cantidad del mundo no tiene acceso. Ahí, hay todo un debate de derecho internacional en el que se deberían revisar las libertades que tienen unos y otros, y quienes han puesto esos regímenes de movimiento. El propio sistema acaba convirtiendo eso en un problema cuando no debería serlo. La única manera de regular el tema es la libre circulación.

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Imagen de la exposición Públic Objectiu que se pudo ver en Arts Santa Mònica.

La organización United Against Racism publicó una lista de 16.264 personas fallecidas en la estructura de control migratorio de la Unión Europea. De ellas, 15.518 constan en la lista como NN (no name).

Las muertes que se registran en los territorios de frontera de la Unión Europea son tratadas, en realidad, como desapariciones porque por más que la policía coja el cuerpo y lo entierre no se va a investigar la identidad de esa persona. Lo curioso del tema es que si a ti te cogen vivo es ingente la cantidad de recursos, de herramientas y de personal que se destina a identificarte para deportarte. La Unión Europea se gasta millones de euros para controlar el tema de los refugiados, por ejemplo. Se destinan todos esos recursos a investigar quien eres con la intención clara de deportarte, pero si encuentran un cuerpo muerto toda esa maquinaria se apaga por completo. En Túnez, por ejemplo, hay un grupo de madres que están reclamando hace años al Estado italiano que les den las huellas dactilares que hayan ido recogiendo después de la primavera árabe. El Estado italiano se niega a darles a esas madres la información para que se pueda saber qué ha pasado con sus familiares.

Únicamente en fronteras españolas se han registrado más de 20.000 muertes. Esa es la cifra de los cadáveres que se han encontrado, pero imagínate la cantidad de personas desaparecidas. Eso es, única y exclusivamente, responsabilidad de la Unión Europea. Ya no hablemos de las muertes en fronteras naturales. Cuando cierran una ruta que es segura, ellos saben perfectamente que el trabajo sucio lo va a hacer el mar, el río o el desierto. Pero son perfectamente conscientes que están cerrando la zona segura y que la gente va a hacer rutas más largas y, por ende, mucho más peligrosas.

En otros de tus trabajos, has intentado mostrar también la invisibilidad de las diferencias según el origen étnico, la clase social, el género. Pero a veces lo invisible es imposible y algo se escapa para poder ser visto. Tu proyecto 97 empleadas domésticas es un buen ejemplo de ello . ¿Qué nos cuenta este proyecto?

Este proyecto consistió en sacar de Facebook 97 fotos de personas de la clase alta peruana, en las que aparece o bien cortada en la imagen, o bien en la parte de atrás, una trabajadora doméstica. En Perú funciona el sistema que se llama cama adentro. Quiere decir que las señoras que trabajan en las casas, viven allí. Es un sistema súper perverso porque eso genera una vinculación emocional muy fuerte con la familia. En algunos hogares de la clase alta, las que hacen la crianza completa de los niños son las trabajadoras. El hecho de que haya estos vínculos emocionales facilita, en cierto modo, que la persona que contrata explote a la trabajadora. Normalmente, con la excusa de “no trabaja en la casa, nos ayuda” se le paga menos dinero. El hecho de que las trabajadoras domésticas vivan dentro de las casas, normalmente, se convierte también en una excusa para pagarles menos porque, supuestamente, ya se les está pagando la vivienda y la comida. Siempre se habla del cariño, de que las empleadas domésticas son como de la familia, pero luego en las fotografías se ve claramente que no se las reconoce como parte de la familia. Cuando hay alguna celebración, un almuerzo, o lo que sea, en muy pocas ocasiones las empleadas domésticas forman parte de la fotografía. ¿Realmente son de la familia como dicen que son?. Creo que con mi proyecto lo que quise es dar una respuesta a eso.

Mirar el reverso, o dar la vuelta a los temas, es algo que también tiene importancia en tu relato artístico. Se ve en proyectos como Inversión, por ejemplo, u otros. ¿Qué te interesa de este tema?

En la mayoría de proyectos, más que ver al oprimido, lo que me interesa es ver al opresor o a la estructura opresora. En el caso de Público objetivo, por ejemplo, había una mesa con los nombres de los periodistas. También se visibilizaba el papel de los medios en el tema de la inmigración. En otro proyecto que realicé que lleva por título Habitaciones de servicio, en el que quería visibilizar el espacio de la casa dedicado a las empleadas domésticas, están los nombres de los arquitectos. En 97 empleadas domésticas lo que aparece en primer plano son los contratadores. De ahí, se puede deducir que me interesa más señalar a esa figura como posible responsable de la situación que a la persona oprimida. Me parece que una parte de la solución al problema sería empezar a ver quiénes son las personas que generan todo este mecanismo.

Los territorios fronterizos también son un tema que se refleja en tus proyectos. Esos casi “no lugares” ¿qué papel juegan en tu obra?

Creo que fue Andrés García Berrio quien reflexionó alguna vez sobre los lugares legales. Sobre cómo la situación legal determina tu lugar y la ley determina este “no lugar”. Tú puedes estar en Barcelona, pero existen lugares donde no parecería que estuvieras en territorio europeo, ¿verdad? Las condiciones que se generan en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE), por ejemplo, no parecen o no son la imagen de Europa. Creo que hay como espacios de excepción. La ley de extranjería en sí misma es, la mayoría de las veces, excepcional. Por ejemplo, en la detención en un CIE, se aplica la ley si es que hay supuestamente la sospecha de fuga. Ahí le das el espacio y el poder al juez. Es él quien considera, o no si se tiene que detener a esa persona. No es que exista una ley y ya está. Más bien la ley deja muchos espacios abiertos.

En el hecho artístico a veces hay que tomar cierta distancia crítica para tomar después partido. ¿Cómo te implicas en tu obra?

En mi caso no es arte lo único que hago. También trabajo en otros contextos que tienen que ver más con el activismo, con espacios auto gestionados, así que muchos proyectos no parten de una invitación de una institución. Hay muchos proyectos que no los hago porque tengo una exposición. A veces desde las instituciones pareciera que hay como un esfuerzo en que se quedara todo encapsulado, esos espacios codifican mucho la mirada y no permiten que se lean de otra manera. Personalmente, me interesa que mis proyectos no se lean únicamente como una exposición de arte, sino como una información concreta sobre un tema. Por esa razón, me esfuerzo mucho para que los proyectos tengan otra circulación. Hago arte porque estudié arte, manejo herramientas de comunicación y las uso para esto. Pero creo que en cualquier trabajo tienes la posibilidad de hacer una cosa así. Existen políticos, médicos o transportistas que hacen las cosas de otra forma ¿verdad? De algún modo están implicados de otra forma en su trabajo.

José Ramón Ubieto, psicoanalista: “El tiempo hiperactivo anula el tiempo para comprender y con él la creación y el pensamiento”

Cada día se diagnostican en España más casos de lo que se ha venido a llamar TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad). En las aulas de primaria un porcentaje elevado de alumnos es medicado debido a esa y otras etiquetas diagnósticas. Pero ¿qué hay detrás de ese acrónimo?. ¿Existen evidencias científicas o genéticas que permitan diagnosticar el TDAH.? ¿Por qué ahora algunos de los creadores del término hiperactividad admiten que se trata de una enfermedad ficticia o que ha habido un exceso diagnóstico?. José Ramón Ubieto, psicólogo clínico y Psicoanalista es autor del libro TDAH. Hablar con el cuerpo que la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona presentó hace unos días en el Palau Robert. En su obra distingue, en primer lugar, el trastorno del síntoma y pone la importancia en la subjetividad de los niños en todo el proceso de comprender el TDAH. En una época donde la prisa impera, ese tiempo para comprender parece haber pasado a un segundo plano. Ubieto nos da un toque de atención para entender el malestar que expresan los cuerpos de estos niños agitados por la subjetividad de la época.

Déficit de atención, hiperactividad, impulsividad y algunas palabras más se agrupan hoy en un cajón de sastre de cuatro letras. ¿A qué alude el acrónimo TDAH?

Históricamente siempre se ha constatado que hay un grupo de chicos que no quieren aprender, que por diferentes razones no pueden aprender, transformándose así en un síntoma de la voluntad educativa. Durante el siglo XIX encontramos, con términos propios de la época, los primeros cuadros diagnósticos en los que se toma ya algo de la conducta de estos niños como defectos mórbidos. Vemos pues que hay algo allí que se opone a la voluntad educativa. Este tema fue evolucionando y tomando diferentes fórmulas hasta que en un momento determinado se empezó a pensar en una hipótesis de un daño cerebral. Más adelante, en los años 50-60 se empieza a considerar la hipótesis neurobiológica y es entonces cuando aparece el nombre de hiperactividad y se constituye como un nombre contemporáneo para aquello que, en realidad, siempre había estado tratado como un déficit en relación a lo que era la educación. Hoy nos encontramos ese diagnóstico forjado a partir de ahí, a partir de cómo ir nombrando ese resto, ese imposible de la educación misma.

¿Existen evidencias biológicas o genéticas que permitan diagnosticar el TDAH?

En estos momentos, aunque para algunos eso parece un poco menos conocido, no hay ningún marcador biológico ni genético que de cuenta que el TDAH esté relacionado con lo que sería una enfermedad. Una enfermedad es, precisamente, algo que debería tener marcadores biológicos pero no existe ni una analítica, ni ninguna prueba genética que nos permita decir eso respecto al TDAH. Lo único que hay son sospechas no confirmadas de posibles factores neurobiológicos o genéticos.

¿En su experiencia en la clínica ha detectado dos niños diagnosticados de hiperactividad iguales?

No, porque no hay dos niños iguales. Si sólo observamos conductas, lo que sí podemos ver que hay son fenómenos que se pueden describir como similares: niños que interrumpen al profesor cuando se les está dando la instrucción, niños despistados que no pueden captar toda una secuencia de una pauta educativa, niños impulsivos, etc. Desde el punto de vista fenomenológico sí se podría decir que hay dos niños similares pero desde el punto de vista de cómo pensar el lugar que esos actos y conductas ocupan dentro de lo que es el psiquismo de un niño no hay nunca dos niños iguales.

¿Entonces por qué casi todos esos niños reciben el mismo tratamiento farmacológico?

Porque hay esta hipótesis de que se trataría de una conducta que tendría una explicación de tipo neurobiológico y que no habría nadie detrás. Según esta hipótesis no habría un sujeto que pudiera responder de esos actos. De esos actos más bien responderían sus déficits. Si se considera que más que de un sujeto se trataría de un déficit en los neurotransmisores, entonces, según esa creencia, es posible un fármaco que incida en esos déficits de un neurotransmisor. Los psicoanalistas partimos de una idea bien diferente, tenemos en cuenta el síntoma y la subjetividad.

ubieto

En el mundo contemporáneo parece que cada vez más se imponga la biología a la biografía de una persona. ¿Ubicar estos diagnósticos únicamente en base a trastornos de conducta, a un simple desequilibrio químico o a un cerebro que no funciona bien, tiene riesgos?

Tiene muchos riesgos. El primero es el riesgo de reducir al sujeto a la categoría. Eso implica varias cosas. La primera y la más importante es que lo singular del sujeto queda fuera, pues la categoría implica cierta homogeneidad. Todos los detalles, todas aquellas cosas que harían a un sujeto singular ya no entran, se quedan limadas por el efecto envolvente de la categoría. La segunda cosa que implica esa categorización es que tiene una consecuencia en el plano ético: la desresponsabilización del sujeto. Ya no se trata de que uno tenga que responder de eso sino que es la clasificación, y todo lo que ello implica, quien responde por él.

Leon Eisenberg, el inventor del término hyperkinetic, dijo a sus 87 años, poco antes de morir, que el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia. Hace poco Allen Frances, un psiquiatra americano y uno de los creadores del DSM, el manual donde se recogen los diagnósticos de las enfermedades mentales, critica ferozmente la psiquiatrización de la vida. ¿Qué vienen a decirnos esta suerte de confesiones de última hora?

En todos estos casos vemos siempre que más que algo del orden del rigor científico, de lo que se trata es de un consenso entre profesionales. Muchos de ellos son universitarios o clínicos que consensúan unos acuerdos que pasan a convertirse en evidencias científicas cuando en realidad se trata sólo de eso, de consensos. Creo que estas confesiones nos hablan de la falta de solidez respecto a lo que sería una psicopatología infantil. Una falta de solidez que viene a ser sustituida por el consenso. El consenso lo que permite es que haya cierta fiabilidad en cuanto a que se pueden establecer unas pautas que sean acordadas por mucha gente pero, en cambio, la validez de ese constructo, de esa definición y de ese cuadro psicopatológico, es muy escasa. Cuando además, como en el caso de la infancia, se ha producido una medicalización abusiva, lo que se viene a constatar es que ha habido un abuso que ha provocado un efecto reactivo incluso por parte de aquellos que lo promovían. Keith Conners, por ejemplo, en su blog ADHD World habla él mismo de epidemia cuando ha sido precisamente él, a partir de sus cuestionarios y todas sus aportaciones, uno de los que más ha contribuido al desarrollo de la hiperactividad. Con estas confesiones, Conners, Frances o Eisenberg vienen a mostrar que son conscientes de que han contribuido a generar esa epidemia y que, de algún modo, se les ha ido de las manos.

¿Se tiende a confundir trastorno con síntoma? Y en tal caso ¿cuál sería la diferencia?

Sí. Digamos que el trastorno sería algo que debe eliminarse por definición porque indica que hay algo deficitario. Hay algo que, en si mismo, requiere de su extirpación. En cambio el síntoma, para nosotros, sería algo que más bien requiere una interpretación. No sería algo que deberíamos eliminar sino algo que debemos considerar como una manifestación del sujeto y que, por tanto, lo tenemos que tomar como un índice, como una solución, como “una formación de compromiso del sujeto”, como decía Freud. Los psicoanalistas confiamos en el síntoma. A través del síntoma vamos a poder localizar al sujeto. El trastorno, tal como se piensa en los manuales y en la psiquiatría biologicista, más bien es algo considerado como un error, un déficit, algo que conviene eliminar. Dos visiones bien diferentes.

La medicación se presenta cada vez más de manera cronificada. ¿Se puede hacer un buen uso de la medicalización de la infancia?

Sí. En realidad, la etiqueta diagnóstica hay que tomarla también como un instrumento. Freud tenía una clínica. La clínica estructural de Freud es una clínica de la clasificación también: neurosis, psicosis y perversión. Hay que entender que la clasificación diagnóstica, la medicación, las redes de atención, son todo ese instrumental que tenemos y al cual no debemos renunciar, ni del cual tampoco debemos desdecirnos demasiado. La estrategia que nos conviene, más bien seria cómo descompletar esas fórmulas para que no absorban al sujeto dentro de ellas. La medicación en la infancia o en la edad adulta no es un problema en sí mismo. En muchas ocasiones sólo la medicación permite a un niño poder mantener una conversación con un profesional, un psicoanalista o un psicólogo y por tanto la medicación es una herramienta que podemos utilizar. El problema es que cuando perdemos de vista cuál es la finalidad del uso de esta medicación, ésta se convierte en un fin en sí mismo y es entonces cuando perdemos de vista lo que es más importante: la subjetividad. La medicación es imprescindible en muchos casos. A veces también tiene sus funciones en los niños hiperactivos. En cualquier caso, un buen uso de la medicación implica saber qué efectos subjetivos tiene para cada sujeto, para cada niño. La medicación a veces puede tener un efecto de serenidad o de calma. Para otros niños la medicación puede ser pensada como un castigo o como el reconocimiento de que han hecho algo que no debían. Para otros, la medicación tiene un efecto de destruir su capacidad, su imaginación, los deja un poco atontados o desvitalizados. Así pues, hay que ver cada caso. La medicación, a parte de los efectos de la bioquímica, tiene un efecto distinto para cada niño.

En España hay aulas de primaria en las que ya existe un alto porcentaje de niños medicados. ¿Qué importancia tiene la escuela y la educación en este tema?

En los últimos años, la escuela se ha visto desbordada por toda una serie de transformaciones sociales, familiares, así como por toda una serie de cambios que tienen que ver también con el estatuto del saber y con la degradación de la palabra. Todo eso ha afectado el sistema educativo y ha producido que hayan emergido algunos problemas conductuales. A eso hay que sumarle la presión de los propios padres que muchas veces exigen a sus hijos determinados resultados. Encontramos también ciertas posiciones de determinados sectores profesionales a favor de la industria farmacéutica. Todo ello ha contribuido a que la educación haya delegado parte de sus funciones en otro sistema: el sistema de salud. La educación se ha visto colonizada en parte por la psiquiatría y por la propia psicología. En este sentido se ha vuelto vulnerable porque ha perdido capacidad de respuesta. En muchos aspectos como el TDAH, el acoso escolar u otros temas, vemos que las estrategias educativas son fundamentales para abordar todos estos problemas. Creo que más bien en la actualidad el lema debería ser: primero la educación. Pensemos primero qué estrategias educativas se pueden hacer para poder ayudar a estos chicos en sus aprendizajes y a partir de aquí veamos qué parte de imposible hay en la educación para buscar, desde ahí, otras soluciones, otras estrategias terapéuticas, médicas. etc.

¿Cómo se puede hacer para que el sufrimiento del niño incluya a todas las partes: niños, padres y profesionales?

La primera cuestión es partir de un supuesto ético fundamental para nosotros y es que los sujetos eligen, también los sujetos infantiles. Es en el momento que eligen que se les puede pedir que respondan de eso que han elegido. Eso quiere decir que para nosotros los niños son sujetos de pleno derecho. Como sujeto de la palabra tenemos que partir de la idea de que tenemos que sostener con ellos una conversación alrededor de sus malestares y de las cuestiones que les hacen sufrir. Pero además tenemos que tener en cuenta que no sólo debemos tratar al niño. Debemos tratar también al Otro del niño porque en el trabajo con ellos es muy importante tomar en cuenta que ese Otro, sean los padres o los adultos que les rodean, tiene un peso importante. De los padres es muy importante tomar en cuenta el saber que tienen sobre lo que les pasa a sus hijos. Los propios padres tienen sus teorías y sus creencias acerca de ello. Nosotros tenemos que partir de eso que ellos plantean para hacerles hablar y entrever cómo se pueden dialectizar algunas ideas que pueden ser muy fijas.

¿Ideas fijas?

A veces, por ejemplo, escuchamos a padres que dicen: “lo que le pasa a mi hijo es herencia, esto ya le ocurría al abuelo”. Esas palabras se convierten en una especie de certeza de destino, de que eso es así y es inamovible. Se trata de poder hacer hablar a esos padres sobre esa certeza de destino para que vaya diluyéndose, perdiendo peso, y puedan plantearse así otras hipótesis para que su hijo pueda también plantear su síntoma como propio y no como heredado de los otros. En relación a otros profesionales hay que ver en cada caso cuáles son los factores que entran en juego. Es importante poder compartir la idea que nos podemos hacer de un sujeto porque cuando hay varios aspectos en juego la visión de uno es absolutamente parcial. En muchas ocasiones el docente puede no tomar en cuenta realidades y situaciones familiares que pueden ser muy problemáticas para un niño.

Presentación del libro de José Ramón Ubieto 'TDAH. Hablando con el cuerpo' organizada por la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona en el Palau Robert.
Presentación del libro de José Ramón Ubieto ‘TDAH. Hablando con el cuerpo’ organizada por la Biblioteca del Campo Freudiano de Barcelona en el Palau Robert. Imagen: BCFB.

 

¿De esa idea parte su propuesta de trabajo en red?

En realidad el modelo que yo planteo sobre el trabajo en red es un modelo muy clásico, muy antiguo y muy poco original. Trabajo en red es cómo organizamos una conversación interdisciplinar entre aquellos profesionales que están interviniendo sobre un niño, sobre una familia o sobre un adulto. En ese trabajo hay dos finalidades: por un lado, orientarnos en la dirección de ese tratamiento, saber hacia dónde vamos, saber cuáles son los puntos cruciales que se ponen en juego, tener una idea del caso, construir el caso;  por otro lado, ayudar a que cada uno sostenga su acto sin que la angustia o las situaciones de extrema vulnerabilidad en las que alguna vez se encuentran algunos profesionales, los bloqueen.

¿Nos puede poner algún ejemplo?

Hay situaciones que observamos en la clínica de lo social donde la precariedad por situación de violencia o maltrato precipita, a veces, actuaciones profesionales como puede ser retirar la custodia de un niño. El trabajo en red lo que permite es que al compartir esa situación con otros profesionales, uno no tenga que precipitarse porque tiene un apoyo. Esa conversación le ayuda a formarse una idea del caso sin tener que hacer un pasaje al acto profesional.

Una frase de Lacan encabeza su libro: “Yo hablo con mi cuerpo, y eso sin saberlo. Digo pues siempre más de lo que sé”. ¿De qué habla el cuerpo de los niños hiperactivos o desatentos?

Nosotros partimos de la idea de que venimos a un mundo de lenguaje y que lo primero que nos recibe en la vida son dichos familiares que escuchamos. Esos dichos familiares nunca nos dejan indiferentes. Son dichos que penetran en el cuerpo, repercuten y afectan nuestro cuerpo y al principio lo hacen sin que nosotros podamos añadirles una significación. No podemos tener una idea precisa de lo que eso significa pero sí que eso forma parte ya de nuestra biografía. A partir de ahí, vamos a ir añadiendo otros significantes para tratar de hacer un relato. Hablar con el cuerpo quiere decir darse cuenta que esos dichos, que han formado parte de nuestra introducción al mundo, han ido dando forma a lo que sería todo nuestro funcionamiento pulsional. Ha habido una articulación, un empalme entre las palabras y el cuerpo que ha ido dando forma a todo nuestro funcionamiento en relación a los objetos: el objeto de la demanda, el objeto oral, el objeto anal, el objeto mirada, etc. Hablar con el cuerpo quiere decir también poner en juego ese funcionamiento de la articulación entre la palabra y el cuerpo. Estos niños agitados nos hablan de cómo ellos toman posición en relación al otro. Puede ser una posición de fijación a una demanda, puede ser de rechazo, puede ser de desatención, puede ser de prisa, puede ser de urgencia. En fin, cada uno de estos niños toma posición, se presenta con el cuerpo al otro y le habla. Le habla en el sentido de que trata así la demanda del otro.

¿Un lenguaje que a menudo molesta al otro?

Es un lenguaje que perturba, de algún modo, lo que sería el ritmo programado de los aprendizajes porque es una manera de no responder del todo a la demanda del otro. En la demanda que se formula en relación a los aprendizajes, el sujeto puede reservar una posición de desafío, de provocación o de rechazo. Esa posición introduce un elemento que no figura en el programa. No está en el guión. Y eso, claro está, perturba de algún modo.

La hiperactividad parece que no únicamente afecta a la infancia sino que se empiezan a detectar casos en adultos. Visité una página que cita en su libro Everydayhealth en la que en pocos minutos y con tan sólo seis preguntas aseguran descubrir si usted es TDAH. ¿Debemos preocuparnos?

Es una consecuencia lógica de la idea de reducir el sujeto a un atomismo psíquico. Se trata de esta ilusión que plantean algunas neurociencias. De igual modo que la física es una ciencia prestigiosa porque ha logrado reducir la materia a partículas subatómicas –y así predecir-, la pseudociencia charlatana, revestida de neurociencia, mantiene que nosotros podríamos también tomar al sujeto y reducirlo a un atomismo psíquico. Ese atomismo psíquico implicaría identificar partículas elementales en el cerebro. Si se parte de esa idea es lógico pensar que hay una continuidad entre el niño y el adulto y que cuando uno tiene un déficit en algún neurotransmisor lo tiene a los 5, a los 10, a los 20, o a los 30 años, por lo tanto, va a necesitar medicación y tratamiento durante el resto de su vida.

¿El tiempo hiperactivo es un síntoma de nuestro tiempo?

Más que un síntoma, el tiempo hiperactivo nos plantea cómo pensamos nosotros el tiempo en la actualidad. Se trata de un tiempo de la discontinuidad, un tiempo de lo fragmentario, un tiempo de lo instantáneo, de lo inmediato. Nos encontramos con una noción del tiempo muy diferente a la noción del tiempo de la modernidad, momento en el que se estableció el reloj como instrumento de cálculo del tiempo en relación a la industria. La industria necesitaba calcular los tiempos de producción. Ahora hemos sobrepasado ya esa época y el tiempo y el espacio como coordenadas de la modernidad han perdido fuerza. Hay una reflexión de Martin Heidegger muy interesante que ya en el año 1946 en un texto (‘La pregunta por la cosa’) se pregunta sobre qué pasaría si un día se pudiese tener conocimiento de algo que, al mismo tiempo, ocurriera en Tokio y con el rey de Francia. Antes de la aparición de internet, Heiddegger ya se hacia esta pregunta: ¿qué pasaría si ese tiempo de repente se convirtiera en un tiempo de un presentismo absoluto? Utiliza esta reflexión para preguntarse por la dimensión ética del tiempo, sobre cuál es la finalidad del tiempo. Creo que ahora el tiempo es hiperactivo porque refleja la voluntad de no perder nada. La idea de multitasking se convertiría en una especie de borramiento de la pérdida, eliminaría la castración porque el tiempo dejaría de producir el efecto de nuestra caducidad, totalmente ilusoria. Además, introduce otro elemento muy importante y es que el pensamiento y la creación necesitan del intervalo. El tiempo hiperactivo lo que anula es el intervalo porque a una tarea le sucede otra. El problema del tiempo hiperactivo es que al anular la espera como una función psicológica importante, lo que Lacan define como el tiempo para comprender, anula también la creación y el pensamiento. De esta manera queda la metonimia de la información, que es lo que sucede ahora.

¿Vivimos en una época en la que hemos perdido la capacidad de saber esperar?

Exacto. El tiempo hiperactivo lo que vendría es a reciclar cualquier pérdida para mantener la ilusión de que la castración no aparecería. El eslogan de la época seria: nothing is imposible, no hay nada que sea imposible. Pero no hay que olvidar que el vacío sería la condición, la falta constitutiva, para el deseo.

Mariana Otero, cineasta: “La experiencia de ‘A cielo abierto’ me ha permitido ver el mundo con otros ojos”.

La cineasta Mariana Otero durante el rodaje de 'A cielo abierto' con Amina, una de las niñas residentes en Courtil. © Romain Baudean
La cineasta Mariana Otero durante el rodaje de ‘A cielo abierto’ con Amina, una de las niñas residentes en Courtil. © Romain Baudean

La cineasta francesa Mariana Otero hacía mucho tiempo que tenía una pregunta: quería entender algo sobre la locura. Y encontró una respuesta en la frontera entre Francia y Bélgica. Casi por azar conoció un día a Bernard Seynhaeve, director de Courtil: una institución orientada por el psicoanálisis lacaniano que recibe a niños y niñas con dificultades sociales y psíquicas, en internado o semi-internado.

A Mariana Otero le llamó algo la atención. En este lugar no utilizaban palabras como “disminuidos mentales”, “autismo” o “discapacitados” como en otros espacios que había visitado. Le explicaron que para ellos cada niño es un enigma. Cada uno de ellos, a diferencia de nosotros que tenemos una lengua común, tiene una lengua privada. En Courtil se dedican a descifrar y entender esta lengua caso por caso. ‘A cielo abierto’ es un documental –que se complementa con un libro de entrevistas– que nos permite entender algo sobre como ven el mundo los niños de Courtil y de los efectos terapéuticos que la orientación lacaniana tiene en sus subjetividades. ¡Y vaya si los tiene! Desde La Casa de la Paraula hemos querido conversar con ella durante su visita a Barcelona para el preestreno del documental. Mariana Otero nos muestra en su film un claro ejemplo de cómo partir des del no saber más absoluto, dejarse interrogar y abrirse a una pregunta, entrar en Courtil con el respeto que se merecen los niños y los profesionales y rodar una película arriesgada pero que da cuenta de muchas cosas. Se estrena en breve. ¡Vayan a verla! Eso sí, si van les recomiendo un ejercicio bien saludable: aparquen sus prejuicios en casa y, por largo que pueda parecerles el documental, déjense sorprender hasta el final. 

Su documental parte de una pregunta muy personal sobre lo humano, sobre la alteridad, sobre la locura. ¿Por qué se preguntaba usted sobre ello?

Pienso que a mucha gente la locura le fascina y da miedo a la vez. El porqué de la locura es una pregunta que me he hecho siempre. Hace 25 años que hago cine y durante mucho tiempo no sabía como tratar este tema ya que pensaba que necesitaba una cierta experiencia tanto humana como cinematográfica. Después de 25 años pensé que quizá ya era el momento de hacer una película. Pero había una condición para ello: yo quería conseguir hacer una película que permitiera entender y no únicamente mostrar algo de la locura. Visité muchos lugares que trabajaban básicamente con adultos pero siempre tenía la sensación que la gente que trabajaba allí proyectaba su propia manera de ver el mundo en los llamados “discapacitados mentales” que atendían en sus centros y, por lo tanto, no podía entender nada.

Un día me hablaron de Courtil, una institución belga muy grande que acoge 250 niños y trabaja bajo la perspectiva del psicoanálisis lacaniano. En principio yo sabía muy poco de psicoanálisis y partía de un cliché que me decía que los niños estarían sentados en una silla y les harían preguntas sobre el padre, la madre, etc. La verdad es que partiendo de este prejuicio no tenía muchas ganas de ir a Courtil pero decidí ir a conocer la institución. Asistí a la primera reunión de los responsables terapéuticos y lo que encontré más sorprendente es que nunca hablaron de locura, ni de discapacidades, ni de autismo. No usaban ninguna de esas palabras sino que se hacían preguntas sobre cada niño para intentar entender a cada uno. Les pregunté entonces por qué no utilizaban esas palabras y me respondieron que para ellos cada niño es un enigma y su trabajo es entender y encontrar una solución apropiada para cada uno de ellos. Pensé que si este era su trabajo me podía quedar allí para también entender y finalmente hacer una película sobre este tema.

Fotograma del documental 'A cielo abierto' de Mariana Otero.
Fotograma del documental ‘A cielo abierto’ de Mariana Otero.

¿En Courtil encontró la respuesta que buscaba?

Debo decir que los primeros días en Courtil no entendía nada, estaba totalmente perdida.  Pasado un mes, después de ver el día a día de los niños, de escuchar a los profesionales y la manera que tenían de hablar de ellos, después de intentar varias cosas, empecé a ver más allá de las apariencias. Empecé a ver aquello que en un principio me parecía invisible. Fue eso lo que me motivó para hacer esta película. Compartir esta experiencia con el espectador. La experiencia de un descubrimiento me impulsó a querer que también el espectador pudiera vivir algo similar. La experiencia de ‘A cielo abierto’ me ha permitido ver el mundo con otros ojos.

¿Cómo consiguió usted introducir su cámara en Courtil y que tanto sus profesionales, los niños y los padres accedieran a grabar la película?

En primer lugar pasé por un proceso de localizaciones muy largo, sin ninguna cámara. En un principio el director de Courtil decía que no quería que grabara a los niños. De hecho, yo estaba muy de acuerdo con eso, pensaba que no sería posible. ¡Me parecía complicadísimo! Si más tarde se abrió la posibilidad de hacer la película es porque después de un par de meses empecé a entender a esos niños y allí comencé a pensar que podría filmarlos. Cuando en Courtil vieron que mi intención no era mostrar a los niños sino intentar comprender, estuvieron de acuerdo en poder grabarlos. Así, poco a poco me fui integrando en el equipo, encontré mi lugar y me aceptaron. Fue un proceso bastante largo. Saqué mi cámara al cabo de nueve meses cuando vi que todo el mundo estaba listo, también yo misma. A partir de allí estuve rodando durante tres meses siempre con la cámara atada a mí.

Se convirtió usted en una especie de “cámara-cuerpo”.

Partía de la idea que si yo y la cámara estábamos separadas quizá los niños se apropiarían y harían alguna cosa con ella; quizás otros no aceptarían ser filmados pero también pensaba que a lo mejor para muchos la experiencia les serviría de alguna cosa. No sabía exactamente para qué sería útil pero pensaba que su relación con la cámara serviría también para explicar alguna cosa respecto a su relación con los otros y con la mirada. Es por ello que decidí colgarme la cámara para que fuera como un apéndice de mi cuerpo y para que la relación de los niños conmigo pudiera transformarse durante el rodaje. Si hubiera tenido un técnico de sonido, por ejemplo, los protagonistas hubieran estado mirando una vez para un lado, otra vez para otro. De la manera que lo hice, en cambio, se puede construir algo.

En la película aparece una niña, Allyson. Durante las localizaciones noté que era muy apática. Es una niña diríamos “esquizofrénica” y que tiene la sensación de tener un cuerpo que se va por todos lados. En una escena de la película se mira el brazo como si no fuera suyo. Antes del rodaje Allyson no corría, casi no se movía, estaba incluso un poco “depresiva”. Creo que la relación con la cámara, con el marco, le permitió de alguna manera juntar su cuerpo y ponerlo en movimiento. Al final de la película hay una escena muy alegre y divertida en la que esta niña y yo nos ponemos a correr juntas en un campo. Fue algo realmente sorprendente porque antes del rodaje quizás esta niña nunca hubiera hecho esto. Su relación con la cámara, pues, tuvo ciertos efectos y fue como una solución para ella.

Mariana Otero con Iván Ruiz, psicoanalista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis durante el preestreno del documental en los cines Boliche. Fuente de la imagen: @cameo
Mariana Otero con Iván Ruiz, psicoanalista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, durante el preestreno del documental en los cines Boliche de Barcelona. Fuente de la imagen: @cameo

¿En ‘A cielo abierto’ qué pretende usted contar al espectador?

Intento hacer vivir al espectador la misma experiencia que yo viví. Es decir, conseguir paso a paso entender la película. Al principio el espectador puede que se sienta un poco perdido pero poco a poco empieza a entender a estos niños. Empieza a vislumbrar que estos niños tienen su propia lógica, que existe una estructura, que lo que hacen no se trata de pataletas, ni de violencia, no son niños violentos, no son hiperactivos, nada de eso. Hay una estructura que marca su relación con los otros, con el mundo, con la mirada, con sus peticiones. La película da cuenta de que todo esto se puede entender y por lo tanto existen también soluciones. Espero que el espectador viva este tema de la misma manera que yo lo he podido vivir.

El psicoanalista Jacques Lacan señala que en la psicosis el inconsciente está en la superficie, está “a cielo abierto”. ¿De ahí viene el título de su documental o es pura casualidad?

¡No, no es ninguna casualidad! (risas). Efectivamente, había escuchado a uno de los profesionales decir que los psicóticos tenían el inconsciente “a cielo abierto”. En Courtil realmente tuve la sensación que se comprendía a estos niños, que se les escuchaba. No se intentaba poner ningún tapón a su locura para no verla. No se intentaba conformarlos sino que se trataba de escuchar lo que tenían para decir, de sentir su carácter, su ser, su singularidad. Efectivamente su inconsciente está a cielo abierto y eso en Courtil era permitido. Es por eso que le puse este título.

Antes de realizar su película usted no tenía casi ningún conocimiento de psicoanálisis. ¿Qué aprendió usted en la experiencia en Courtil sobre el psicoanálisis y el inconsciente?

He aprendido muchísimas cosas. Aprendí, por ejemplo, una cosa importante: que tenemos un cuerpo. Pero este cuerpo, por muy evidente que parezca, no es algo que nos venga dado, es algo que construimos nosotros mismos. Para mí eso era algo evidente pero me abrió puertas para entender miles de cosas como, por ejemplo, renovar mi relación con el mundo, con los otros. A partir de esa experiencia mi mirada ha cambiado, se ha desplazado, ya no miro de la misma manera. Espero que al espectador le produzca efectos similares. Quise hacer una película para compartir esta experiencia, para ayudarle a que comprenda un poco la locura de estos niños, para que pueda mirarlos, escucharlos. ‘A cielo abierto’ es un film que cuenta el camino de la mirada para deshacernos de nuestros a priori.

Allyson, una de las protagonistas de 'A cielo abierto'. © Romain Baudean
Allyson, una de las protagonistas de ‘A cielo abierto’. © Romain Baudean

A veces el proceso de producción del cine nos tiene acostumbrados a cierta planificación y control. Sin embargo su trabajo en ‘A cielo abierto’ no tiene nada que ver con eso. No parte de un escenario previo o un guión. En su documental usted da cuenta de los vacíos, las sorpresas, los sin sentidos con los que se encontró. ¿Le fue difícil no retroceder ante eso?

Precisamente este era el reto de la película. Realizar este film fue un proceso de plantearse desde el inicio un interrogante. Desde buen principio yo me decía: “todo esto me sorprenderá”; “no sé a donde voy”; “parece todo imprevisible”. Sin embargo también creía que al final saldría una película porque durante las localizaciones había visto como los niños iban evolucionando, como la comprensión se iba construyendo poco a poco y por lo tanto pensé que si yo aguantaba, si estaba cerca de ellos, si me mantenía cerca de los profesionales, al final del rodaje aparecería alguna cosa aunque en ese momento no lo supiera. Esa cosa que al principio era invisible se haría presente. Cuando comencé a rodar creía que algo de eso sucedería y lo creía sencillamente porque lo vi durante la preproducción. Todo ese proceso fue muy angustiante.

¿Y aparecieron más preguntas?

Durante el primer mes me preguntaba: “¿pero qué estás filmando?”; “¿cuál es el interés?”; “¿qué explica todo esto?”. Fue durante la última parte del tercer mes que entendí el interés de lo que había estado filmando antes y por suerte creí en eso e insistí porque al final, efectivamente, las cosas se fueron poniendo en su sitio. Podríamos decir que la historia se explica del final al principio, al revés de lo que estamos acostumbrados. Volviendo al ejemplo de Allyson, la niña que se mira el brazo, al principio del film la rodé haciendo puzles. Sinceramente, una escena de un niño haciendo un puzle quizás no tiene mucho interés cinematográfico. Pero después de los tres meses de rodaje comprendí que para ella el hecho de hacer un puzle no es cualquier cosa, es algo que de algún modo la calma. Es más, es algo que se puede poner en relación con otras cosas que filmé después y que todo adquiere un sentido. Pero primero tuve que tomar el riesgo de no saber a donde iba para poder llegar a alguna parte. Este fue el reto de esta película y de su estructura. Al principio uno se encuentra un poco perdido y no es hasta el final que se entiende lo que se leyó al principio. En la fase de montaje quise respetar eso. Ver esta película es una experiencia singular, es una película diferente porque no seguimos una historia que venga dada o sea lineal.

Mariana Otero durante el rodaje de 'A cielo abierto' con Jean-Hugues, uno de los residentes de Courtil. © Romain Baudean
Mariana Otero durante el rodaje de ‘A cielo abierto’ con Jean-Hugues, uno de los residentes de Courtil. © Romain Baudean

Usted filmó durante tres meses 180 horas de grabación. ¿Cómo fue el proceso de montaje, de perder gran parte de lo que había filmado para hacer un ejercicio de reducción y de síntesis?

El montaje se alargó durante ocho meses, ¡fue larguísimo!. Y fue así para intentar, justamente, conservar esta estructura en la que al principio nos encontramos un poco perdidos para ir viendo como después las cosas se van construyendo de manera progresiva. Se trataba de conseguir mantener el equilibrio entre escenas de vida y escenas donde los adultos hablan de lo que han visto para intentar entender a los niños.

¿Cómo reaccionaron los niños, los profesionales y los padres al ver por primera vez la película?

Sistemáticamente cuando hago una película muestro el resultado a las personas para estar segura que les gusta y que no quieren que cambie alguna cosa. Quiero estar segura que todo el mundo está a gusto con la película. Así que esta vez también mostré la película a los niños, a los adultos y a los padres. Los profesionales estaban muy contentos con el resultado. La reacción de los niños fue muy interesante porque cada uno vio la película de una manera muy diferente y que curiosamente correspondía con su mundo y su relación con este, una experiencia singular para cada uno de los protagonistas. Los padres también estuvieron encantados de ver la cinta. En primer lugar porque vieron que sus hijos eran felices en esta institución y eso es muy importante. Poder ver sus escenas cotidianas: como se levantan por la mañana hasta que se van a dormir. Para muchos padres fue agradable ver que para cada niño el momento de ir a dormir, por ejemplo, era diferente según sus necesidades. Algunos niños insistían en que les explicaran un cuento, otros en ir a dormir debajo de una cabaña, se trataba de una relación muy atenta con ellos. Los padres estuvieron contentos de poder ver esas atenciones. Para algunos ver la película les permitió entender cosas sobre sus hijos que hasta ese momento no habían captado. Fue muy fuerte y emotivo para ellos.

Usted viene de una familia de artistas: sus padres pintores, su hermana actriz. ¿Cómo influye su historia familiar en su mirada?

Influye por muchísimas razones. Es complicado de explicar. Mi madre era pintora. Murió cuando yo era muy pequeña. Hice una película que se llama ‘Historia de un secreto’. Murió después de un aborto clandestino y me lo ocultaron durante mucho tiempo es por ello que hice esta película del secreto. Supongo que las ganas de explicar historias y las ganas de entender motivan el hecho de que yo me dedique a los documentales. Con mi trabajo busco entender algo de lo real y darle un sentido. Esta respuesta parecería un poco de psicología barata (risas) pero pienso que realmente en mi trabajo hay un deseo de hacer entender y ver aquello que es invisible. Pienso que el arte, el cine, la pintura están aquí para hacernos ver aquello que de entrada no vemos, para hacer aparecer el sentido y la belleza. En todas mis películas intento explicar historias dramáticas o difíciles pero enseñar a través de ellas la belleza, la belleza humana y de cómo aquello que pueda parecer trivial, en el fondo, tiene algo de extraordinario.

Cartel del documental 'A cielo abierto'. Se estrena en cines el 24 de octubre y se podrá ver online a través de Filmin a partir del 3 de noviembre.
Cartel del documental ‘A cielo abierto’. Se estrena en cines el 24 de octubre y se podrá ver online a través de Filmin a partir del 3 de noviembre.

María José Muñoz i Juan Bauzá, psicoanalistes: “Nuestra experiencia, la del psicoanálisis, pasa por una lectura y una escritura”

María José Muñoz y Juan Bauzá, ambos psicoanalistas en Barcelona, acaban de publicar su Introducción a conceptos lacanianos. Estructura y estructuras en psicoanálisis II. Símbolo, significante y letra, continuación del primer volumen publicado en 2010. Para celebrarlo, los hemos entrevistado para La Casa de la Paraula.

Por Miquel À. Riera

Buenos días, lleváis más de diez años realizando un seminario de trabajo sobre Freud y Lacan y fruto de eso es el presente libro y su antecedente, ¿qué motivó y qué motiva tal empresa?

María José Muñoz (MJM): Motivó quizás, aunque suene un poco pedante dentro del mundo del psicoanálisis, una especie de retorno a Lacan. Hacer un tipo de lectura que no se había hecho en la medida en que Lacan estaba vivo o bien, en los años ochenta, en que todos los que transmitían Lacan habían estado con Lacan. Entonces se estableció un tipo de lectura donde se comenzaba por cualquier seminario y eso, por una parte estuvo bien porque se tiene que comenzar por algún sitio en una obra que era desconocida sobre todo en España, pero dejaba fuera lo que sería una lectura cronológica que permitiera ver desde dónde partía Lacan, no solamente con Freud, sino incluso con su pasado psiquiátrico. Como base fundamental había una pregunta que venía de que a Lacan se le había colocado y se lo sigue colocando dentro de la línea del estructuralismo. Entonces, teníamos una orientación que era la de tratar de establecer bien lo que en psicoanálisis llamamos una estructura. Y además darle su vertiente clínica, que sería las estructuras clínicas. Poder diferenciar entre lo que sería el estructuralismo y, por otra parte, la estructura del sujeto y las estructuras defensivas freudianas. Este fue el inicio.

Juan Bauzá (JB): Hay una cosa que dice precisamente Lacan en la última conferencia que da en Venezuela que es que “Yo soy un freudiano y si quieren les toca a ustedes ser lacanianos”. Lacan propuso un retorno a Freud porque consideraba que había habido toda una desviación de lo que Freud proponía y del carácter subversivo del sujeto en relación al psicoanálisis y yo creo que, precisamente, después de la muerte de Lacan se plantea la cuestión de lo que podríamos llamar un retorno a Lacan. ¿En qué sentido? Yo pienso que porque se ha hecho una lectura, podríamos decir, muy imaginaria de Lacan. ¿Qué quiero decir con esto? Que no se ha tenido en cuenta lo que a mi entender es el eje fundamental de lo que conduce su enseñanza y su obra que justamente es la estructura y las estructuras en psicoanálisis; constituye la noción de estructura. Pero claro, esa estructura, y por eso se ha dicho que Lacan era estructuralista, y yo también lo creo así, no es una estructura simplemente en el sentido podríamos decir “filosófico” de estructura, sino que también una estructura que da mucha importancia a la lógica y a la matemática. ¿Por qué? Porque parte, dentro de la estructura lingüística, de la noción de la lógica del significante que comporta necesariamente una ampliación, una modificación de la lógica para que incluya al sujeto, el sujeto que de alguna manera es el sujeto excluido de la ciencia. Se parte de una re-inclusión. Esta re-inclusión comporta tener muy en cuenta lo que es, no sólo la estructura lingüística, sino también la estructura matemática, en el sentido de la matemática moderna. Y la idea de hacer este seminario era precisamente, la idea de ese retorno a Lacan con ese hilo conductor, que sería la importancia que tiene, por una parte, la estructura lógico-matemática y, por otra parte, la re-inclusión en ella de eso excluido: la noción de sujeto.

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Costó siglos ver operaciones matemáticas que hoy en día son evidentes para un niño de nueve años. ¿Podría ser esto algo parecido a lo que decís?

MJM: Justamente el otro día, hablábamos de la fobia que tienen muchísimas personas a las matemáticas. A la lógica también, pero sobre todo a las matemáticas. Yo creo que no se ha entendido, en general en la sociedad, y no se ha transmitido que las matemáticas son un lenguaje más. Y dentro de ese lenguaje intenta atraparse algo que, Lacan mismo lo va a decir, que es capaz de conectar con lo real y que permite un cierto entrenamiento de lo que tendría que ver con la cuestión de la verdad del sujeto, es decir, una verdad que no es LA verdad sino que se tiene que trabajar. En este sentido el ser humano necesita trabajar esta cuestión de la verdad y el sistema lógico-matemático permite ese acercamiento a la verdad que lo acerca a lo real y que lo acerca a la conexión entre un sistema simbólico y un real. Entre una discontinuidad y una continuidad, que es lo real. Entonces yo creo que sí hay una resistencia porque el plano imaginario siempre está pensando que hay algo que se puede atrapar de forma directa y no con una labor.

JB: La fobia, en este sentido, es una estructura defensiva y daría cuenta de una resistencia. Y hay que tener en cuenta que lo que fundamenta buena parte de la ciencia es precisamente la lógica matemática. Ésta es lo que introduce la racionalidad científica, y ¿qué quiero decir con esto? Que es aquello que pretende atrapar lo real. ¿Cuál es el problema? Que precisamente eso real, podríamos decir, que es lo que al contrastarse con lo imaginario del sujeto, que estaría bastante condicionado y determinado por el deseo y el narcisismo, ese sujeto al confrontarse con ese real se va a topar con algo que es el suporte material de algo que podría ser una satisfacción y es necesario pero a la vez, se puede topar precisamente con aquello que impide o imposibilita esa satisfacción inmediata que estaría vinculada con el principio del placer. En ese sentido, habría una resistencia por parte del sujeto e incluso por parte de quienes pueden estar trabajando en psicoterapia o en psicoanálisis porque justamente ese real confronta al sujeto con una imposibilidad de satisfacción del deseo en su totalidad, de una forma absoluta.

Por otro lado, distinguís en el libro, siguiendo a Lacan, el campo de la exactitud del registro de la verdad.

MJM: Ahí hay uno de los ejes fundamentales de este libro: el hilo que Lacan establece en ese momento entre lo que sería un sistema simbólico que por una parte está muy pegado, y por eso toma la etología, diría yo, como base a lo que sería el signo y, por tanto, a lo imaginario. Entonces, en ese sentido va a aparecer en Lacan un sistema simbólico que es como un automático, como una especie de código que se parece a lo que sería el código de los animales. ¿Qué quiere decir? Que ese campo de la exactitud, Lacan en esos momentos lo está hablando como el campo donde se encuentra el sujeto en un código: de la sociedad, familiar, etc., y ahí lo que se juega es la exactitud del propio sistema. Es una especie de automático; lo automático del sistema. Entonces, en ese momento, para él de lo que se trataría es que eso que, en La carta robada por ejemplo, los protagonistas creyendo ser los actores de la acción, en realidad están sujetos a los lugares que la estructura determina. Entonces son como una especie de signos donde en cada casilla va a venir ocupada por uno de los personajes. Y esas casillas son fijas y los personajes van a ir pasando por esas casillas porque es como una especie de automatismo. Ahí estamos hablando del lado de la exactitud en ese sentido de que es automático, que es una estructura quien determina eso. Sin embargo, en la segunda vuelta, cuando intenta dar cuenta de esa segunda vuelta, de ese saber dentro de lo simbólico humano, allí lo que va a estar en juego va a ser la búsqueda de la verdad, y la búsqueda de la verdad la instituye en esos momentos, en un sistema, la parole en contraposición a mot -que estaría del lado de la exactitud. La palabra como la liberadora ¿por qué? Porque en esos momentos justamente, lo que conlleva la pregunta sobre la verdad, es decir, hacer de la verdad una causa, es el sistema de equívoco del significante. Si podemos decir que hay una cara de signo del significante, que está del lado de ese imaginario pegado más al código animal, será la pregunta por la verdad, el hecho de que el sujeto de alguna manera tenga que preguntarse sobre si lo que se dice es verdadero o no es verdadero, lo que está colocado en la segunda vuelta. Esa segunda vuelta la diferencia como la que buscaría el reconocimiento, la verdad en el otro. No sé si te contesto, más o menos. Por ejemplo en las formaciones del inconsciente: él va a poner que de entrada con lo que se encuentra el sujeto es con un código y una serie de mensajes. Y es la cadena de los significantes lo que le permite poder preguntarse por la verdad, en la medida en que el significante implica el equívoco, la mentira… eso conlleva preguntarse por la verdad. No va a ser así más adelante, donde justamente va a poner de entrada, el significante como la posibilidad de un efecto de sentido que lleva en sí mismo el efecto del equívoco.

JB: Esto es, se podría decir, como la contraposición entre lo que es un sistema formal, por ejemplo, cuando coges un libro y tienes un texto con letras y cómo la verdad se plantea a partir de que se introduce en ese sistema formal el sujeto de la enunciación. Y el problema es transformar lo que son simplemente letras, una sintaxis, o la idea de mot en francés, que sería una palabra vacía. Introducir allí la significación vinculada al sujeto y en esa significación la cuestión de la verdad del sujeto que antes del momento en que planteamos la existencia de lo inconsciente habría un doble registro: estaría por una parte aquello en lo que el sujeto habla y con lo que se identifica a través del yo, de la consciencia; y aquello que dice en ese decir sin que sea consciente de eso que dice y que, incluso en un momento dado, en un lapsus por ejemplo, puede llegar a decir algo que no tenía la intención de decir. Esto introduce precisamente lo que estaría vinculado con la verdad de ese sujeto.

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Tratáis de demostrar, también, cómo Lacan diluye dicotomías como forma-contenido, relato-estructura, etc. ¿Qué me decís de otras dicotomías como ciencias-humanidades o matemática-poesía?

MJM: ¿Ciencias y humanidades? Me parece totalmente absurdo. Es decir, siempre me ha parecido absurdo. Porque las ciencias o las humanidades, o lo que se consideran las disciplinas humanitarias no dejan de ser un producto de los seres humanos. Eso no quiere decir que en cada una de ellas no pueda haber una peculiaridad. Pero lo que está claro es que son todas ciencias humanas, ahí no hay diferencia entre ciencias humanas y “ciencias”. Por otro lado es verdad que el objeto del que trata la ciencia se le supone un objeto inanimado, que no es un sujeto y entonces, que en todo caso, tendría que considerarse esa diferencia como objeto. Pero está claro que el que lee ya es un sujeto, tanto los científicos como otros. Es un sujeto y por lo tanto está sujeto a eso mismo, a ese sistema simbólico del que se parte. Sistema simbólico que además tiene una historia, es decir, tiene todo un saber acumulado y que eso determina también lo que se puede abordar y no abordar. Pero en la medida en que es leído por un sujeto, el investigador o el que sea, entra en lo que sería lo humano. No sé si me acabo de aclarar. Esto por una parte, respecto a la poesía: yo creo que hay algo fundamental en la poesía. Creo que es una función, sobre todo hablando de las figuras retóricas, metafóricas y metonímicas y todo lo que tiene que ver con los tropos. Lacan cuando habla de la metáfora o la metonimia, las resuelve en una fórmula matemática. No es en acto, aunque se pueda poner en acto en un análisis, sino que obedece a una estructura la que, justamente, da cuenta por ejemplo de lo que sería la función de sustitución de lo metonímico del deseo. El pasaje de esto metonímico del deseo a lo que sería la vertiente de la represión bajo la barra, es decir, la utiliza como una función matemática de sustitución. Yo creo que dentro de la poesía no es así. Una metáfora no es una función de sustitución. Sino que te efectúa un tipo de sustitución. Y está en acto. Lacan siempre ha dicho que la función de la metáfora no es una metáfora; es una función matemática donde pueden venir a ocupar esos lugares cosas que están ya fijadas dentro de la propia teoría. Y una metáfora poética creo que no pasa por allí. Se efectúa pero no pasa por allí.

JB: Yo hay una cosa que cuando comencé a leer a Lacan me apasionó y es precisamente esa incorporación que hace de la literatura, la filosofía por una parte y, por otra parte, de la matemática, de la lógica, de la lingüística y para mí esto comporta una superación precisamente de esa división entre ciencia y humanidades. Esta división a mi entender tiene que ver justamente con la contraposición clásica entre objeto y sujeto. Que podría simbolizarse como una esfera, es decir: por una parte, tendrías lo que está en el interior de la esfera, que sería el sujeto y lo que está en el exterior que sería el objeto. Lacan hace una ruptura con esa topología y pasaría a un tipo de estructura como puede ser el plano proyectivo o la botella de Klein, donde no hay exterior y el interior se confunde y, a partir de allí, si las ciencias pretenderían ser las ciencias de los objetos exteriores; y por otra parte, las humanidades son lo que llamaríamos ciencias del sujeto, es decir, que incluirían al sujeto. ¿Cuál es el problema? Que, a partir de esa ruptura de Lacan, lo que aparece como ciencias supuestamente del objeto están marcadas por el sujeto, que Lacan lo va a definir como el sujeto de la ciencia, no son exteriores a ese sujeto, están vinculadas y eso requiere incorporar la importancia que puede tener el lenguaje, la letra, en las ciencias normales. Y, por otra parte, en cuanto a lo que serían las humanidades, que serían la ciencia del sujeto, a la vez, vamos a decir que la precisión y la cientificidad de esas humanidades es justamente lo que debe introducir toda una serie de recursos formales que producen las ciencias lógico-matemáticas. Eso justamente permite esa marca que puede tener, por una parte, el objeto del sujeto; y, por otra parte, el sujeto del objeto.

¿Cuáles creéis que son los vínculos actuales entre psicoanálisis y ciencia?

MJM: A ver, es que yo creo que ahí habría que diferenciar en cuanto a lo que sería lo que se considera la ciencia en términos de positivo de Popper y demás, y lo que sería la base lógica que sostiene a esos sistemas. Entonces, lo que sería la base lógica que sostiene esos sistemas ha sido trabajada y reformulada pero no incluidas dentro de lo que se sigue considerando la ciencia que tiene su máximo modelo en las ciencias experimentales. Hay en común la base lógica, que es el rigor que se pretende para cualquier tipo de abordaje de la realidad, de los sujetos, etc. Entonces tienen en común eso, pero generalmente lo que se suele mantener como lo que diferencia, por ejemplo, al psicoanálisis es el hecho de lo experimental y no el hecho de la lógica que subyace. Entonces, desde ese punto de vista se sigue pensando, desde esa división que se sigue haciendo, las ciencias serían el modelo experimental y ahí el psicoanálisis quedaría totalmente fuera. Pero si se considera desde las bases de la lógica que sustentan un sistema teórico, el psicoanálisis es, en ese trabajo que ha hecho Lacan y que está haciendo Vappereau -o el que intentamos nosotros y el que yo creo que hay que hacer-, es el del rigor lógico-matemático que permite poder dar cuenta de la validez del sistema y de la consistencia del sistema. Ahí también me parece que es por lo que insistimos de lo lógico-matemático. Por otra parte, yo creo que una de las cosas que se tienden a olvidar es que, a ver, o que hay un prejuicio, pues es cierto que Lacan hace muchas críticas tanto a la ciencia como a las matemáticas o la lógica, pero a la vez, lo va cogiendo. ¿Qué quiere decir? Que él está cogiendo ese modelo de rigurosidad y por otra parte está intentado que en ese modelo, que Juan decía que se deja fuera al sujeto, esa lógica, introduzca al sujeto. Entonces Lacan está todo el tiempo intentando, con la lógica, el rigor de lo lógico, que sustente ese rigor e incluya al sujeto. Para eso para lo que siguiendo muy estrictamente porque la gente dice que no, que es una lógica más o menos vaga para que pueda incluir al sujeto. Yo creo que no, que es la lógica clásica sólo que teniendo en cuenta las dimensiones de los efectos del inconsciente. Es decir, como aparece, etc. Eso tiene su lógica, y ya Freud en La interpretación de los sueños intenta dar cuenta de la lógica que subyace, que no es una lógica clásica en el sentido de la consciente. NO y sí. NO porque está en contraposición a lo que él conocía de la lógica clásica pero ojo porque la lógica clásica ha cambiado muchísimo. Sobre todo con la vertiente en la que se ha introducido la matemática. Hoy tenemos la lógica matemática. Entonces, esa lógica matemática permite introducir lo que los lógicos dejan fuera a la vez en que, en la medida en que siguen investigando están dando herramientas para poderla hacer. Ese es el reto que nos parece que los psicoanalistas tenemos: la de poder dar cuenta de la rigurosidad lógica, en una lógica clásica, pero sabiendo que esta lógica clásica ha ido modernizándose y que en estos momentos hay muchísimas herramientas para poder dar cuenta de lo que podríamos llamar fenómenos de la clínica psicoanalítica, es decir, que introduzca al sujeto barrado.

JB: El tema de ciencia y psicoanálisis es un tema fundamental pienso. Y hay un escrito que es el que cierra precisamente los escritos que es La ciencia y la verdad y que justamente ese escrito es el único que Lacan va a leer en su seminario en lo que sería el principio del seminario del objeto del psicoanálisis, es decir, dónde se pregunta por cuál sería el objeto del psicoanálisis. Entonces en este sentido este escrito es un texto a mi entender fundamental en relación al tema ciencia y psicoanálisis y hay varias cosas que dice, pero dos de ellas quiero destacarlas: primero, cuando se critica y se suele destacar del psicoanálisis que no es una ciencia. Justamente Lacan va a introducir que el psicoanálisis no sólo no es una ciencia sino que es un paso-de-ciencia, es decir, que en ese sentido, por un parte no se podría identificar con lo que sería la ciencia o, vamos a decir, la ciencia clásica que estaría fundamentada en una teoría de la ciencia que puede ser la teoría de la ciencia del positivismo lógico o simplemente el positivismo a secas. Y, por otra parte, es un paso-de-ciencia en el sentido de que introduce dentro del mero formalismo científico eso que va a llamar el objeto a, causa del deseo, y va a decir finalmente el objeto del psicoanálisis no es el objeto a, curiosamente, sino que va a decir el objeto del psicoanálisis es la función del objeto a. Y en ese sentido es fundamental para que la ciencia precisamente no tenga los efectos destructivos que ha tenido y sigue teniendo justamente esa introducción del sujeto y de la función del objeto a causa del deseo.

Sin embargo, antes que nada el psicoanálisis es una experiencia y una praxis. ¿Cómo se combinaría esta estructura teórica con este hecho?

JB: El problema es que, con lo que decía María José en relación a las ciencias experimentales, es que se sigue pensando en términos de que primero es la experiencia y después sobre la abstracción de esa experiencia que se construye la ciencia. Es decir, que no se tiene en cuenta lo que Lacan va a introducir que es la idea de primacía del significante. Si antes, se puede ver con los niños, uno no introduce toda la cuestión del lenguaje es imposible un ordenamiento, de lo real y del mundo, que permita justamente hacer ciencia. Y en este sentido es tan fundamental la introducción del lenguaje que es lo que va, en toda la cuestión de las personas que nacen sordomudas por ejemplo, todo lo que va de lo que podría ser una minusvalía o un retraso mental, donde no va a ser sino a partir del momento en que precisamente se introduce el lenguaje que empieza la mejora. En este sentido es lo que se descuida: que una praxis de algún modo no es posible si antes no ha habido un lenguaje que de alguna manera la permita. Algo que es del orden de una serie de recursos simbólicos que se introducen en un momento determinado. Esto supone un corte en todo saber científico y permite ver las cosas de otra manera, por ejemplo, todo el corte que supone el paso del sistema de Ptolomeo al sistema de Copérnico. Es decir, más bien la experiencia vendría a confirmar o a la falsear lo que ha sido un proceso puramente teórico.

MJM: De todas formas, una de las cosas que me parece que Lacan intenta subrayar y que cuando habla de causa material está apuntado, es que nuestra experiencia, la del psicoanálisis, pasa por una lectura y una escritura. Nos movemos dentro del discurso del analizante y de lo que en ese discurso se puede leer desde lo imaginario o desde ciertas herramientas que uno ha tomado desde lo que es el psicoanálisis y trabaja desde ahí. Si tienes unas herramientas que te permiten saber que no sólo hay determinadas conexiones de pensamientos, como dentro de la psicología, sino que además hay unas estructuras, unas operaciones que se han dado en el sujeto, y que, por ejemplo, en la estructura del fantasma van a ser fijas y que esa fijeza es lo que está dando toda una serie de declinaciones en síntomas. Eso permite poder operar desde esas operaciones y con ellas en la singularidad de ese sujeto. El pensamiento y las operaciones están dentro de un discurso que puede pasar por actos, experiencias pero que en todo caso están relatadas como discurso que es un poco lo que Lacan con el relato de Allan Poe intenta dar cuenta. En un relato se pueden encontrar las estructuras de las que está hablando el psicoanálisis.

JB: Precisamente esto se puede ver en las exposiciones clínicas que siempre están muy infiltradas de lo que sería la teoría y que en ese sentido es fundamental lo que sería la lectura y la escritura y el relato. Y que precisamente, en el caso de la psicosis, por ejemplo, al tener un fallo en lo que Lacan llama la metáfora paterna, el psicótico no se da cuenta de que está leyendo. Hay un rechazo de la lectura que está haciendo de la realidad. Al negar esa lectura, ésta aparece como la realidad.

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Una cuestión de lectura y escritura. ¿Creéis que sabemos leer?

JB: Yo creo que hay un analfabetismo del sujeto. Y que precisamente cuando Lacan dice que de lo que se trata en un análisis es del bien-decir o sea, de alguna manera lo que el sujeto debería aprender en un análisis, es curioso decirlo, es a leer y a escribir y a hablar. Algo tan elemental y básico como eso. ¿Qué supone eso? Supone que él pueda introducir en eso al sujeto de la enunciación -y darse cuenta también de ello.

MJM: Yo creo que el problema fundamental es ese y una de las cosas que siempre digo y comento con profesores es que se da una educación donde lo que se busca es la fijeza de signos. Muy poco lo que sería el sistema simbólico que el ser humano tiene. Nuestro segundo libro apunta fundamentalmente a esto. Nos seguimos comportando como si fuésemos “animalots”. Creyendo que lo que vemos enfrente es lo que es, que no estamos regidos por un sistema simbólico que tamiza y que realmente determina la percepción. En ese sentido, las palabras se convierten en objetos. La posibilidad precisamente de ver que son significantes, de ver que están abiertos a muchas significaciones -a pesar de estar acotadas puesto que no todas son válidas en un momento histórico determinado- lo cierto es que los seguimos viendo como signos y no como significantes. En ese sentido leemos fatal. Como si fuéramos animales que lo que perciben es lo que es.

JB: En este lo que es del orden de la lettre, que es del orden de la lectura, se confunde con l’être, con el ser. Por eso va a ser tan importante la obra de Heidegger que precisamente va a distinguir lo que es el ente como un efecto del lenguaje de lo que es el ser. Y en ese sentido se produce una división del sujeto y aparece toda la problemática de lo que él va a llamar del Dasein, es decir, de un ente que, justamente no tiene una comunicación directa con el ser porque está mediatizado por el lenguaje, es un ser abierto y sufriente al ser, en relación con el ser.

Finalmente, ¿qué balance hacéis del psicoanálisis en el siglo XXI, más 100 años después de su nacimiento?

MJM: A ver, como propuesta sigue siendo válido y absolutamente necesario. Como momento en el que se encuentra, creo que hay mucho trabajo por hacer para precisamente darle el rigor que necesita en estos momentos. No se puede ir con teorías antropológicas o míticas para responder a qué es el psicoanálisis. De eso los psicoanalistas deben ser conscientes que, en un momento en que los jóvenes han tenido una formación y exigen cierto rigor en aquello que afrontan, hay que estar a la altura. Sí es verdad que hay ataques desde muchos tópicos acerca del psicoanálisis, pero se sigue respondiendo desde los tópicos. Es hora de ir respondiendo desde el rigor que tiene la teoría psicoanalítica. Ese fue el esfuerzo máximo de Lacan al darnos herramientas fundamentales que están todavía sin desplegar o trabajar a fondo. En ese sentido, veo un momento actual con mucha potencialidad pero en general no es un momento muy brillante del psicoanálisis. Creo que, en parte, cuando el estado hace ofensivas para meter al psicoanálisis en las psicoterapias, hay una parte de la responsabilidad del psicoanálisis al no saber responder desde el rigor sino desde el retraimiento a posiciones de “que siempre ha habido una resistencia al psicoanálisis”. Es verdad pero como toda resistencia tiene su aspecto regresivo y progresivo. Aquí lo progresivo sería trabajar en cómo argumentar y fundamentar lo que se está trabajando y por qué es diferente a otras disciplinas.

JB: Efectivamente el psicoanálisis lleva más de 100 años. Este año se va a cumplir el centenario de la Introducción al narcisismo de Freud. Yo pienso que estamos en los comienzos y que queda muchísimo trabajo por hacer y que ese trabajo es delicado porque es un trabajo por hacer en un sistema social o mundial que más bien iría en contra de aquello de lo que se trataría. En vez de estar al servició del sujeto, sería un sistema donde los sujetos siguen estando como objetos de una serie de personas, de grupos dominantes y eso es un problema. Si el psicoanálisis me parece actualmente una de las cosas, si se respeta su estatuto, más importantes y subversivas en cuanto a una posibilidad de cambio y, si eso no se produce, yo pienso que va a haber un deterioro cada vez mayor del mundo y del ser humano. Este deterioro es precisamente el efecto destructivo que produce esa desconsideración el sujeto, tanto hacia el sujeto como hacia fuera del sujeto -ahí tienes todos los problemas de tipo ecológico e incluso de aumento de enfermedades a pesar de que a la vez se producen avances médicos. Puede llegar un momento en que todo esto se vaya de las manos y si se consigue la eliminación del sujeto, para mí, es el principio del fin. O todo lo contrario: si justamente el sujeto es lo que es reivindicado, aunque sea en estos momentos por parte de pequeños grupos, por parte del psicoanálisis, esto es lo que tal vez va a permitir, y lo veo complicado y difícil, más bien en ese sentido soy pesimista –como Freud y Lacan- , es lo que permitiría salvar de algún modo el mundo de su autodestrucción. Por otra parte hay otro tema, y con esto voy a terminar. Es la cuestión de la institucionalización. El problema de los psicoanalistas es el seguir atrapados entre el deseo de reconocimiento, siempre precario, y el reconocimiento del deseo. O sea, el deseo de reconocimiento es lo que lleva a esperar y a pedir al Estado y a la Ley, para que el analista pueda estar tranquilo, la institucionalización y la legalización cuando justamente de lo que se trata, si se reconoce el deseo, de resistir y justamente no pasar por ahí. Pues eso supone la destrucción del psicoanálisis y del psicoanalista. El deseo de reconocimiento de ese Otro es lo que puede llevar a una alienación hacia esa demanda del Otro que lleve a una negación del sujeto que interesa y que sólo es posible a partir de un cuestionamiento de esa demanda del Otro, de esa alienación y de ese reconocimiento.

Antonio Pérez-Sánchez, psicoanalista: “No pretendo que el libro sea un manual porque la clínica desborda los manuales.”

El doctor Antonio Pérez-Sánchez, psiquiatra, psicoanalista, miembro y expresidente de la Sociedad Española de Psicoanálisis, y docente del Institut de Psicoanàlisi de Barcelona ha publicado Psicoterapia breve psicoanalítica. Una experiència de psicoanálisis aplicado. Clínica y teoría. (Xoroi edicions, 2014). La actualidad del tema, no sólo para quienes trabajan en Instituciones, y el interés del libro nos ha llevado a entrevistar al doctor Antonio Pérez-Sánchez para La Casa de la Paraula.

Entrevista realizada por Magne Fdez-Marbán

        

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¿Qué le llevó a los estudios de psiquiatría?

Yo diría que mi interés por la psiquiatría tiene que ver básicamente con la tarea profesional que realizó mi padre. Él era practicante en Níjar, provincia de Almería, lo que hoy sería un ATS: ponía inyecciones, asistía partos y era un hombre que sobretodo tenía una muy buena relación con la gente. Él hablaba con la gente y esa capacidad de mi padre para contactar con la gente estaba muy presente en casa, de manera que fue una de las fuentes de mi interés por ayudar a las personas. Otro elemento que interviene de una manera más concreta en mi interés por estudiar psiquiatría y más en concreto por el psicoanálisis tiene que ver con que mi hermano mayor estudió psiquiatría y luego se hizo psicoanalista. Fue una referencia para mí. Todo esto y mi interés por las llamadas humanidades, cuajaron en la idea de estudiar psiquiatría, porque mi interés en curar a la gente a través de la medicina no era suficiente, necesitaba de ese otro complemento de las humanidades; y la psiquiatría conjuntaba las dos, y de manera particular la psiquiatría orientada psicoanalíticamente.

Mi padre fue capaz de escuchar mucho a la gente y de hablar en términos muy sencillos y de compartir situaciones dolorosas con ellos. Creo que fue una de les lecciones no explícitas pero perceptibles en mi infancia que calaron como un punto de referencia muy importante en mi interés para ayudar a otros a través de la psiquiatría y el psicoanálisis.

Un padre que hablaba con la gente y ayudaba a que nacieran niños.

Sí, no se limitaba por ejemplo a poner inyecciones, a asistir partos o a curar determinadas lesiones de pequeña cirugía sino que todo eso él lo acompañaba de una conversación, de una capacidad de establecer una relación que hacía posible que la intervención concreta, de un parto o una cura fuera mucho más viable, mucho más tolerable para sus pacientes.

¿Estaba en contacto con las brujas del pueblo?

La verdad es que no. En este sentido tenía una actitud más bien científica, era racional y era respetuoso con toda la gente del pueblo. Tampoco recuerdo que hubiera curanderas en aquellos años cincuenta en el pueblo.

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¿Y ese interés de su padre por lo racional de dónde venía?

Es curioso, en la familia de mi padre eran barberos. Y en las barberías se habla. Es tradición que entre los barberos surja la profesión de practicante. Mi padre empezó como barbero, una profesión que se presta al contacto con la gente, esa fue su primera experiencia profesional y luego se interesó por hacer algo más y estuvo en Granada para conseguir el título de practicante y empezar a ejercer como tal.

¿Y su madre?

Una mujer muy fuerte y con mucho ímpetu. De alguna manera supo salir de su destino en el campo de Níjar de aquellos años. Nació en un cortijo y de pequeña no pudo estudiar. Sin embargo, se trasladó al pueblo, trabajó, conoció a mi padre y nos transmitió el interés por hacer cosas más allá de lo que nos envuelve. Creo que fueron una pareja que se complementaron muy bien.

¿Dónde estudió psiquiatría?

Después de hacer el bachillerato en Almería estudié hasta tercero en la Facultad de Medicina de Granada. En ese momento mi hermano Manolo, que es bastante mayor que yo, ya estaba en Barcelona y había iniciado la especialidad de psiquiatría. Como dije, yo ya estaba interesado en la psiquiatría y hacía tiempo que me atraían las humanidades. En Granada simultaneé la asistencia a la Facultad de Medicina y a la de Filosofía y Letras. Y hubo un momento en el que tuve una cierta crisis vocacional en el sentido de que las letras me tiraban más. Fue en tercero de Medicina, cuando acudí a las clases de filosofía como oyente, pero cuando llegó la época de los exámenes parece que fue más fuerte el sentido de responsabilidad y de obligación, el superyó, diría hoy, y desistí de abandonar en mitad de la carrera de Medicina; asi que me puse a estudiar y curiosamente fue el año que mejor resultado académico tuve, quizá porque fui a los exámenes sin la ansiedad propia del que teme que no aprobará. Allí vi más claro que dar satisfacción a mi inquietud por las humanidades podría canalizarse a través de la psiquiatría, y de manera más concreta por el psicoanálisis, ya que mi hermano estaba empezando en el ámbito psicoanalítico. Y eso me impulsó a venir a Barcelona, a continuar la carrera de Medicina. Una vez aquí, también quise seguir algunas clases de Filosofía, y tuve la oportunidad de asistir a las clases de Emilio Lledó, en esa época ocupala una cátedra en la Universidad de Barcelona. Daba dos materias, Historia (de la filosofía) antigua y Historia de la Filosofía contemporánea. Y acudía a las dos. Terminé la carrera de Medicina claramente orientado hacia el psicoanálisis.

¿Reconoce o tuvo algún maestro en el campo de la psiquiatría?

Acabé la carrera en la Facultad de Medicina de Barcelona, como digo, y empecé la especialidad de psiquiatría en el Departamento de esta especialidad del Hospital Clínico de dicha Facultad. En ese momento ocupaba la cátedra el profesor Ramón Sarró, un hombre que al principio tuvo interés por el psicoanálisis pero que luego, según él decía, quedó decepcionado de su contacto con Freud y de sus inicios de análisis personal en Viena. De todos modos, esa ambivalencia suya le permitió aceptar que los primeros psicoanalistas de Barcelona acudieran a su cátedra y ahí fue donde entré en contacto con el doctor Pere Bofill, fue uno de los fundadores de la Sociedad Española de Psicoanálisis, junto a otros psicoanalistas de generaciones posteriores de los cuales recibí y aprendí mucho. Todos ellos colaboraron en la cátedra de psiquiatría, primero con Sarró y luego con Joan Obiols de otra línea psiquiátrica pero tolerante hacia el psicoanálisis.

¿Empezó a analizarse cuando acabó sus estudios de psiquiatría?

Empecé mi análisis justo al iniciar la especialidad de psiquiatría. Es decir, nada más terminar la carrera de Medicina, al tiempo que hacía el primer curso de la especialidad de psiquiatría. Tenía claro que debía comenzar mi análisis por razones personales; era una experiencia terapéutica que necesitaba, además de por mi interés en la orientación psicoanalítica que quería dar a mi trabajo dentro del ámbito psiquiátrico.

Siempre con el mismo analista

Si, hice mi análisis con el mismo analista y fue una experiencia muy satisfactoria.

¿En qué?

En el sentido de que obviamente el psicoanálisis supuso un antes y un después en mi vida. Son muchos años de estar con una persona compartiendo tus dificultades, tus intimidades y tus problemas y encontrando vías para enfrentar esas dificultades. Pero sobre todo satisfactorio, creo, por la cada vez mayor conciencia, a medida que pasa el tiempo, de que el beneficio del psicoanálisis es algo permanente desde el momento en que terminé el análisis hasta hoy en día. Es decir, me parece una experiencia en la que se fue sembrando mucho durante su realización y que por tanto ha ido dejando una serie de semillas que han ido creciendo, aunque fertilizando en momentos distintos a lo largo de mi vida. Es decir, que el progreso personal no acaba con el análisis sino que sigue ahí, probablemente toda la vida, una vez terminado. Para mí, pues, lo básico de la experiencia analítica es cómo deja ese poso fértil que permite que sigas creciendo con las herramientas y los recursos que te ha dado.

¿Y ha sentido la necesidad de analizarse otra vez?

No, la verdad es que el análisis ha producido las suficientes semillas como para seguir con mi autoanálisis de manera que permita continuar el crecimiento toda la vida, como decía. Y las experiencias de la vida podemos considerarlas como complemento de la experiencia psicoanalítica, el abono para que sigan prendiendo dichas semillas. Una vez finalizada la experiencia analítica con tu analista, uno solo continua mediante el autoanálisis, pero necesita de otras experiencias de la vida, parar retroalimentar ese autoanálisis. Es decir, otras experiencias con las que uno crece. Y esas otras experiencias le hacen pensar a uno porqué son satisfactorias o no, porqué aciertas o te equivocas, contigo y con los demás, de manera que es una actividad inacabable. Por tanto no veo la necesidad de un reanálisis en la medida que puedo continuar adelante con los recursos que me proporcionó para seguir creciendo. Diría que si uno se rodea de personas con las que hay ese estímulo mutuo de seguir aprendiendo no me parece necesario otro análisis. Al menos de momento, no.

¿Acaba sus estudios y empieza su actividad profesional?

Acabo mi formación como psiquiatra en el Hospital Clínico de Barcelona y ese momento, 1975, es una fecha muy particular, tanto desde el punto de vista profesional como sociopolítico del país, porque es la agonía del franquismo, por una parte, y, por otra, es también el período de la revisión crítica de la asistencia psiquiátrica. Es el momento de lo antiinstitucional y de la antipsiquiatría. Los psiquiatras jóvenes que empezamos a trabajar en ese momento en hospitales psiquiátricos de pacientes crónicos, como en mi caso en el manicomio de Sant Boi, iniciamos, junto con otros hospitales psiquiátricos de Cataluña y de España, un movimiento en el ámbito de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) que tuvo unas consecuencias, entiendo que realmente fructíferas, en el sentido de denunciar la situación de la asistencia psiquiátrica sobre todo de los pacientes psicóticos de larga estancia que vivían en condiciones inapropiadas. Aquella denuncia tuvo como fruto una revisión de la propia asistencia psiquiátrica y unos logros importantes. De manera que los nombres y la obra de Laing, Cooper, Basaglia, en ese momento estaban muy presentes entre los psiquiatras jóvenes. Quienes estábamos orientados en el psicoanálisis tratábamos de no ver contradicción entre esa postura antipsiquiátrica y el psicoanálisis, porque en ese época del franquismo el psicoanálisis constituía también una forma de postura crítica que reivindica el pensamiento libre. En la época de Franco, como es sabido, la psiquiatría oficial tenía una orientación fenomenológica y con elementos muy religiosos, por lo que el psicoanálisis estaba bastante marginado. El psicoanálisis mismo ya era una forma de encarar, de enfocar la salud mental, contraria a la manera oficial de entender las cosas.

entrevistaeindicadores

¿Cuando empezó a interesarse o a practicar las psicoterapias breves?

Bueno, yo estoy un tiempo en los hospitales psiquiátricos y como parte de ese movimiento de cambio en la asistencia psiquiátrica se empiezan a crear los centros de Salud Mental en Cataluña. Tuve oportunidad de trabajar en uno de esos centros como coordinador y vivimos una experiencia muy interesante porque fue un momento de mucho entusiasmo por esas posibilidades de cambio; lo cual hizo que el trabajo en equipo fuera un trabajo muy estimulante y muy apasionado. En ese momento, sabíamos que las psicoterapias de larga duración no eran posibles en la asistencia pública y nos interesamos por encontrar formas de terapia también de orientación analítica, pero breves. Tomamos algunas referencias de autores anglosajones como Malan y Balint, y a partir de lo que leímos de ellos empezamos a ponerlo en práctica con los pacientes que atendíamos, pero con una perspectiva que, quizás por el tipo de psicoanálisis que habíamos aprendido, difería un poco de ellos, lo cual nos llevó a una práctica de la psicoterapia breve un poco distinta del modelo anglosajón o británico que fue el modelo inicial de referencia; así que empezamos por introducir una aplicación del psicoanálisis como herramienta terapéutica que tenía que ser a tiempo limitado.

Uno de los resultados del movimiento de crítica de la asistencia psiquiátrica, fue el interés por la asistencia ambulatoria de la salud mental, hasta entonces reducida a los consultorios de la Seguridad Social, donde los neuropsiquiatras debían atender en dos horas un volumen considerable de pacientes. En Barcelona, en convenio con la Diputación, se crearon los primeros seis Centros de Salud Mental. Uno de ellos, con la Fundació Vidal i Barraquer al que le fue asignado al barrio de Sant Andreu en Barcelona donde estuve como coordinador durante más de diez años y luego como consultor y supervisor.

¿Cómo conoce la obra de Balint?

A través de mi formación en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona, porque a la vez que trabajaba en la asistencia pública estaba realizando mi formación en el Instituto, y en sus seminarios conocí parcialmente la aportación de M. Balint al psicoanálisis. Y luego, por nuestra cuenta, vimos que era importante su contribución al campo de la medicina general y en particular de la psicoterapia focal a través de su trabajo en la conocida Clínica Tavistock de Londres.

¿En el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona ese interés por la psicoterapia breve como fue considerada?

Durante un tiempo, la institución psicoanalítica veía con cierto recelo la práctica, no solamente de la psicoterapia breve sino en general de toda la psicoterapia psicoanalítica, por parte de los psicoanalistas o de los analistas en formación, porque había el temor a perder la pureza psicoanalítica, o a confundir una cosa con otra, cosa que a veces ha sucedido, también hay que reconocerlo. Pero mi experiencia concreta pudiendo simultanear mi trabajo en la asistencia pública con mi trabajo en el diván, permitió por ejemplo, -ya era otra época, en los ‘80- que pudiera presentar en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona el trabajo que venía realizando en el Centro de Salud Mental al que me refería antes, ya no sólo en psicoterapia sino en el psicoanálisis aplicado al funcionamiento de un equipo de salud mental. La actitud inicial que consideraba que era mejor para los psicoanalistas no mezclarse con la asistencia psiquiátrica, o mejor dicho no reconocerlo, porque de hecho existió siempre entre los psicoanalistas dicha actividad simultánea, se fue modificando, y hoy en día está perfectamente aceptado hasta el punto de que la primera presentación de mi libro que estamos comentando se acaba de hacer en el Instituto de Psicoanálisis de Barcelona de la Sociedad Española de Psicoanálisis.

psicoterapia breve psicoanalitica

¿Qué supone ese libro para usted?

El libro surge, como decía, de una experiencia concreta, y habría tres elementos a considerar en su génesis: uno es que con el equipo del centro de salud mental de Sant Andreu pensamos que sería útil a la vez que estimulante recoger la experiencia de trabajar con pacientes en psicoterapia psicoanalítica limitada en el tiempo y elaborar mínimamente la teoría que había sustentado esa práctica. Y de allí surgieron tres artículos escritos con compañeros del equipo sobre algunos aspectos fundamentales de la psicoterapia breve. Uno sobre indicaciones, otro sobre focalización y el último sobre el tiempo en dicha psicoterapia. Tras su publicación en la revista Informaciones Psiquiátricas me pareció que ese material teórico y clínico podría ser recogido en una monografía, lo que hice, añadiendo algunos comentarios complementarios, de lo cual surgió Elementos de psicoterapia breve, librito que tuvo buena acogida de manera que se agotó pronto, por lo que al cabo de algún tiempo pensé en editarlo de nuevo y rehacerlo. Pero durante ese ínterin fui adquiriendo más experiencia en la técnica de la PBP porque tuve la oportunidad de participar en un trabajo de investigación que se propuso desde la Fundació Vidal i Barraquer. En esta investigación se trataba de evaluar la disminución del consumo sanitario mediante el uso de la psicoterapia breve al comparar a pacientes con este tratamiento psicoterapia breve con un grupo control y pudo apreciarse cómo disminuía el consumo entre los primeros. Yo no me encargué de esa parte de la tarea. Pero para homogeneizar la investigación primero se realizó un curso introductorio sobre psicoterapia breve psicoanalítica para psicoterapeutas con cierta experiencia en psicoterapia general, siendo la referencia fundamental la monografía antes mencionada Elementos en PBP. Después se continuaba el seminario con el seguimiento de los casos de psicoterapia breve realizados por dichos psicoterapeutas. Hubo dos centros que se ocuparon de esa tarea: El Centro de Salud Mental de Sant Andreu y el Hospital Sant Pere Claver. A mí me pidieron colaborar primero como director del seminario introductorio y luego como supervisor del grupo, de manera que en total mi experiencia con el grupo que yo dirigí duró unos siete años.  La metodología del seminario consistía en que los psicoterapeutas presentaban al grupo cada paciente entrevistado para valorar la indicación y focalización. Los comentarios del grupo y los míos eran recogidos sistemáticamente por el compañero de turno, de manera que en la supervisión siguiente pudiéramos contrastar la indicación y la focalización de ese paciente con las entrevistas posteriores y el curso de la psicoterapia; todo lo cual durante esos siete años dio lugar a un material muy rico que fue lo que me condujo a, en vez de reeditar la monografía, hacer prácticamente un nuevo libro, mucho más rico en material clínico y en desarrollos teóricos. Al mismo tiempo yo personalmente había tenido más experiencia con la psicoterapia breve, incluso en la consulta privada, lo cual me permitía plantear esta psicoterapia como una herramienta más dentro de la gama de psicoterapias y no tan solo como un mal menor debido a la presión asistencial.

¿Con un psicótico también?

No, con los psicóticos descartábamos la psicoterapia breve. La psicoterapia breve requiere unas condiciones como señalo en el libro: sincera capacidad para detectar un problema, cierta capacidad de autoobservación, cierta capacidad para crear un vínculo así como tolerancia para separarse, porque justamente son psicoterapias de tiempo limitado. Y tan importante es la capacidad de vincularse como la de separarse. En un momento del grupo llegamos a esquematizar este planteamiento diciendo que un paciente apto para psicoterapia breve es aquel capaz de decir “hola” y de decir “adiós”.

¿Parece que haya una contradicción entre focalización y asociación libre?

Es uno de los temas que, efectivamente, surge. Desde una orientación psicoanalítica parecería inviable. Si pensamos en la idea de la denominada escucha psicoanalítica, de estar atento a lo que el paciente dice, a la asociación libre, obviamente parecería que eso no es posible en psicoterapia breve. Pero la práctica que hemos desarrollado nos ha mostrado que es factible una escucha del paciente a partir de áreas importantes de sufrimiento. Por otra parte quiero decir que aunque focalizamos algún área conflictiva del paciente la propuesta que le hacemos es que hable de lo que tenga presente, de lo que más le preocupe. En el curso del tratamiento, el paciente, y el terapeuta con él, olvidan el foco, y procuramos no presionar o perseguir al paciente para que hable exclusivamente de aquello que hemos focalizado, sino que esperamos que siga interesado en comunicar aquello que le preocupa en cada momento. Por nuestra parte, como terapeutas, estamos atentos dentro de la actitud de atención libre, flotante, a tener presente que hay una serie de cuestiones que son básicamente las que hemos de tratar. De todas maneras, y particularmente en el libro, trato la focalización de una manera relativa en el sentido que no me preocupa demasiado, porque a diferencia de otros compañeros que hablan de psicoterapia focal y breve yo hablo solamente de psicoterapia breve. Creo que lo importante en este tipo de psicoterapias es la limitación del tiempo; lo cual no quita que sea necesario hacer un esfuerzo por focalizar, pero sin obsesionarse por delimitar rígidamente áreas de conflicto fundamentales; aunque sí tratar de delimitar algún área que luego vamos a ver en qué medida se confirma que es la predominante. Si hemos hecho unas entrevistas diagnósticas suficientemente rigurosas, probablemente nos vamos a aproximar bastante; pero también hemos visto que a veces esta área inicial se desplaza a otras áreas. Entonces, hay que estar atento para saber en qué medida se trata de una nueva área, distinta de la focalizada, o si es algo aparentemente nuevo pero conectado con el foco principal aunque expresado de otra manera. Si surgen una o dos áreas de conflicto, pienso que tienen cabida dentro de la psicoterapia, tal como nosotros lo planteamos que es de un año de tiempo, algo también relativo. Ya digo en el libro que no pretendo que sea un manual porque la clínica desborda los manuales. Por ejemplo, aunque digo que un año es lo aconsejable, también describo pacientes que han estado nueve, quince, seis e incluso tres meses: así que relativizamos el tiempo, así como el foco. Por lo tanto creemos que es compatible esa aparente contradicción de que el terapeuta de orientación analítica tenga una actitud de escucha, de atención flotante, al tiempo que focalice algunas áreas conflictivas de la personalidad del paciente.

 

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¿Dentro de esas entrevistas diagnósticas que decía, es posible en una primera obtener algún cambio de algún paciente?

Por supuesto, de hecho en las primeras entrevistas de una persona que consulta por su sufrimiento, si hay alguien que le escucha y que no se precipita en dar una respuesta inmediata y que tolera el compartir mínimamente aunque sea esa manifestación de sufrimiento, de entrada es ya un alivio esa primera actitud de contención. De hecho en otro libro mío: Entrevistas e indicadores en psicoterapia y psicoanálisis yo hablo de la entrevista como acto terapéutico y explico un caso que atendí en entrevistas diagnósticas que acabaron siendo un tratamiento en el sentido de que las cuatro entrevistas que hicimos las consideramos suficientes en ese momento para ayudar al paciente. Otra cosa es que pretendamos ser más ambiciosos terapéuticamente y, sobre todo, hasta qué punto el paciente está dispuesto a cambiar o necesita cambiar para entonces ofrecerle un tratamiento más largo y ahí habría que acudir a la gama de posibilidades terapéuticas para escoger la que pudiera ser más adecuada para el paciente.

¿Qué otro interés tienen las psicoterapias de inspiración psicoanalítica para usted?

El subtítulo del libro es ‘un ejemplo de psicoanálisis aplicado’. En ese sentido me interesa dejar claro que el psicoanálisis, además del desarrollo fundamental a partir de la práctica clínica psicoanalítica del diván, tiene muchas posibilidades de aplicación, y el de las psicoterapias psicoanalíticas, en general, y la breve en particular, son ejemplos de ello. Y esto es importante para no considerar el psicoanálisis como una cuestión exclusiva, limitada, restrictiva, en cuanto a sus posibilidades de una “psicoterapia para el pueblo” que decía Freud; y además de en este sentido me interesan las psicoterapias de inspiración psicoanalítica para diferenciar que una cosa es la psicoterapia como aplicación y otra cosa es el psicoanálisis propiamente dicho como método específico; que cada una de ellas tiene sus métodos específicos y distintos, como diferente es el método que aplicamos en una psicoterapia breve. Y eso está explícito en el libro.

¿Qué otras aplicaciones cabría del psicoanálisis?

Bueno, aplicaciones además de lo que es el desarrollo de las psicoterapias de orientaión psicoanalítica hay una fundamental que es el enfoque psicoanalítico en el trabajo asistencial. Mi libro Prácticas psicoterapéuticas contiene la idea de qué es el psicoanálisis aplicado a la asistencia pública. Es decir, que tanto el asistente social al realizar su trabajo, el psicólogo al pasar un tests, el psicoterapeuta al hacer psicoterapia o el psiquiatra que da medicación,  pueden  realizar sus respectivas tareas desde una perspectiva psicoanalítica. Luego hay otras aplicaciones, en el campo de la cultura general que ya se nos escapan del objetivo de esta entrevista.

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¿Más allá de la Vidal i Barraquer, en el ámbito de las psicoterapias breves qué contactos mantienen con otras instituciones?

En este momento yo no tengo una dedicación en ese sentido, más bien recojo una experiencia de hace unos años. Por último, algo que querría añadir y que lo advierto en el libro es el riesgo, para todo psicoterapeuta de la superespecialización en una determinada psicoterapia, pues puede conducir incluso a una teoría de la mente en función de dicha técnica. En el caso de la PBP, tenemos el ejemplo de lo que ocurrió con las últimas obras de Malan que acaba ofreciendo una teoría más bien simplista de la psique, `para que encaje mejor en las psicoterapias breves, cuando cada vez tenemos más evidencia de la complejidad de la mente humana al incluir los niveles primitivos y psicóticos.

nijar2 Níjar (Almería). Recreación de Adolfo Pérez Sánchez

Josep Vilajoana, degà COPC: “Hi ha moltíssimes orientacions i moltíssims àmbits on treballem com a psicòlegs i és molt difícil trobar una homogeneïtat.”

Entrevista al Degà del Col·legi Oficial de Psicòlegs de Catalunya: Josep Vilajoana.

Publicat per Magne Fdez.-Marban

Darrerament les persones que ocupen llocs de poder representatiu són fortament criticades: Tots són iguals, una secta, corruptes, van a la seva… Recentment el Col·legi de Psicòlegs va obrir el procés electoral per triar la nova Junta de Govern. Finalment no va haver-hi campanya electoral perquè només es va presentar la candidatura que vostè encapçala. A què ho atribueix?

Hi ha mes d´una lectura. Hi ha gent que pensa que ho hem fet prou be com per merèixer la seva confiança. No crec que sigui ben bé així, o només així, però és una lectura. Una segona lectura tindria a veure amb quelcom que hem explicitat els darrers quatre anys i és que el Col·legi no pot ser el negoci de ningú sinó que ha de representar totes les persones encara que sigui francament difícil. Ja sabem que hi ha moltíssimes orientacions i moltíssims àmbits on treballem com a psicòlegs i és molt difícil trobar una homogeneïtat. És un aspecte que hem posat de manifest i que, segurament, subscriu bona part de la gent. I cal mantenir una actitud de generositat, de negociació, de respecte amb totes les orientacions. I no sempre és possible trobar  l’equilibri ni satisfer totes les demandes.

Hi ha coses que no es fan senzilles i que ja m´està be que no ho siguin, però que les hem treballat amb calidesa respecte la gent. No tot pot ser ni tot pot ser immediat, però hem de saber escoltar i engrescar per enfortir la professió. En el futur caldrà perseverar en aquesta direcció perquè hem assentat un precedent, un estil. I encara una altra lectura que fan algunes persones seria la de dir que és un moment difícil econòmic i social i la gent demana compromisos. I potser no ho hem aconseguit completament però si que hem barrat la possibilitat de que ningú pugui fer negoci amb el Col·legi a posteriori. El Col·legi no pot ser una plataforma al servei d´interessos particulars, em sembla indigne. Llavors, si fem un pla de manera que els mínims de funcionament els haurà de respectar tothom, això ho fa més difícil per a qui vulgui fer negoci. Encara no ho hem aconseguit blindar del tot, però tenim quatre anys per fer-ho. Hi ha d´haver mecanismes que evitin el frau.

Quina retribució obtenen els membres de la Junta?

És públic que hi ha una compensació que no és una nòmina; està establerta des fa uns anys i a cada assemblea anyal es fa pública la compensació econòmica estipulada i qualsevol altre no estipulada prèviament. Per la legislació de protecció de dades a l´informe no hi consta el nom, però si consta la funció, el degà, posem per cas, per tant, tothom sap que cobra cadascú. En canvi veig Col·legis on la Junta treballa ad amorem en els que la mateixa Junta porta molts anys dirigint. Permet pensar que o bé no hi ha massa feina o bé treballar allà es una plataforma per obtenir beneficis a un altre nivell, encara que siguin legals. Entenc que hi hagi col·legis que funcionin amb un altre tipus de pacte però aquí hi ha un acord des fa anys que estableix una compensació econòmica que fa injustificable que donis una conferència i la cobris o un curs i el cobris, per compte del col·legi.

Amb l´absència de candidatures m’he quedat sense saber el programa electoral. Hi ha programa, quines són les propostes?

Hi ha programa, el vàrem fer i com que l´havíem treballat molt vàrem pensar que era una llàstima no fer-lo públic, perquè a més és un compromís. El dia de la presa de possessió vàrem distribuir-ne dos cents exemplars en paper i el penjarem al web del Col·legi. Ara bé, tal com vàrem dir en l´acte de presa de possessió de la Junta electa –que està gravat en vídeo i penjat a la web del Col·legi– volem detallar més tots i cada un dels punts, i ho farem.

Però igualment, pels nostres lectors, podríeu detallar els punts principals?

Hem fet coses que exigeixen una continuïtat perquè puguin ser una fita important pel col·legi. Tenim el tema de les habilitats i de les experteses. A banda del que digui la llei i de les orientacions, és cert que la psicologia en els últims vint-i-cinc anys ha crescut molt amb una tendència a la especialització la qual cosa no vol dir que sigui el millor ni que no pugui seguir havent-hi una visió més holística i més global. Ara, hi ha coses molt concretes, que exigeixen un coneixement general, però també un de concret. Per exemple les emergències, per mencionar un aspecte al que m´hi he dedicat des del Col·legi. Òbviament, és molt diferent estar en un despatx que al camp. La feina del psicòleg pot ser la mateixa però l´escenari condiciona moltíssim. No cal fer un màster de dos anys, no dona per tant si el background és bo, però hi ha d´haver un perfil diferent per a qui li agrada el tema. I cal ajudar les generacions més joves a que puguin formar-se d´una manera més especialitzada en una activitat. I això lliga amb el tema de l´intrusisme. És cert que les fronteres son molt febles,  però llavors han d´estar clares les diferencies entre els perfils professionals. No és igual un pedagog que un psicòleg o un metge, llavors es tracta que puguem defensar les diferencies que hi hagi.

Un altre aspecte és la regulació de les psicoteràpies. A diferència del conjunt d´Europa on valoren molt les psicoteràpies i menys la clínica, en el sentit que donen per suposat que tot professional està format en clínica. Aquí hem posat l´accent en la psicologia clínica i poc en la psicoteràpia excepte algunes orientacions. Llavors, com que no està regulat, un treballador social estudia determinada orientació i surt amb el títol o reconeixement de terapeuta en tal o qual tendència i es diu psicoterapeuta. Doncs això ho volem regular de manera que tots els professionals de la psicologia amb un mínim de recorregut i d´experiència puguin practicar la psicoteràpia i només els metges i psiquiatres, amb l’adequada formació, també.

Un altre aspecte és l´Escola de Pràctica Professional que creiem que és un altre tema descuidat. Simptomàticament des de la universitat es parla de vegades de la dificultat de les pràctiques que no deixen de ser reduïdes i a les que encara no se´ls hi dona prou importància, especialment en la psicoteràpia o per fer una avaluació. Hi ha experiències en el conjunt de l´estat d´Escoles de pràctica professional. Totes ho valoren positivament i valoren que la gent també ho veu així, que en surten contents, que és útil per a la gent i és un pas per millorar la pràctica. Aquest és un altre dels nostres objectius.

Encara tenim un tercer àmbit. Els metges tenen una fundació per protegir el metge malalt. Han vist que la facilitat per accedir a segons quins medicaments en pot afavorir el consum, també és un risc entre els professionals d´infermeria. Nosaltres no tenim ben bé el mateix problema amb els tòxics, però dintre del col·lectiu els problemes en salut mental tenen importància. Ja sabem que circula el comentari que hi ha qui estudia psicologia per solucionar els seus problemes personals. I en aquests anys hem tingut algun cas de persones que han tingut un procés, per exemple, de brot psicòtic i creiem que amb un bon abordatge, aquestes persones podrien tornar a treballar. En definitiva, estem compromesos en que, el que hem treballat els quatre anys anteriors, es consolidi  i poder posar-ho en marxa.

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Amb la regulació que esmentàveu. Europa ha fet regulacions bastant diferents. Per què?

És una pregunta difícil. Crec que una part d´aquestes regulacions tenen un comportament diguem-ne polític o sociològic. No com política d´estat però per un costat hi ha un tema de blindar una pràctica professional a d´altres professionals i també és cert que segons el recorregut que tenen les persones en els seus estudis tenen més solidesa o menys en les psicoteràpies, i això ha portat a diferents tipus de regulacions. Aquí a España els metges, psiquiatres o no, tenen molt de pes al ministeri de Sanitat mentre que els psicòlegs no en tenim pràcticament. Això determina decisions que es prenen a nivell legislatiu; en aquest sentit parlava de política. A França probablement hi ha un col·lectiu que predomina políticament sobre els altres i determina l’aparició de polítiques agressives, a Itàlia son diferents, potser més pràctics i a Alemanya, que es un país molt estricte, tenen una legislació molt centrada en el tema de les organitzacions i de l´empresa. Ara comença a haver-hi un treball col·lectiu de la psicologia europea, però fins ara cada país ha anat a la seva des del punt de vista de la psicologia. Ara hi ha una organització europea on es diuen les coses i es comparteixen. Per exemple, ens critiquen que nosaltres tinguem un grau de psicologia de quatre anys mentre que a la resta d’Europa, majoritàriament el tenen de tres. O per exemple els anglesos son molt estrictes en la formació continuada. Te a veure també amb les tradicions, en un sentit més general.

Parlàveu de Madrid, d´Espanya, etc. En el cas que Catalunya fos independent, aquí l´estatut del psicòleg podria ser diferent de l´actual ?

Ho ha estat durant molts anys. Hem viscut vint-i-cinc anys en que el Col·legi pràcticament era independent però molta regulació de la professió ve del ministeri i no del departament per més que es tinguin competències transferides. Estàvem independitzats com a Col·legi de Psicòlegs, però en realitat, en el moment en que es crea el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos hi hem de ser per llei. No soc capaç d´aventurar possibilitats en un hipotètic procés d´independència. Fa poc he mantingut una entrevista amb un grup de col·legiats per la independència. Òbviament la gent te dret a decidir, etc., però personalment no veig a curt termini el procés per la independència, sinó a llarg, en el cas que sigui viable. Probablement, els plans d´estudi es podrien ajustar a una manera de fer que és diferent a la resta de l´Estat. Aquí pensem bastant des del privat però amb una orientació pública. A la resta de l´estat es pensa en un sistema públic molt funcionarial cosa que no te perquè ser negativa, que esta adaptat a la població en general però que no és real i tal com van les coses a nivell dels estats cada vegada sembla menys possible. Aquesta manera de treballar conjuntament públic i privat amb una certa complicitat aquí a Catalunya la tenim, i a la resta de l´estat no tant. I això determina una manera diferent de plantejar el tema de la salut psicòlegs, psicoanalistes i metges per descomptat. De fet hi ha grups polítics que hi treballen fa temps; em consta que ERC ha treballat des fa anys en la possibilitat d´un funcionament més autònom: si una competència està traspassada, doncs decidim el que sigui sense cap mena de tensió. Per això el govern recorre qualsevol llei que envaeixi competències. Aquí hi ha una manera de fer, fins i tot a nivell col·legial. Per exemple, les relacions amb l’administració no han sigut de dependència sinó de col·laboració. Per prestar serveis, ser considerats i per influir en les polítiques que es dissenyen.

Les modificacions en la llei de col·legis professionals com afecten el Col·legi?

Hi ha una llei estatal que el govern ha recorregut amb decisió, que redueix el poder del col·legis al nivell que nosaltres tenim. Per tant afecta més als grans col·legis que al nostre. Hi ha aspectes en l’àmbit de la deontologia que donen més poder a l’administració que als col·legis i aquí a Catalunya tenim molt clar que és un disbarat perquè la feina que fa un col·legi a escala deontològica no la pot fer l’administració. D’altra banda la llei és una mica involutiva perquè dóna més poder a un Consejo General molt central, enlloc d’enfortir els col·legis. Crec que el Consejo General ha de ser una superestructura però no per controlar els col·legis sinó per donar cobertura a altres coses. Cal afavorir l’autonomia dels col·legis. Aquestes són amenaces de dalt i la proposta que fan des del govern català és més respectuosa amb els col·legis. Probablement els grans col·legis patirien igual, però pels de volum mig com el nostre es mantindria la necessitat de la col·legialització per la gent sanitària i l´altra gent estaria col·legiada si vol, si se sent representada i si reben serveis. Un dels serveis que vàrem posar en marxa l’anterior legislatura, és la pòlissa de responsabilitat civil de molt baix cost; només per tenir-la ja val la pena pagar la quota col·legial. Per 12 euros l’any tens el que tindries al carrer per 200 ó més. Si pagues 120 euros de quota semestral,  ja et surt a compte. Amb dos o tres serveis així un psicòleg pot dir: encara que no dugui el món psi al cor, val la pena estar col·legiat.

Aquesta diferencia de concepció a que l´atribuïu?

La unidad de España la majoria de les vegades ha estat aconseguida per la força. Durant anys, després de la redacció de l’actual Constitució, hi ha hagut la possibilitat de relació i per tant de reconeixement de l´altre. Hi ha hagut una relació sensata. Jo crec que els últims anys aquesta sensatesa s´ha perdut. I hi ha actuacions per part de l´Estat que només es poden titllar de provocacions. En canvi, des de Catalunya existeix una tendència a l´autogovern, no contra els demés, sinó per tenir més marge de maniobra. La idea més centrípeta del Estado és que ha de governar les autonomies, visualitzades com les colònies, sense atendre la realitat que hi ha a cada lloc. Nosaltres (el govern de l’Estat) fem una llei i ja està.

Hi ha alguna cosa d’aquest sentiment, la dreta considera que el poder el te per se i que de vegades li prenen les esquerres. Des dels territoris, des de les autonomies n´hi ha que senten la necessitat de tenir un marge de maniobra i tenen la capacitat d´organitzar-se i n´hi ha que no. Per molts motius. Posem un exemple. L’adscripció de tos els col·legis en el Consejo al cap d’uns anys fa que molts col·legis reclamin la seva parcel·la d´autonomia, el seu marge de maniobra. Ha estat una transformació: al tenir autonomia veuen els avantatges i desavantatges. A Melilla, posem per cas, tenen col·legiades 80 persones, abans eren 18, però amb el que han crescut ha crescut la capacitat d’influir i de tenir bones idees. Son poca gent, però han estat lúcids i han tingut la capacitat d’ofertar i de demanar. Hi ha autonomies que tenen la tradició de funcionar autònomament i d´altres no. Al cap d´uns anys aquelles que se n’han sortit, que han sabut negociar i s´han sabut aliar tenen un marge de maniobra que valoren i tenen un vincle amb la unitat, potser menys conflictiu que Catalunya, però igualment defensen la seva parcel·la.

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Pensant en els col·legiats joves. Quants col·legiats hi ha a la nova junta amb número de col·legiat superior al 10.000?

Un parell de persones. Però de totes maneres, en la mesura en que el degà pot influir en les línies de campanya la meva opinió és que els joves no tenen perquè estar implicats (és a dir, formar part) en una Junta de Govern, però si que tenen que estar a prop. I de fet la novetat que hem posat en marxa i que en bona mida cal atribuir a qui fou vocal de la darrera Junta de Govern, en Josep Maria Panés, és un Comitè de Joves; tenen menys de 30 anys i hi ha deu joves que òbviament estan vinculats a molts més a través de les xarxes socials. Les propostes que han fet, en un període de temps molt breu, perquè parlem de finals del mandat anterior, han estat aprovades totes i son propostes que en alguns casos coincideixen amb idees que teníem: el passaport a la professió, carnet de precol·legiat amb dret a determinats serveis… que han presentat sense saber que nosaltres les havíem considerat d’alguna manera, sense concretar. Aquesta relació em sembla més vàlida que la d’incloure dintre de la junta de govern a gent més jove per la senzilla raó que a la Junta no podem elucubrar massa, sinó que hem de tenir una certa disciplina de gestió. Ara bé, si ens arriba una proposta estructurada des de fora, només hem d´arrodonir-la i per nosaltres perfecte, perquè vol dir que hi ha una gent que l´ha pensat i l’ha proposat. És un grup de gent que lluita per a les seves coses. Ells estan més lliures i més alliberats, des de fora poden fer millors propostes. Ens semblava que era una assignatura pendent aquesta dels joves

És per auto proposta?

Hi ha un percentatge. Ho dic de memòria. Dos escollits per la Junta, per una qüestió de normativa i els vuit restants, cinc son a l´atzar i tres auto propostes.

A l’atzar?

Completament. Nomes vàrem valorar si per sota de trenta o de trenta cinc anys. Vàrem decidir que trenta cinc però vàrem tenir la sort que entre l´atzar i les auto propostes, més de seixanta, que és una quantitat elevada, la majoria son per sota de trenta. La majoria dels triats per atzar van acceptar la proposta. I les auto propostes les vàrem llegir una per una a la Junta i algunes d´elles eren admirables: elaborades, intel·ligents, divertides i amb molta capacitat per entregar-se. Algunes ens van emocionar

Per acabar. Heu notat entre els joves una concepció diferent de la psicologia?

No l´he pogut copsar. Potser son més pragmàtics i menys elucubrants. Hi ha de tot i de fet tenim la proposta de fer una Jornada lligada al tema del futur de la psicologia per poder fer que es vegin perspectives del recorregut a mig termini (passat i futur) lligat a alguna experiència de treball en col·laboració. Les orientacions psicoanalítiques tradicionalment han conversat des d’aquesta perspectiva i volem fer alguna cosa així amb la població més jove. Veiem gent que te una visió de la psicologia com una professió de la que es pot viure, que te a veure amb el benestar de les persones i amb un codi ètic potent. Justament les propostes que vàrem llegir mostraven un esperit i una manera de veure el mon molt compromeses amb la solidaritat i la cooperació.

En acabar el vostre mandat, que us agradaria fer?

Quan va acabar l´anterior mandat vaig rebre una carta dels membres de la Comissió Deontològica posant els seus càrrecs a disposició i una frase deia que es recordaria aquest mandat com una etapa de creixement i de tranquil·litat de la professió. He vist el col·legi com una eina de creixement del col·legiat i per esmorteir els conflictes entre les diferents orientacions no teòriques, sinó de grups. Rebaixar les tensions al mínim i entendre que hi ha un background de la professió important. Jo estic disposat a que els sèniors puguin prestar serveis al col·legi de manera altruista, però reconeguda. Fer una estructura que sigui funcional i que aquesta gent que ha fet un recorregut pugui fer un servei a gent més jove. Al Col·legi de  Madrid tenen una organització de sèniors que els hi va prou bé. Començarem aquest procés i segur que tinc ganes de fer coses pel col·legi des d´aquest espai. És una manera de desaparèixer però d’estar vinculat a la institució.

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Christine Arnaud, escriptora: “Escribir es como revelarte a ti mismo quien eres”.

  • Publicado por Marta Berenguer. Autor de las fotografías: Luis Alatorre González.

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Christine Arnaud obtuvo con La bolita de papel el Premio Internacional Antonio Machado en el año 2007. Buen presagio para empezar su camino entre las letras. El lenguaje siempre la ha acompañado: se declara devota de Chomsky y durante un tiempo ha enseñado la lengua francesa en la UAB (Universidad Autónoma de Barcelona), el Instituto Francés y varias escuelas de idiomas. Su vida transcurre entre tres culturas: la francesa, la cubana y la catalana. ¿Quedarse con alguna? La riqueza quizás esté en la mezcla. Xoroi Edicions le publica ahora su libro en lengua castellana. Buena ocasión para conversar con Christine Arnaud de lo que ha querido contarnos con su relato autobiográfico.

Padre francés y madre cubana. ¿Cómo fue el encuentro entre sus padres?

En las familias siempre hay partes misteriosas pero en mi caso no hay tanto misterio. Mi abuela fue adoptada por una familia rica de Cuba. Ella se crió con esa familia. Nació mi madre. Mi abuela cubana, sale en algún fragmento del libro, era mestiza, mulata, y mi abuelo canario. Vivieron como reyes porque la familia tenía tierras. Se fueron cuando mi madre tenía 13 años. La misma edad,  aunque con circunstancias completamente distintas, que tenía mi hijo cuando se fue de Cuba.

Mis abuelos se fueron a Madrid y se cruzaron con la guerra civil. Mis tíos no querían estar involucrados en la guerra y por eso se fueron a Marsella, al sur de Francia, donde vivía mi padre.

Y allí se encontraron.

Allí se conocieron con mi padre, sí. Y se enamoraron. Mi madre quería seguir con la familia en París. Allí es donde nacimos todos con toda esa gran mezcla de culturas. Mi abuela que vivía con nosotros no hablaba francés, por eso con ella hablábamos español. Mi madre se había educado de manera autodidacta, tocaba el piano, le gustaba la poesía y Lorca. Se sabía los poemas de Lorca de memoria.

Tiempo después pienso que quizás fue un error irse a París porque ella tenía su vida en Madrid. En esa ciudad vivía rodeada de artistas mientras que en París la vida fue bastante dura. Nosotros éramos muchos hermanos, vivíamos en un piso muy pequeñito y mi madre estaba muy agobiada con la vida que tenía que llevar. Pero bueno, esa es la historia.

¿Esa mezcla ha marcado su historia?

Sobre todo lo que me hizo descubrir es lo que es el racismo. Todo el mundo se extrañaba que mi abuela fuera mulata. Un día mi hermana nos reunió a todos para decirnos que no podíamos decir que teníamos antepasados negros porque para ella era como un desprestigio. Ver esa realidad tan de cerca supongo que me hizo acabar contando la historia en un libro. De esa necesidad de contar nace La bolita de papel. Creo que pasados los 40 años (cuando ya uno ha vivido bastante), aunque no vayas a escribir un libro, es muy bueno preguntarse cuáles son los momentos vividos que se podrían contar o que realmente han valido la pena. Ese es el ejercicio que yo hice con esa edad cuando empecé el libro. Empecé con el primer fragmento: la bolita de papel. Lo escribí porque es muy intenso, un momento de cambio muy importante. Pero luego fui buscando otros trozos. Entre ellos cuento cosas de mi abuelita cubana.

¿Alguna ausencia?

De quien casi no hablo es de mi padre. Podría haberlo hecho pero no sabía e ignoraba en sí cuáles eran los momentos que valía la pena contar. El libro me ayudó un poco a revelarme a mí misma quién era yo. Me enseñó a hablar de cosas que para mí tuvieron importancia. Pero también su por qué.

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París, La Habana, Barcelona. ¿Con qué ciudad se quedaría?

Estéticamente yo diría que París es preciosa, muy variada. Pero no es una ciudad que vea muy cercana. Nunca iría a vivir a París. La Habana estéticamente la encuentro fabulosa. Es una ciudad que, aunque se cae a trozos, tiene un encanto increíble. Es una ciudad bellísima, siete quilómetros de Malecón y el mar tan presente en todas partes. De La Habana me gustan mucho sus construcciones coloniales, los parques, la vegetación que es impresionante pero sobretodo las personas. Cuando llegué me enamoré completamente de La Habana.

Barcelona también me gusta muchísimo. Entonces ¿Qué decir? Ahora mismo ni siquiera me plantearía vivir en la Habana, sé que no podría. En París no quiero vivir, la veo una ciudad poco humana. Así que me quedaría con Barcelona. Tiene un poco de esa cosa más humana que encontré en la Habana y que en París no conocí ni cuando era niña.

Y el mar.

¡Y el mar! El mar está muy presente. Donde no haya mar creo que ya no podría vivir. Aunque en realidad viniendo de esa mezcla creo que no existe un único lugar de donde uno pueda decir que procede. La patria está compuesta de todos estos trozos, de todas las cosas que vives, como las piedras de un edificio. Creo que no hay un lugar del que digas: este es mi lugar o esta mi patria.

¿Qué es para usted un exilio?

Al hecho de irme a Cuba no le pondría ni siquiera esa palabra porque en ese caso fue un viaje decidido, por afición y por deseo, por querer romper con una sociedad que a mí no me satisfacía para nada. Es la época post 68 que en Francia había un rechazo total hacia esta sociedad. Pero yo sigo sintiendo lo mismo. En eso no he cambiado. Entonces fue una elección. El hecho de llegar a Cuba y ver que todo cambia, sí que fue algo muy difícil. Difícil pero a la vez coexistente con las ganas de conocer, de experiencia en Cuba fue como el cambio de piel de una serpiente. Me hubiera querido quedar en La Habana si la situación no hubiera sido tan dura materialmente. En aquel momento en Cuba estaban pasando muchas cosas muy difíciles y complejas.

Y entonces decidieron venir a Barcelona. 

Venir a Barcelona fue una elección un poco más obligada. Allí sí que podría hablar más bien de un exilio. Recuerdo muy bien qué soñaba en esa época. Soñaba siempre en Cuba. Creo que para cualquier persona que se exilia es así. En sueños todo lo que te habla son las cosas del lugar que dejaste. Creo que fue Jorge Amado que dijo que el centro de gravedad de tu vida no para de irse hacia el país que has dejado hasta que se detiene en el lugar donde estás y esto tarda un tiempo. Tarda porque de alguna manera tienes que matar una parte de ti misma. La agonía es que tienes que matar eso que has vivido para volver a nacer. No se puede estar con eso dentro tan vivo. Tienes que encontrar una forma de renunciar a eso y esa es una decisión propia. Me recuerda a esa imagen de las hormigas que van del rosal al árbol, del árbol al rosal y las observas sin levantar la cabeza, incapaz de ver las estrellas que brillan en la noche. De alguna manera yo tuve que abandonar esa fijación en ese movimiento perpetuo del pasado. Quizás lo hice tarde. Alimentaba completamente los recuerdos por lo que sufrí un poco más de nostalgia de la que podría haber sufrido si hubiera sido más valiente en aquel momento.

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Usted vivió un tiempo histórico en Cuba, el de la revolución cubana. ¿Qué aprendió de esa experiencia?

Nosotros íbamos a Cuba con una especie de sueño. Cuba era como una utopía. Fui con el padre de mis hijos que es catalán. Decidimos vivir en La Habana como los cubanos, no íbamos de turistas. Y creo que lo hicimos bien porque nos involucramos, nos entregamos totalmente a lo que se estaba haciendo. A mi modo de ver la sociedad de París iba en contra de mis ideas y de todo lo que me gustaba. Quizás por eso en Cuba descubrí cosas que no sabía que existían, cosas que estaban acorde con lo que yo quería o buscaba: la idea de justicia social, de hacer algo todos juntos para que el país y la sociedad vaya para delante.

Muy diferente a Europa, imagino.

Aquí en cambio residía la cuestión individualista del sálvese quien pueda. Mis padres siempre me decían que tenía que triunfar, casarme con alguien con dinero. Esa era su idea. Pero yo decidí que no era lo que quería. En Cuba aprendí mucho de todo lo que tenía que ver con el interés social, de querer hacer las cosas todos juntos. Creo que tiene mucho valor porque el pueblo cubano realmente merece mucho más de lo que le están atribuyendo. Y es una gran lástima. Tengo un  texto en el libro en el que lo digo: ¿Quién hablará de ustedes? ¿Qué pasará si llega Estados Unidos y logra imponer el mismo sistema capitalista que el que estamos padeciendo ahora? Se presentará el período de la Revolución como catastrófico y nada de lo que se construyó tendrá valor. No es justo. Una de las cosas más valiosas que aprendí de Cuba, espero que lo podamos llegar a vivir aquí, es que uno puede ser actor para cambiar las cosas.

¿Podemos?

Podemos echar a andar en la dirección que queremos. De Cuba también aprendí mucho de la relación con la gente, de su cercanía, de preocuparte por los demás. Los recuerdos que más repiten las personas cuando viajan a Cuba son este contacto humano, esa cercanía, el no ser extraño el uno para el otro, esa preocupación en el barrio… Saber que siempre hay gente o que cuando te enfermas te traen algo, te cuidan. Tú no eres una extraña, puedes ser mi hermana, puedes ser mi amiga, esa cosa profundamente humana. Se vive como se respira. No es algo impuesto. Algo que es tan importante para el ser humano y aquí lo hemos perdido. Aquí, en cambio, parece que siempre tenemos que romper barreras para acercarnos a la gente. Las personas están como muy separadas.

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En su libro usted parece que viaje constantemente entre estas tres ciudades pero ¿por qué ha elegido esta manera de estructurar los capítulos? ¿No desorienta un poco al lector?

Los fui escribiendo sin orden. Cuando acabé no sabía cómo organizarlos: si ponerlos en el orden cronológico o buscar otro orden. Tomé consejo con un amigo profesor de literatura en la universidad. Quizás cronológicamente iba a ser como todo muy previsible, iba a perder ese concepto de búsqueda que quería mantener. Así que decidí romper la cronología y el orden lineal. Cogí cada parte del libro y la puse en un cartón. Empecé a jugar colocando los capítulos de diferentes maneras y a plantearme preguntas. ¿Por qué esta parte la pongo aquí? ¿Qué tiene que ver esto con esto? ¿Qué hilo hay que relaciona las partes del libro?.

¿Y lo encontró?

Sí. Creo que existe un hilo que relaciona los capítulos del libro: el hablar y la lengua, por ejemplo.

Precisamente el lenguaje es uno de los puntos clave que relata en el libro. ¿Qué le debe usted a Chomsky?

A Chomsky le debo mucho. Y creo que antes de escribir La bolita de papel no era tan consciente de ello. La lengua es algo muy decisivo para una persona. Hacer cosas con la lengua sin andar con el miedo de equivocarte. La gramática generativa y transformacional de Chomsky tuvo algo de eso. Fue como una gran revolución en el mundo de la lingüística porque se pasó de una visión más normativa a una manera más libre y creativa de entender la lengua.

Chomsky decía que cada persona que ha nacido en un país posee su lengua y tiene su gramática interiorizada de manera intuitiva. ¡Esa declaración fue un cambio tan brutal! Es como una democratización del lenguaje, de no pensar que hay jerarquías: los que saben más o los que saben menos. La lengua yo siempre la comparo con una casa. Todos estos muebles son míos por lo tanto yo puedo hacer con ellos lo que quiera.

Pero quizás no todo el mundo pensaba lo mismo de Chomsky. ¿Nos puede relatar mejor su experiencia en la Facultad de Letras de La Habana cuando llega una lingüista soviética “marxista” tal como la define usted en su libro?

Cuando empezaban los años 70, tuvo lugar el fracaso de la cifra de los 10 millones de toneladas de caña de azúcar. Cuba se había puesto una meta muy alta y fracasó. Entonces se decidió seguir el modelo económico soviético.  Esa decisión fue, desgraciadamente para Cuba, un gran desastre. Creo que no ser capaces de innovar en ese terreno es de las peores cosas que les pudo haber pasado a Cuba y a muchos otros países. El Che no quería eso pero Cuba se fue por la vía del modelo soviético, del centralismo extremo, del control sobre todas las cosas. En Cuba había que seguir lo que decía el comité central y la ideología marxista concebida de manera dogmática. Yo me considero marxista pero de otra manera.

En este contexto llegó a la facultad donde yo estaba enseñando una lingüista soviética. Hasta ese momento yo tenía un gran reconocimiento. De alguna manera introduje la gramática generativa y transformacional. Era algo que la gente no conocía y todo el mundo, tanto profesores como alumnos, quería saber de Chomsky. Hasta que llegó la lingüista soviética. Digamos que ideológicamente ella era como la autoridad. Si ella decía algo contra Chomsky eso iba a misa, era la versión oficial.

¿Y allí cambió todo?

Chomsky habló de los universales del lenguaje y dijo que para aprender una lengua podía haber una capacidad innata en el ser humano, que si no se desarrollaba antes de cierta edad, como se ve en los niños lobos, luego podía resultar imposible acceder al lenguaje de forma satisfactoria. Para la lingüista recién llegada la idea chomskyiana de lo innato no era posible porque desde un punto de vista “marxista” todo partía de lo social por lo tanto el pensamiento de Chomsky era como minimizar esa parte. Lo social opuesto a lo genético; lo adquirido opuesto a lo innato. No era ideológicamente una persona fiable y tampoco su teoría lingüística que fue puesta en cuestión. Así las cosas me encontré de repente que Chomsky ya no interesaba por la cual cosa llegué yo también a ser sospechosa. Empezaron a buscarme problemas hasta que no me renovaron el contrato. Fue una forma de echarme de la Universidad. Ese fue uno de los peores capítulos que viví en Cuba.

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En un capítulo de su libro usted hace referencia a Lacan cuando habla del amor, por ejemplo. ¿El psicoanálisis tuvo algún papel en su historia de vida?

En mi familia hay mucha tradición de psicoanálisis pero yo nunca pasé por esa experiencia. He leído bastante y siempre me ha interesado. La relación que mi libro pueda tener con este tema quizás sea a través de la palabra. Entre el psicoanálisis y la escritura habría cierta similitud: ser escuchado, comprendido. Creo que habría muchos puentes en ese aspecto.

Supongo que en mi caso quiero escribir porque es una manera que me escuchen. Creo que lo decía Vila Matas que cuando uno escribe lo hace porque está enfermo, porque hay algo que no va bien. Es por eso que la poesía amorosa, por ejemplo, casi siempre es de desamor. Si eres feliz y te va muy bien no escribes poemas. Casi siempre escribes cuando algo anda mal así que sí creo que hay alguna relación con el psicoanálisis.

Escribir es como una vía de expresión que de alguna manera hace que te cures. Escribir es como revelarte a ti mismo quien eres. Quizás ahí habría un enlace con el psicoanálisis. No tanto por la teoría psicoanalítica, que la conozco poco, sino por el hecho de revelar algo de lo subjetivo.

¿Qué nos ha querido contar con La bolita de papel?

Alguien me dijo que era un libro de autoayuda. Yo creo que en cada parte del libro busco algo que, de alguna manera, empuje hacia la vida, que dé un impulso vital. Que me lo dé primero a mí misma pero quizás también a alguien que lo pueda leer. Creo que mis textos reflejan el deseo de buscar e inventar un poco nuestra realidad, en vez de soportarla y sufrirla. Es la búsqueda de cómo hacer para inventar esta realidad, para darle un vuelco.

En mi escritura no es que quiera contar algo que sea tan importante, no creo que haya nada tan importante en lo que cuento. Creo simplemente que se trata de hacer que nuestra realidad se convierta en otra cosa. Quizás sea eso lo que quiera transmitir: que podemos, a pequeña o a gran escala, transformar nuestra realidad.

L’autisme, estació d’enllaç?

 

Imatge del projecte “Echolilia” del fotògraf britànic Thimothy Archibald.
Imatge del projecte “Echolilia” del fotògraf britànic Thimothy Archibald.
El dia 8 de juliol de 2013 el diari La Vanguardia, de la mà de la periodista Ana Macpherson, va publicar un article sota el títol ‘Empujón al autismo’ (veure article sencer). L’autora s’oblida de la pluralitat d’abordatges existent pel tractament de l’autisme i construeix un article exclusivament des de l’òptica cognitivo-conductual. Desde La Casa de la Paraula volem recordar que a Catalunya, a més del citat a l’article, hi ha centres com Carrilet, Balmes, Bellaire, Alba, Orienta, Baula, etc. dedicats al tractament de nens i nenes autistes que atenen la particularitat de cada infant sense idees preconcebudes.  Centres amb una trajectòria d’anys i amb un treball clínic i humà d’alta qualitat.Desde La Casa de la Paraula volem donar espai i veu a totes les reaccions davant l’article sorgides de diversos col·lectius i professionals. Aquí en teniu el recull.

  • Article sencer publicat a La Vanguardia signat per Ana Macpherson: Empenta a l’autisme. Dos hospitals uneixen forces per avançar en el diagnòstic del transtorn de l’espectre autista i en la formació de professionals.
  • Carta al director d’Iván Ruiz Acero (President de l’Associació TEAdir): Reportajes como este, que publica su diario, corren el riesgo de crear una alarma social en este colectivo anunciando nuevos recursos para el diagnóstico, el tratamiento y la formación de profesionales, e infravalorando los recursos ya existentes y las orientaciones clínicas diversas en las que se han formado sus profesionales”.
  • Carta al director signada pel Fòrum de Salut Mental: “Ens resulta incomprensible com es pot afirmar en l’article que s’ha d’homogeneïtzar el tractament de les persones amb autisme, quan en el Pla d’Atenció Integral a les persones TEA consensuat per les tres conselleries (Sanitat, Benestar Social i Ensenyament) i amb el grup d’experts que van participar en l’elaboració d’aquest pla, es diu explícitament que cap orientació o mètode de tractament té major fiabilitat i validesa per sobre dels altres”.
  • Una fotografia de l’autisme: Carta al director de Magne Fdez-Marban, antic director del Centre Ocupacional per a Autistes ARPA de Castelldefels i ex President de l’Associació Rehabilitació de Psicòtics i Autistes: “Com a lector habitual del vostre diari m’agradaria que, en futures ocasions, en aquest i d’altres temes, el treball continuat, científicament valuós, i amb una forta base ètica no quedés amagat per la darrera novetat o suposada novetat a la que,  si l’examinéssim detingudament, li trobaríem arrels més antigues, si em permeteu, que l’anar a peu”.

Tanquem aquest recull recordant aquest post amb una llista de 10 llibres que podeu trobar a la llibreria Xoroi i que parlen sobre l’autisme. Tots ells ofereixen un enfocament des de la psicoanàlisi; compilen casos i experiències o es dirigeixen a educadors, professionals de la salut mental o pares de nens i nenes autistes.

La bombolla de l’autisme?

El Pla d’atenció integral a les persones amb trastorns de l’espectre autista (TEA)
El Pla d’atenció integral a les persones amb trastorns de l’espectre autista (TEA)

El director general de Planificació i Recerca en Salut del Departament de Salut, Carles Constante; la directora general d’Educació Infantil i Primària del Departament d’Ensenyament, Alba Espot, i la directora general de l’Institut Català d’Assistència i Serveis Socials del Departament de Benestar Social i Família, Carmela Fortuny, han presentat conjuntament el 17 de juliol el Pla d’Atenció Integral a les persones amb Transtorn de l’Espectre Autista (TEA) i a les seves famílies a les instal·lacions de la conselleria a la Casa Provincial de Maternitat i Expòsits.

Poc hi podem afegir:  la presència d’uns quaranta professionals i familiars més alguns periodistes. Les presentadores han volgut destacar que el pla s’ha consensuat amb tot el sector, que no suposa un augment de la despesa i que permetrà fer estudis longitudinals i desenvolupar sistemes de bones pràctiques amb la col·laboració de les universitats, concretament la Ramon Llull, tot plegat amb criteris de cientificitat. L’oient ha quedat impressionat pel substancial augment dels casos diagnosticats: del 1.3% al 7.16% en deu anys. Els professionals, en el torn de preguntes, han demanat de no confondre cientificitat amb bones pràctiques i han recordat que aquest pla es possible gràcies al treball i l’esforç de moltes institucions que treballen de fa anys amb l’autisme.

Com que són temps d’estalvi el pressupost ha donat per gravar l’acte però no per convidar els assistents a un refrigeri. En acabar, portes enfora, entre els equilibrats edificis de la Maternitat, alguns assistents no podien deixar de demanar-se en què consistia la nova manera de diagnosticar, d’altres comentaven l’absència, clamorosa, de la industria farmacéutica, tan present en els TDAH.

Mirarem de saber-ne més i de traslladar la informació als nostres lectors tan aviat la tinguem. Podeu llegir la nota de premsa oficial de l’acte en aquest enllaç.

També us adjuntem el document resum de presentació del Pla.

Inici a la Filmoteca de Catalunya del cicle: Fantasmagories del desig. Cinema / psicoanàlisi

fantasmagories del desig-1

Cinema / psicoanàlisi

FANTASMAGORIES DEL DESIG

Filmoteca de Catalunya

 

23 de gener de 2014:  The addiction (1995), Abel Ferrara

Presenta: Juan Bellido, psiquiatre, psicoanalista.

 

27 de febrer de 2014: Felicia’s Journey (1999), Atom Egoyan

Presenta: Mercè Coll, teòrica del cinema.

 

març de 2014: The Woman in the window (1944), Fritz Lang

Presenta: Manuel Baldiz, psiquiatre, psicoanalista.

 

abril de 2014: Sanxia Haoren (Naturaleza muerta, 2006), Jia Zhangke

Presenta: Nora Catelli, assagista, prof. Teoria de la Literatura.

 

maig de 2014: Ensayo de un crimen (1955), Luis Buñuel

Presenta: Josep Maria Català, assagista, catedràtic de Comunicació Audiovisual.

 

juny de 2014: The Misfits (1961), John Huston

Presenta: Eduardo Braier, psicòleg, psicoanalista.

 

Horari de projeccions:  18:30 h.

 

coordinen: Mercè Coll i Salvador Foraster

organitza:

lloc:

http://www.filmoteca.cat/web/programacio/cicles/fantasmagories-del-desig

Plaça de Salvador Seguí, 1, 08001 Barcelona

Nens desatents, nens hiperactius. TDA, TDA-H?

nensdesatentsnenshiperactius

Desatenció i hiperactivitat són fenòmens coneguts de la infantesa, però en aquests inicis del segle XXI sembla que han adquirit dimensions epidèmiques. Des dels discursos imperants en psiquiatria i en salut comunitària es considera que no s’arriba a diagnosticar ni una tercera part dels cassos. I des d’aquests mateixos discursos, la terapèutica inclou la prescripció de psicofàrmacs. És a dir, que cal diagnosticar més i medicar molt més.
Des d’uns altres marcs teòrics i altres conceptualitzacions es plantegen formes d’abordatge que no inclouen necessàriament la medicació, i es fan uns altres diagnòstics i uns altres tractaments psicoterapèutics.
El format en el que es desenvoluparà l’exposició serà el del diàleg, plantejant-lo en termes clars i en un llenguatge accessible al públic en general. La psicòloga i psicoanalista Beatriz Janin dialogarà amb el seu col•lega Joe Knobel, ambdós amb un llarg recorregut i experiència en el tractament i en el desenvolupament conceptual de les problemàtiques unides a la infantesa. Des de la seva experiència en la clínica amb nens, analitzaran aquesta problemàtica tant en els seus aspectes comunitaris com en la dimensió clínica.
Espai Freud us convida a participar en aquestes reflexions i consideracions sobre una problemàtica present en tots els que treballem en el camp de la infantesa. Una invitació que inclou els pares i mares, i tota la ciutadania que senti que li concerneix aquest tema.

Catherine Millot, psicoanalista: “Es preciso haber asumido una soledad fundamental para poder encontrarse con los otros”.

Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.
Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.

¡Oh, Soledad! es uno de esos libros que retan a las clasificaciones. Es difícil decidir en el estante de qué género se podría incluir. No es un libro de relatos, tampoco una novela y mucho menos una autobiografía, aunque una pizca de cada una de estas categorías espolvorean sus líneas. La psicoanalista y escritora francesa Catherine Millot nos propone un viaje en el tiempo y el espacio. Sus referencias constantes a Roland Barthes o Jacques Lacan, con quien la autora se analizó durante ocho años, trasladan al lector a la hoy añorada Francia de los 70. Pero el viaje de la también profesora del Departamento de Psicoanálisis de la Universidad de París VIII no se detiene en la ciudad de la luz y pasea también por Budapest o Finlandia donde Millot residió de muy joven con su familia. Entre otros destinos el libro recorre la Patagonia argentina retratada por el naturalista y escritor William Henry Hudson, los horizontes pictóricos de Caspar David Friedrich o las historias extraordinarias de Edgard Allan Poe. 

En una época de ruido ensordecedor y conexiones hipertrofiadas este volumen de la colección La Palabra Extrema de Ned Ediciones es casi un regalo. Una oda al silencio y al vacío de la página en blanco para convertirla después en pura contemplación. Desde La Casa de la Paraula conversamos con Catherine Millot, invitada por el Institut Français de Barcelona, sobre la soledad y su diversidad de matices.

Usted cuenta que cuando tenía alrededor de 17 años se decía a sí misma que quería devenir psicoanalista y escritora. ¿Le gustan los destinos solitarios?

¿Así, ser psicoanalista es solitario? Creo que no es solitario de la misma forma que lo sería el escritor, quien en efecto, está solo cuando escribe. El psicoanalista de todas formas recibe visitas. Entonces quizás más bien diría que un psicoanalista es solitario en el sentido de que no se trata de una relación simétrica, de intercambio recíproco. En la relación analítica hay una no reciprocidad. De modo que es una posición solitaria hasta cierto punto.

Yo también me he dedicado a la enseñanza durante mucho tiempo y esa es también una situación en la que se tiene relación con otros, pero es una posición en la que de algún modo se está completamente solo. Solo ante los demás. Así que, en efecto, debe ser que la soledad está inscrita en mi en todas sus formas.

¿En qué se relacionarían la soledad del analista: solo frente a su analizante; y la soledad del escritor: solo frente a la hoja en blanco?

No sé si se puede, en el caso del psicoanalista, hablar exactamente de soledad porque la soledad frente al paciente no es lo más importante. Con el paciente lo que es preciso es acoger su palabra. Lo que caracteriza la posición del analista es que él no dice nada y si no dice nada es para poder acoger mejor la palabra del otro. Es todo lo contrario de lo que ocurre en la relación humana ordinaria donde alguien habla y luego el otro dice: “¡ah, pues yo también!” o bien “yo tampoco”. En esos casos se corta en cierto modo la palabra del otro. En psicoanálisis también se corta la palabra del otro pero no de la misma forma. Por otra parte, para mí, la página en blanco o la escritura tienen una relación con el análisis. Cuando escribo estoy más bien en una posición de analizante y dejo que surja lo que se me ocurre. De alguna manera cuando escribo practico la asociación libre. Esto se nota bastante en mi último libro [¡Oh, soledad!] en el que doy libre curso a las asociaciones.

Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.
Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.

¿Qué diría que nos enseña Freud de la soledad originaria?

¿Freud habla en estos términos?. No sé si Freud decía esto. En cualquier caso quizá está relacionado con el término freudiano Hilflosigkeit. Un término, en efecto, vinculado con la experiencia originaria de lo que Lacan llamaba “sin recurso”. Lacan traducía el término alemán Hilflosigkeit con la expresión francesa estar sin recursos, es decir, no poder apelar al otro. Esto se traduce en francés también con el término détresse. Seria como una sensación de desamparo en el niño en el momento en el que la madre no responde a su llamada. El niño cuando es muy pequeño atraviesa esta experiencia y aquí tenemos, en efecto, una experiencia originaria de la soledad en el sentido de ser abandonado.

Lacan cita en uno de sus seminarios esta frase: “El inconsciente, es que en suma uno habla solo. Uno habla solo porque uno no dice jamás sino una sola y misma cosa – salvo si uno se abre a dialogar con un psicoanalista”. ¿Qué relación mantienen la soledad y el inconsciente?

Pues no sé muy bien porque pero no me acuerdo en absoluto de esta frase de Lacan. No me dice nada. Es cierto que uno dice siempre lo mismo. Es lo que se puede decir de lo que uno hace en el diván, hablar siempre alrededor de las mismas cosas. El trabajo del análisis es dar vueltas y rodearlas cada vez de más cerca con respecto a un punto. ¿Lo que diría Lacan entonces es que se está solo salvo que uno vaya a un analista? Lo encuentro un poco curioso. El análisis sería el único lugar donde uno no está solo, donde uno es escuchado. En todo caso sí es cierto que en un análisis uno es escuchado y en ese sentido no está solo.

Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.
Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.

Leyendo ¡Oh, soledad! pensé en el libro de Pierre Rey Una temporada con Lacan. Para mí ese relato es una suerte de paradoja. Cómo alguien que llega a la consulta de un analista, porque no puede continuar escribiendo, concluye publicando un libro sobre su análisis. ¿La soledad de la escritura tiene algo de liberador?

Una temporada con Lacan quizá sea el mejor libro de Pierre Rey. Para mí en todo caso, a diferencia de él, más que acabar mi análisis y escribir puedo decir que proseguí mi análisis a través de libros que he escrito. Interrumpí mi análisis en la realidad pero proseguí mi análisis a través de la escritura de modo que si eso es una liberación del psicoanálisis, ¡tardó mucho!. Quizá para mí esa liberación coincidiría más bien con el hecho de dejar de escribir, también.

Usted se analizó con Jacques Lacan. ¿Cómo era el Lacan analista?

En los comienzos de mi análisis con él lo que advertí es que las intervenciones de Lacan eran un poco como en el judo. Es como si él utilizara lo que uno decía para darle la vuelta y al mismo tiempo hacer que uno se separara de alguna posición en la que estaba anclado. Estuve en análisis con Lacan durante ocho años. Después de su muerte retomé un análisis con otro analista con quien también estuve mucho tiempo. Mucho tiempo después lo que me quedó es que el análisis con Lacan había sido el más importante. Para empezar fue un análisis terapéutico. Hubo un gran cambio terapéutico. Otra característica del análisis con Lacan es que es algo que te pone al desnudo y por otra parte eso se producía de una forma bastante dura. Era un poco como ser despellejado. Creo que hice un segundo análisis para recuperarme del primero, para darme cuenta luego que la verdadera función del análisis, su lado más decisivo, el filo de mi análisis había tenido lugar con Lacan.

Marcel Proust, Clarice Lispector, Salvador Espriu, Natsume Soseki… Todos ellos tienen en común que en su pasión por la lectura y la escritura la cama fue un lugar importante. En su libro usted escribe: “La cama puede ser el lugar a partir del cual se despliega la relación con el mundo”. ¿Por qué?

Digo esto quizás a partir de una mujer de la alta burguesía napolitana a quien conocí y tuve ocasión de visitar. Era la madre de una amiga, una escritora de libros de cocina, motivo por el cual era muy conocida y estaba vinculada con el mundo entero. La mujer no salía de su casa, no salía de su habitación. Tenía a su alrededor una especie de parapeto de mesas, estaba rodeada, con todas sus carpetas. A pesar de que en aquella época no había internet su relación con el mundo y con sus lectores partía de la correspondencia o del teléfono. Su relación con el mundo partía de ese lugar donde se encontraba. También cuando yo trabajo en la cama tengo el teléfono y ahora internet, es decir, estoy conectada con el mundo, en efecto, desde la cama. Esto es durante una parte del día, la otra parte estoy con mis pacientes, de modo que a pesar de todo salgo de mi cama para recibir a mis pacientes.

Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.
Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.

¿La cama no es únicamente un lugar de desconexión, pues?

En cierto modo es cierto que ahí uno puede recibir mensajes o tener conectada la televisión, aunque hace cuatro años que no veo la televisión, estoy separada de eso. En cualquier caso a lo que aspiro es ciertamente a no estar conectada. Cuando era joven tuve muchas dificultades para hacerme a la idea de lo que era trabajar. Me puse a trabajar muy tarde, no me refiero a los estudios, sino al trabajo remunerado, al hecho de tener un oficio. Finalmente tuve que encontrar algo hecho a medida para mí.

En su obra más que de una única soledad usted habla de soledades. La soledad es una estrategia paradójica: sirve para evitar el riesgo que implica el encuentro pero a la vez genera sufrimiento. ¿Estaría de acuerdo?

No tengo la impresión de que hable de eso en mi libro. Es cierto que sí habría una soledad para protegerse de la relación con los demás, eso existe. Pero hay una soledad que más bien está abierta. Esa es una soledad que está también abierta a la dimensión de la contemplación, a una relación con el mundo y por tanto incluye también la posibilidad del encuentro.

Pero la soledad tiene una dimensión también de sufrimiento. ¿No muestra una visión de la soledad demasiado romántica en su libro?

La soledad como sufrimiento existe pero no he destacado, precisamente, esta dimensión de la soledad que tiene más que ver con la soledad angustiante vinculada con el abandono. Lo que he querido mostrar en mi libro es que había soledades positivas que eran el suelo, la base, a partir de la cual se puede uno encontrar con el otro. En cierto modo es preciso haber asumido una soledad fundamental para poder encontrarse con los otros.

La soledad en nuestro tiempo contemporáneo parece casi un imposible. Vivimos una época en la que aparentemente estamos hiperconectados. Siempre hay alguien al otro lado. ¿De qué manera eso nos aleja cada vez más de nuestra subjetividad?

Sí, efectivamente, tratar de estar conectado en todo momento es un efecto de la angustia de la soledad. En mi opinión esto es muy nocivo precisamente porque te separa de una dimensión esencial de la vida que consiste en una relación contigo mismo en la soledad. Para mí, eso es algo fundamental.

“La elección de la soledad ha tenido siempre dos caras: la celda o el desierto”, escribe. ¿La soledad es una elección?

En la historia de la religión cristiana hay toda una cultura del aislamiento voluntario. Y este aislamiento voluntario ha adquirido dos formas. Por un lado adquirió la forma monástica, cada uno solo en su celda pero en una comunidad; y por otra parte adquirió la forma del anacoreta, es decir, el que se retira y que está solo en el desierto frente a un espacio grande. En este caso se trata de la relación de la soledad con el infinito. En relación a esto, en mi libro tomé dos ejemplos. Por un lado Roland Barthes que se situaría del lado del monje que aspiraba a un tipo de vida comunitaria de este tipo pero que nunca llegó a realizar aunque le hubiera gustado. Barthes pasaba una parte del día encerrado en su despacho, es la idea de la clausura. Luego está William Henry Hudson que por su parte no sería exactamente el anacoreta – porque el anacoreta está fijo en un punto del desierto- sino más bien una especie de errante. En su caso fue errante durante mucho tiempo, recorrió toda una parte de Argentina como un vagabundo pero lo que le gustaba era el desierto.

¡Entran ganas de viajar leyendo su libro!

¡Es verdad!

“La soledad más deliciosa y más apacible es aquélla en la que el otro está presente y no nos pide nada”. ¿Sería esta una soledad más relacionada con la confianza, la comodidad o la familiaridad?

Sí, esto es algo que Winnicott mostró muy bien. En relación con la presencia materna el niño al mismo tiempo tiene su espacio. Él habla mucho de los espacios transicionales. El niño tiene su propio espacio, su espacio de juego y al mismo tiempo permanece en el espacio materno. Esto tiene que ver con esa dimensión primitiva, se puede decir que es así como se construye la capacidad para estar solo, a partir de esta relación con la madre: cuando la madre está ocupada en otras cosas y te deja en paz.

¿Tiene algún libro a la vista?

Ahora leo. Estoy en un momento de lectura. Nunca sé cuando voy a escribir. Después de un libro nunca sé si voy a escribir algún otro. Así que no lo sé. Leyendo le doy vueltas a algo. Necesito espacio entre los libros que escribo.

Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.
Catherine Millot, psicoanalista y escritora. Entrevista realizada en el Institut Français de Barcelona. Fotos: Manuel J. Mora.

Fernando Colina, psiquiatra: “¿Luchar contra el estigma? El mayor estigma lo provoca la psiquiatría haciendo diagnósticos”

  • Publicado por Marta Berenguer. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.

Podríamos decir que Fernando Colina no es un psiquiatra al uso. Más bien es un alienista que tras años de clínica y de escucha atenta y respetuosa defiende el derecho radical a estar loco. En el primer capítulo de su libro ‘Sobre la locura’ ya podemos tomar las principales coordenadas de su posición ética y su singular manera de entender la psiquiatría. Colina defiende el arte de no intervenir “como una pericia contemplativa que proviene de la capacidad de estar en silencio, de no hacer nada, (…) sin que ello signifique estar cruzado de brazos sino comprometido profundamente en el esfuerzo”.  

‘Sobre la locura’ es uno de esos libros imposibles de leer lápiz en mano. Hay tantas frases que subrayar que es mejor no ensuciar el papel. Con una prosa impecable y una claridad meridiana el psiquiatra vallisoletano cose en su ensayo las relaciones que la locura mantiene con temas tan diversos como el secreto, la ternura, el amor o la inmortalidad. Quizá no serán esas las primeras palabras que vienen a la cabeza cuando se piensa en la llamada sinrazón. Es por eso que si algo consigue su libro es mostrarnos que es posible oponerse a las tendencias más conservadoras de la psiquiatría y arrancar de raíz muchos de los prejuicios que la ensombrecen. Desde La Casa de la Paraula hemos querido conversar con Fernando Colina sobre su última publicación y de otras ideas inspiradoras que relucen en su obra ensayística. 

¿Dónde ha aprendido usted a escribir así? ¿Así de bien, me refiero?

Para empezar yo creo que escribo mal porque no escribo natural sino forzándome mucho. Con el paso de los años he aprendido a corregirme. Ahora las frases me salen más limpias, menos rebuscadas, siempre y cuando tenga una frase corta. Para la frase larga soy bastante malo. Hay autores y escritores que escriben largo muy bonito. Para mí la escritura es algo que intento cuidar mucho. Me parece que si el contenido no está bien escrito no me sirve. En ‘Sobre la locura’ he hecho un esfuerzo especial porque como el libro era muy breve y conciso requería de cierta claridad. Como referencias he tomado la obra de Plutarco y también el Manifiesto Comunista del que siempre se ha dicho que su gran ineficacia, entre otras cosas, era porque estaba espléndidamente escrito, y es verdad. Pensé: como voy a escribir un panfleto voy a tomar ese modelo de tono (risas). Cuando escribo me gusta tomar como referencia algún autor. Si es frase muy corta Azorín, si es frase más rimbombante Ortega y Gasset, por ejemplo. Pero yo no soy un escritor natural. ¡Me cuesta muchísimo!. Escritor es el que escribe literatura.

¿Qué relación mantienen la escritura y la locura?

Realmente hay muchos enfermos que inmediatamente escriben. La escritura tiene muchas virtudes: una de ellas es la propiamente narrativa porque te ayuda a describir los hechos. Los psiquiatras muchas veces, siguiendo la línea lacaniana o la de Clérambault, interpretamos que lo que le ha pasado al loco es que se le ha interrumpido el lenguaje. Si tenemos en cuenta que el lenguaje es un instrumento lineal, discursivo, diacrónico, vemos que para un loco es muy difícil transmitir longitudinalmente las experiencias instantáneas que está teniendo. Esa transmisión no la hace verbalmente ya que le cuesta mucho hablar, sobre todo si hay otro. Muchas veces crea neologismos que son palabras escuetas. Estos se encuentran fuera de una sintaxis y de una frase pero el psicótico les da mucho significado y a lo mejor en esa palabra hay muchísimo contenido. El loco escribiendo consigue pasar el lenguaje a un medio más longitudinal, más cotidiano, más neurótico, más normal si se quiere.

Respecto a los neologismos José María Álvarez en el libro ‘Estudios sobre la psicosis’ comenta que se trata de palabras que sólo entiende quien las crea, no son palabras compartidas con otros locos.

Sí, se sobreentiende que lo que le ha pasado al psicótico es que se le ha roto el mundo del lenguaje. Su mundo no está revestido como el que tenemos nosotros en el que normalmente todo está envuelto en palabras. El loco, precisamente por esa ruptura, tiene que echar mano urgentemente a un mecanismo auxiliar. En la construcción y el encuentro de palabras nuevas, a las que da un significado muy distinto, personal y que no se puede transmitir, encuentra una ayuda un tanto artificial y un poco forzada. El problema del delirio es que para el psicótico es una herramienta muy buena pero no ayuda a hablar con él porque siempre es un lenguaje singular, propio. Por eso es importante intentar hablar con él procurando no interpretar el delirio, metiéndote un poco alrededor.

Fernando Colina, psiquiatra. Entrevista realizada en Casa Fuster. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Entrevista realizada en Casa Fuster. Autor de las fotografías: Albert Roig.

Usted es médico especialista en psiquiatría pero tiene entre sus referencias obras de la cultura, de la filosofía, del psicoanálisis. ¿Qué cree que enseña la cultura clásica al psicopatólogo actual?

Actualmente tener referencias diversas es algo muy raro debido a que probablemente se lea menos y la formación es muy distinta. Ahora la formación del psiquiatra es muy médica. Se viene con una carrera, se ha hecho el MIR, se tiene una especialidad y muchas veces muchos estudiantes acaban en psiquiatría un poco de rebote porque están más pendientes del sitio que quieren elegir que de la especialidad propiamente dicha. La búsqueda vocacional, si es que eso significa algo, se va perdiendo poco a poco. Hay poca gente que se presente al MIR ya con la idea específica de hacer psiquiatría y además con una corriente determinada en un sitio concreto. Existe algún caso pero no son la mayoría. En mi época, en cambio, la psiquiatría estaba dentro de la política, de la sociología, de la filosofía. Nosotros constituimos un grupo de psiquiatras con el que durante tres o cuatro años participamos en un seminario sobre Hegel con el filósofo Gómez Pin. Hoy eso sería completamente impensable. Y alguien se puede preguntar: ¿para qué sirve el pensamiento de Hegel, uno de los pensadores más abstractos y metafísicos, para el conocimiento de la psiquiatría? La lectura filosófica estaba permanentemente presente en la psiquiatría, eso era así hace tiempo atrás, pero ahora ha desaparecido. Siempre he tenido amigos muy cultos en el campo de la historia, de la filosofía, del psicoanálisis. Gracias a la conversación con ellos y a mis hábitos de lectura quizá podríamos decir que a lo mejor, globalmente, tengo un conocimiento superior a la media. O por lo menos puedo decir que ese conocimiento me permite saber un poco de qué están hablando los profesionales o los especialistas en campos de la filosofía o del lenguaje.

¿Para ser psicoanalista o psiquiatra uno debe aprender a divorciarse de la normalidad?

En ‘Sobre la locura’ comento que existen dos locuras. Los primeros terapeutas de psicóticos siempre dijeron que hay que ser inconsecuente con los enfermos psicóticos porque cuando deliran tienen una lógica que se basa un poco en estar haciendo saltos como hace el caballo. Supongamos que estás hablando con un loco que te está afirmando que él no está enfermo y que además es el director del centro, que tu no eres nada. Le dices: “Vamos a tomar la medicación que estás mal”. Y tu podrías pensar: “ahora me va a decir que no”.  Pero inmediatamente dice: “Sí, que estoy muy nervioso, vamos a tomarla”. ¿Cómo se entiende esta respuesta de aceptar tomarse la medicación si hace un momento te acaba de decir que él no está enfermo, que él es el médico? Esa manera de plantear la cuestión sería una tentación para hacerle ver su contradicción pero es absurdo querer entrar por ahí porque precisamente él necesita esa contradicción mucho más aguda que la nuestra para mantenerse en un relativo equilibrio. Por eso comento en el libro que a su vez tienes tu que “enloquecer”, volverte un poco ilógico para no intervenir de entrada. La primera tentación ante un loco es interpretarle y hacerle ver que es inconsecuente pero ese no es el camino. En esos casos hay que dejarle hablar y acostumbrarse a hacer saltos de este tipo.

¿Ardua tarea esa?

No, cuando has pasado mucho tiempo con ellos y has hablado con muchos sale natural. De la misma manera que si te voy conociendo a ti iré entreviendo aspectos y vivencias tuyas, temas que te gustan o no te gustan. Con el paso del tiempo seré mucho más ágil en tratar de molestarte -si lo que quiero es molestarte- o de agradarte si lo que quiero es eso. Con los enfermos vas viendo que pasa una cosa parecida. De repente ves que hay lugares donde no puedes entrar. A partir de ahí, según vas conociendo a cada uno, ves que es distinto, vas metiendo menos la pata y por tanto el contacto se vuelve más natural. Quizá sea un contacto que no lleve a un gran discurso pero cuando un enfermo muy grave se te acerca y te dice: “¡Oye Colina!”, es que ya ha habido un contacto. Hay que tener en cuenta que los psicóticos te están observando y midiendo todo el tiempo para comprobar que su proximidad a ti no es hiriente ni agresiva. La dificultad es que muchas veces no sabes como es esa intimidad singular de cada uno y vas a ciegas.

Marta Berenguer y Fernando Colina
Fernando Colina, psiquiatra. Entrevista realizada en Casa Fuster. Autor de las fotografías: Albert Roig.

En ‘Sobre la locura’ habla de este tema en el capítulo ‘Sobre la distancia’. Me vino a la memoria el dilema del erizo de Schopenhauer. ¿Cuál es la distancia adecuada en la relación terapéutica con los psicóticos?

Eso nunca se sabe pero es un problema. En el libro empiezo este capítulo con una imagen un poco taurina. Los taurinos, los buenos toreros que se sienten artistas, saben que para lidiar un toro cada animal tiene su distancia. Lo primero que hacen entonces es medirle, recogerle, hacer unos pases, tomar un conocimiento de cómo embiste y por donde. Qué terrenos y territorios de la plaza le gustan más para tratar de llevarlos a ellos. A algunos toros hay que torearlos de cerca y a otros de lejos. Ese es un buen torero lidiador, no un pega pases. Creo que la metáfora taurina vale un poco también para los enfermos pero en general para la vida, donde nos pasa algo parecido. Con los enfermos también tienes que ir mirando y midiendo. Hay locos a los que te puedes acercar mucho físicamente y otros con los que conviene mantener una distancia, cosa que va variando también dependiendo de los momentos. Cuando te cruzas con un psicótico en el pasillo que se encuentra en un cuadro agudo ya sabes que en algunas ocasiones hay que dar un paso y dejar un poco de espacio porque sino se puede sentir muy violento. A otros no pasa nada por darles una palmada en la espalda pero siempre hay que tener cuidado. A veces un gesto que se da con amabilidad, cordialidad y simpatía se puede interpretar de maneras muy distintas por un loco. Esta sería la distancia física pero existe también la distancia interior que todavía es más complicada porque ahí se juntan dos cosas: una es el grado de interés que tu estás teniendo, otra tiene más que ver con el deseo. El enfermo nota mucho tu interés y ese matiz de la distancia. Esa es una distancia más bien intelectual o de pensamiento, más de empatía o de contacto y luego sobre esa se dibuja otra que es la del deseo: ¿cuánto te quiero yo a ti? Ahí podríamos hablar de varias medidas desde la que nace de ese interés que tienes ante esa persona para ayudarle, del que además te cae bien, del que además es atractivo, del que además te puedes identificar por alguna cosa. Los locos saben captar muy bien todos esos matices. El encuentro con un loco es muy al descubierto por eso cuando escuchas un enfermo, en cierto modo, acabas buscando lugares de identificación y de captación. Sin decir nada parece como que te descubres y te descubren. Hay gente que te la puedes acercar mucho interiormente y otra no.

¿La posición hombre o mujer cómo se vive en el caso de una psicosis? ¿Qué papel tiene la feminidad en la locura?

El autor que mejor ha desarrollado este tema es Lacan. Los lacanianos dicen que en la psicosis hay un empuje a la mujer, como una búsqueda o un temor a una identificación femenina. En los psicóticos varones una idea que les pasa mucho por la cabeza es el sentimiento de homosexualidad o el insulto de que los han llamado homosexuales pero tiene más que ver con un problema de identidad. La diferencia sexual forma parte de la identidad de cada uno. En el caso del psicótico, como parece que esa identidad está rota, ese quiebre ocurre también en la identificación de cual es su elección sexual, suponiendo que eso sea obligatorio y no la bisexualidad. Todas esas teorías nacen antes de toda la nueva y complicada generación de múltiples identidades sexuales y toda la polémica entorno a la teoría queer.

El complejo de Edipo, por ejemplo, es una teoría que encaja muy bien en el hombre pero no tanto en la mujer. Todas estas teorizaciones encajan muy bien en el enfermo varón pero no tan bien en la mujer. ¿Cuál es el empuje a la mujer de la mujer? Eso ya es un poco distinto. Este tema se matiza también diciendo que en el delirio psicótico existe un goce permanente. Es por eso que muchas veces se dice que no sufren tanto como pensamos. El goce del loco, más que ser propio del principio de placer, más propio de los neuróticos, está siempre en una especie de omnipotencia. Ese es el otro goce sobre el que Lacan teoriza entorno al goce femenino.

Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.

En una entrevista usted dice: “Todos los malestares psicológicos pueden referirse, en última instancia, a dos ejes que englobarían la tristeza y la desconfianza, entendidas como categorías muy amplias”. ¿Qué quiere decir?

Hay dos maneras de entender todas las enfermedades y en general al hombre. O hacer muchas clasificaciones y buscar diferenciaciones y discontinuidades múltiples, como hace el DSM-IV, o buscar espectros o ejes. Cuando tu quieres entender a alguien teniendo en cuenta una profesión o una clasificación, y más todavía desde el punto de vista psicopatológico, hay que tener en cuenta primero la búsqueda de lo que tienen de común y lo que tienen de distinto. Sócrates lo cuenta muy bien en una frase que siempre cito del Fedro de Platón: “Si yo encuentro a alguien que busca la unidad y la multiplicidad le sigo como a un Dios”. El DSM-IV busca cantidad de multiplicidades y de discontinuidades, puede encontrar 400, pero no busca lo que tienen en común. Es más, cuando lo busca, como en el caso del trastorno bipolar, de repente encuentra trastornos bipolares por todas partes: desde que el paciente tiene una pequeña depresión a que tiene una psicosis maniaco-depresiva. En esa tipología de clasificación se ha buscado lo común pero no ha buscado lo distinto. Mi propuesta es que existen siempre dos ejes fundamentales: uno es la melancolía y el otro la paranoia; la tristeza se relaciona con el primer eje, la desconfianza con el segundo. Realmente todo el sufrimiento humano se puede recorrer a través de estos dos ejes. Después es evidente que se entrecruzan y hay que ir diferenciando. La desconfianza que tiene un paranoico es distinta de la desconfianza que tenemos nosotros en el trato cotidiano pero sin una desconfianza, un recelo, un secreto o una intimidad no eres persona ni sabes vivir. No puedes tener esa ingenuidad permanente ni puedes ser transparente continuamente para todo, entonces estás invadido. Esa desconfianza se hace máxima en un esquizofrénico o en un paranoico: el paranoico porque se cree que le persiguen y el esquizofrénico porque le quitan los pensamientos, le han puesto un aparato y le están imponiendo ideas ajenas. Con la tristeza hay una preocupación máxima, desde la tristeza de una depresión, la tristeza de una pérdida hasta la tristeza máxima de un melancólico. Pero luego se ve muchas veces que en el caso de un esquizofrénico por debajo hay una especie de melancolía profunda, hay un vacío, un desierto, no hay nada y aunque la manifestación de esa locura sea una manifestación muy irracional, muy delirante, en el fondo hay una soledad absoluta y plena como la que muestra cualquier otro melancólico. Quizá incluso más que otros melancólicos porque hay psicóticos maníaco depresivos que pueden llegar a tener una familia, unos hijos, una convivencia en sus fases buenas, mientras que el esquizofrénico no lo va a tener o no lo tiene casi nunca y si lo tiene es muy rudimentario. En mi propuesta de los dos ejes planteo que primero hay que ir a buscar lo que hay de común para después empezar a trazar diferencias.

Freud en una entrevista en 1926, ante una pregunta del periodista George Sylverster que le interroga sobre el interés de los americanos sobre el psicoanálisis, le suelta una frase que me parece muy lucida: “Creen comprender algo de psicoanálisis porque juegan con su argot”. ¿Esa sería una de las críticas que se le pueden hacer al psicoanálisis?

Creo que sí, sobre todo el de algunas ramas. Un problema del psicoanálisis actual es que las escuelas, algunas más que otras, se cierran mucho. Al cerrarse no admiten ningún tipo de disidencia y al no admitir eso no hay originalidad, hay que repetir sistemáticamente lo que orgánicamente les está permitido decir si no inmediatamente se los excluye como posibles rivales con cierta originalidad. Según te vas cerrando más el lenguaje se vuelve cada vez más complicado. Entender el lacanismo, en muchos casos, es prácticamente un ejercicio previo de lenguaje. Primero tienes que aprender a hablar en Lacan y luego puedes ver cómo se puede traducir eso en la vida cotidiana de la clínica. Se trata de un lenguaje muy enrevesado que muchas veces parece que en lugar de explicar cosas de la realidad de los enfermos se explican para sí mismos las distintas elaboraciones y diferenciaciones del lenguaje. Solo para ponernos de acuerdo en qué es la represión, la forclusión, la escisión o la supresión te puedes pasar las dos primeras horas y al final sólo estás hablando de terminología y no de cómo encuentras la represión en la clínica delante de una persona. De repente todo ese instrumento conceptual se convierte en el protagonista, absorbe la realidad y se convierte en algo muy endogámico, algo demasiado interno que agota el pensamiento. El propio Lacan fue una esponja de conocimientos de la cultura de la época, los absorbe de todos los lados, los engloba y formula su teoría a partir de saberes muy distintos. En cambio ahora entras en una escuela e intentas introducir conocimientos nuevos y te miran con cierto recelo como si estuvieras adulterando un conocimiento que tiene una pureza. Creo que estos son los males de las escuelas. También ayuda bien poco que la corriente psicoanalítica haya querido entrar en las instituciones como a enseñar. Un lenguaje tan complicado, sofisticado y tan ajeno a los hábitos del psiquiatra o del psicólogo de las instituciones, genera cierta distancia. El psiquiatra y el médico no se van a dejar enseñar así como así. A menudo se choca con la posición corporativa propia del médico que es quien cree tener el poder y la conversación con un psicoanalista dura dos días.

Fernando Colina
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.

En una entrevista que le hace su colega José María Álvarez usted destaca que alguien que se dedique al mundo de la psique humana, o se sitúa teniendo en cuenta el pensamiento de Freud o se decanta por la vía biologicista o cognitivo-conductual. ¿Es así de tajante?

Creo que sí. Pero lo es en todos los campos. También ocurre en el de la filosofía o en el de la sociología. Se detecta inmediatamente aquél lector que ha incorporado el lenguaje psicoanalítico, no que lo utilice sino si ha leído o no a Freud, si ha incorporado su lenguaje en su sistema, si conoce todas las posibilidades del conocimiento de la persona y del sujeto que implica leer a Freud. Y no sólo en el ámbito psiquiátrico, también en el campo más epistemológico y del conocimiento. La psiquiatría, como siempre, está dividida en dos: una de sus ramas es más biológica, la otra es más hermenéutica, humanista o subjetiva. Una mira al cerebro y otra mira al sentido de las cosas y de la vida. Una mira la conducta y las neuronas y la otra mira al deseo y a la palabra para ver qué le pasa a la persona y lo que cuenta. A la segunda le interesa más lo biográfico que lo biológico.

Para marcar cómo se separan unos y otros la referencia freudiana es siempre muy útil. La psiquiatría biológica actual no es que desprecie a Freud, ¡es que directamente le hace desaparecer!. Cuando una corriente de conocimiento sencillamente ya ni le cita es algo muy sintomático. Ellos captan inmediatamente quien es el enemigo. El enemigo del trastorno bipolar y de los defensores del trastorno bipolar es que hay que leer ‘Duelo y Melancolía’ de Freud. Esas catorce páginas memorables sobre la tristeza humana y cómo entenderla no las conoce hoy en día casi ningún psiquiatra que termina sus estudios ni tan siquiera los tutores que le han enseñado. Sería absurdo pensar que un estudiante de filosofía no haya estudiado la obra de Platón, ¿verdad? Igual de absurdo es estar estudiando psiquiatría y no leer a Freud. ¿Cómo no vas a leer a Freud? Serás Freudiano, serás lo que quieras pero sino tienes esa herramienta mínima de cultura es como decir que no sabes quien es Kraepelin. Pues si estás estudiando psiquiatría y no sabes quien es Kraepelin eres un inculto o peor que un inculto: ¡tienes un desinterés máximo!

Freud es siempre el que marca la diferencia. Freud es un materialista, es un ateo y a la vez un científico que de repente descubre la subjetividad. Esta es la contradicción: siendo un materialista y científico, según está indagando descubre, precisamente, lo que más parece que se aparta de ese mundo. Foucault decía que el psicoanálisis está en un territorio intermedio entre las ciencias positivas y las ciencias humanas, es la articulación entre estos dos saberes. Este valor de articulación también serviría para responder a esto de que existe un valor de separación. Es con respecto a esto que te tienes que orientar. Si yo oigo a alguien que me viene hablando de cognitivismo de que es ecléctico y que hay una concepción global, bio psico sociológica de la enfermedad mental inmediatamente pienso: he aquí un biologicista o un cognitivo-conductual. No hay ninguna posición neutral ante esto. El que es neutral está en el campo del positivismo. No hay ninguna posibilidad de decir: tengo en cuenta todas las corrientes y las aúno. No, llega un momento en el que tienes que coger uno de los dos caminos. Después, claro está, en el camino que elijas hay muchísimas ramificaciones no tienes porque ser un dogmático ni ocultarte el otro camino pero está claro que ante eso uno tiene que tomar una inclinación u otra.

En su libro ‘Sobre la locura’ tiene un capítulo ‘Sobre la teoría’ en el que dice: “Conviene guiarse siempre por la convicción de que por mucho que sepamos de las psicosis sabremos muy poco sobre el psicótico que tenemos delante”. ¿Hace falta humildad para saber escuchar?

A un psicótico nunca lo acabas de entender. Por un lado hay que tener en cuenta el conocimiento, todas las teorizaciones y las comprensiones posibles, ver qué han pensado los demás sobre estas cuestiones. A partir de ahí es importante elegir un modelo propio para entender lo que te están diciendo. Sin un modelo, delante de un enfermo estás desnudo y no hay nada que hacer, siempre acabaras por un territorio extraño. Por otro lado, igual que en psicoanálisis se dice que tratas a tu psicoanalista como si tuviera un supuesto saber, delante de un psicótico hay que aceptar que no es el terapeuta el que encarna el supuesto saber sino que este lo tiene el loco y tienes que aceptar estar en una posición casi de enfermo, de analizante. El que sabe, aunque supuestamente ese saber se acompañe de una gran ignorancia porque está delirando, es el que tienes delante. Es él quien te va indicando y quien te dice: “¡no has entendido nada colega!”. Cuando te pregunta qué has entendido tienes que tener mucho cuidado antes de decirle: sí, lo he entendido. Cuando dices a un psicótico que lo has entendido es como si le dieras la puntilla. Lo cual no quiere decir que también le digas que no entiendes absolutamente nada sino que con cada persona tienes que tener un poco de cuidado y si te pregunta si le entiendes quizás antes de contestar que le entiendes perfectamente es mejor hacer una aproximación: me parece que te voy entendiendo; si sigues explicando un poco más a lo mejor lo completo un poco. Tienes que brindarle a él la posibilidad del saber. Luego puedes corregir, meter tus ideas y conducirle un poco hacia donde quieras, o devaluar un poco esa idea o hacerla compatible con otras pero no le puedes desautorizar en ese conocimiento. Al fin y al cabo tiene ese conocimiento porque él es quien te va guiando. Muchas veces se dice que con la psicosis maniaco-depresiva, la melancolía, la tristeza, se puede empatizar mejor porque todos hemos conocido o tenemos una experiencia de tristeza. A lo mejor te sorprende que una persona pueda llegar a ese extremo pero lo que te está diciendo lo englobas enseguida en una tristeza mayúscula. Cuando estás con una persona que de repente te dice que está oyendo voces y que le han puesto un aparato en la cabeza, en cambio, no tienes ninguna experiencia propia desde donde puedas partir para la comprensión de eso y hacer una comparación más simpática entre dos personas. En ese caso partes de nada y en ese partir de nada solo puedes tener el conocimiento anterior a ti de lo que leas y veas de lo que dice la gente y sobre todo de lo que te dice cada enfermo. Sus palabras son la mejor guía. Si en lugar de tomarle a él como guía se parte de una posición más autoritaria: “usted dice esto, yo soy el médico, le digo que esto es una alucinación y se tiene que tomar unas pastillas” pues ya vas mal. Allí estamos hablando de un poder frente a otro poder, un saber frente a otro saber y por tanto se ha roto la relación.

Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.

Freud definía la salud como “la capacidad de amar y trabajar”. ¿Cómo viven el amor los locos?

Mal. El problema es que el amor es una experiencia alejada de sus posibilidades. Retomando el tema de los ejes o una concepción más kleiniana, vamos a suponer, que de alguna forma todos estamos locos. Todos pasamos por una fase esquizoparanoide, de locura o de falta de identidad durante la infancia y progresivamente nos vamos haciendo neuróticos. El deseo empieza a funcionar dentro de la estructura neurótica: el deseo siempre es el deseo del otro. En la seducción, por ejemplo, yo busco que tú me desees, yo te deseo a ti, buscamos deseos comunes. Entramos en una rueda de un deseo tras otro que no termina nunca, nada más que con la muerte. Después de un deseo viene otro y de vez en cuando tienes desfallecimientos y estás triste, estás aburrido. Otras veces estás entusiasmado y te enamoras. Ese mundo de deseo está excluido de la psicosis. Un psicótico, pues, es una persona que en ese aspecto no tiene iniciativa, está inhibido, está arrinconado y no hace nada si no le dices nada.

¿Un loco no tiene deseo?

Si entendemos el deseo como deseo del otro, no. Claro está que tiene apetencias y deseos. Le pueden apetecer cantidad de cosas pero generalmente son apetencias inmediatas, con poca demora. Al deseo le pasa como al lenguaje: tiene que ser diacrónico. No puedes querer todas las cosas a la vez ni instantáneamente. En el caso de los locos es muy difícil que estén pensando en el mañana. Si quiere ir a una excursión, es como los niños, quiere ir ¡ya!. Su deseo tiene que ser de forma inmediata.

¿Entonces la concepción del tiempo, pasado, presente, futuro, cómo la viven?

De los locos se dice que viven en el instante, viven en una especie de presencia inmediata. Otros se quejan de que el tiempo se ha paralizado y se ha quedado detenido en un lugar. Lo que no hacen es hacer la diacronía de la que hablaba. Dentro de esa diacronía uno puede tener deseos materiales, sociales, intelectuales o de cualquier tipo pero el problema del psicótico es cuando alguien llega y le dice que le quiere. Ahí es donde fallan completamente porque la aproximación, el deseo del otro, no lo entienden, se convierte en un enigma y algo muy invasivo, muy paranoico. En ese aspecto se pueden volver muy desconfiados y atacar por eso se dice que hay que tener cuidado cuando le dices a un psicótico que le entiendes. Con las manifestaciones de afecto ocurre lo mismo, pueden ser muy mal interpretadas como acusaciones, como persecuciones o como intromisiones a su interioridad. Si tu ves a un esquizofrénico que viene cogido de la mano de su novio o de su novia y se están besando o teniendo manifestaciones de ternura algo no encaja. Un esquizofrénico por principio tiende a ser más bien una persona que tiende más a la soledad. Cuando tiene relaciones son muy distantes, muy raras de un equilibrio extraño y con personas muy particulares, claro.

¿Cómo afrontar el trabajo en el caso de un sujeto psicótico sin caer en una posición asistencialista o infantilizadora?

Ese es siempre el problema. Las unidades de rehabilitación funcionan generalmente bien porque les preparan bastantes actividades. La actividad para ellos es como una especie de precursor del deseo. Tener deseo de hacer algo, sean cosas materiales, mecánicas o de movimiento, ya es un paso adelante. El problema es que a veces a los locos se les tiene desde las ocho de la mañana haciendo cosas de una manera hasta estajanovista y exagerada. El loco también necesita períodos y ratos de soledad. En los lugares en los que esto se entiende bien también dan espacio y se les ofrecen esos lugares, rincones donde puedan estar su rato de soledad. Una soledad que, de alguna manera, necesitan para recomponerse y pensar en ellos mismos, sus manías, para desahogar sus impulsos verbales o lo que sea.

A veces en los manicomios un enfermo se retrae, se queda apartado en un rincón, inhibido, sin hacer absolutamente nada, como absorbido por su propio pensamiento. El siguiente paso sería el trabajo remunerado. El deseo necesita un premio pero aquí es donde la asistencia española y muchas otras fallan por múltiples razones. El tema del trabajo remunerado, más en un clima de paro como hay ahora, es muy difícil de plantear en las instituciones.

Por otro lado también existen sitios maravillosos donde de repente te demuestran que están todos los enfermos trabajando. Quizá sea un trabajo un poco rudimentario, un trabajo sencillo que tiene algo creativo que les entretiene, les hace tener un rendimiento y  sobre todo lo que es fundamental, una remuneración. Nosotros en Valladolid teníamos un centro ocupacional en el psiquiátrico. El día de la normalidad era el día que recibían la nómina. De repente, enfermos que no hablaban o tenían poco trato, estaban allí esperando que les pagaran. El día que no iban y se les descontaba ese dinero de la nómina, inmediatamente, planteaban un recurso verbal acerca de porque se les había descontado ese dinero esos días si su ausencia era porque había estado enfermo y no había podido ir. De repente te encontrabas en un mostrador a gente que normalmente no discute, no habla o se pone a parte, defendiendo lo suyo, su salario, como un obrero. Pero esos lugares donde ocurre eso casi no existen.

Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.

Dice usted en su libro ‘Melancolía y paranoia’: “La tristeza es el eco del deseo, su llanto, su sollozo”. ¿El deseo tiene algo de dolor?

Sí, siempre. ¿Estamos metidos en duelos continuos, no? Los lacanianos dicen que a la pérdida hay que convertirla en falta. Realmente, es una expresión que está muy bien, es muy gráfica. Estamos siempre perdiendo cosas, amigos, ideales, posibilidades, personas. Continuamente tenemos deseos insatisfechos. Si a esa pérdida no la conviertes en falta te quedas paralizado, triste. Es evidente que se necesita un tiempo para recuperar el deseo y tener otro. Pero otras veces te quedas morbosamente y patológicamente triste porque no consigues enlazar esa pérdida con otro deseo. En Duelo y melancolía Freud resuelve un duelo porque después de un tiempo de duelo digamos normal, fisiológico y natural, de repente dice: hay que matar al muerto, es decir, convertir la pérdida en falta. Pasado un tiempo alguien que ha perdido un ser querido poco a poco empieza a notar que le faltan otras cosas y empieza a buscar a otra persona. Si está buscando a otra persona es que ya ha convertido la pérdida en falta y el deseo vuelve a estar en marcha. El problema que hay ahora es que no se deja hacer el duelo de nada. La exigencia de la sociedad del deseo es que este tiene que ser siempre tan activo que no te deja tiempo para el aburrimiento o la decepción. Si tienes decepciones sobre las cosas resulta que eres un infeliz y entonces la sociedad te exige que eso no puede ser y que salgas a comprar inmediatamente. Eso obliga a que el deseo tenga una aceleración que no corresponde probablemente a la naturaleza del hombre. Antes si se te moría alguien tenías un periodo de luto, de luto obligatorio, te añadían incluso un ropaje negro para ayudarte a hacer el duelo. Evidentemente que eso también se puede interpretar desde el punto de vista social pero lo positivo que tenía es que esa persona no necesitaba demostrar que no tenía ganas de ir a una fiesta. A veces ese duelo era tan largo que todo el mundo estaba deseando que terminara porque ya no aguantaba más ir vestido de negro. Actualmente la gente va a una consulta y te dice que está muy triste y deprimida. Al final cuando se va a lo mejor te confiesa que se ha muerto su padre hace cuatro días y que ya lleva cuatro días así y que ¿cómo puede estar así?

¡Cuatro días y unos cuantos más!

¡Claro! Pero es que tiene que ser así. Hay que hacer un duelo elaborado. Ahora toda satisfacción se acompaña inmediatamente de un decaimiento porque hay que volver a poner en marcha de nuevo otro deseo. Los pensadores clásicos lo decían perfectamente. Aristóteles, por ejemplo, decía: después del coito todo animal está triste. ¡Lo sabían! Puede parecer una exageración pero ten cuidado porque cuando obtengas una satisfacción, de repente hasta que vuelvas a tener la siguiente, hasta que vuelvas a tener apetencia tienes un periodo como de desinterés, de apatía, de: ¿ya no me quieres? ¿ya no te atraigo?

Ahora esa tristeza natural está muy mal vista, en algunos casos se le llama depresión y quienes la sufren quieren un tratamiento inmediato. Existe una maldición gitana que dice: ¡Ojalá se cumplan todos tus deseos!. Es una frase que capta muy bien este tema, viene a decir que vas a ser un desgraciado porque te vas a quedar sin deseos. Si no se tienen deseos se pasa a una posición de melancolía, ya no tienes nada que desear, lo has conseguido todo. Ya no puedes transformar nada que vas a perder en una falta, ya no tienes falta. Si no tienes falta no tienes deseo.

¿Qué le ha pasado al psicótico? El psicótico es aquél que como no ha perdido esa pérdida, no la ha sentido nunca, no tiene nada que perder, no sabe qué hacer y está perdido en el mundo porque todas las experiencias amorosas, empezando por las originales, han sido un fracaso. No hay loco sin un problema mal planteado con su familia. Como eso no ha sido bien resuelto se lanza al mundo sin conseguir armar un deseo detrás de otro.

Como dicen en Radio Nikosia: las etiquetas son para la ropa. ¿Las etiquetas acaban por esconder la realidad?

Totalmente. Todas los psiquiatras se pasan el día diciendo que hay que luchar contra el estigma cuando el mayor estigma lo provoca la psiquiatría haciendo diagnósticos. Quizás sea imposible no hacer diagnósticos. Lo que sí que se puede intentar es no abusar de ellos. Para entendernos, el diagnóstico es sencillamente algo que entre profesionales nos sirve para poder hacer una valoración o para poder hablar entre nosotros pero no tiene mayores implicaciones. Este tema ha transformado la cultura y son los mismos pacientes y las familias las que te preguntan: “¿Qué es lo que tiene? ¡Dígame cuál es el diagnóstico!”. En estos casos hay que ir con cuidado porque si sales por peteneras y empiezas a decir que el diagnóstico es lo de menos, inmediatamente, puedes quedar calificado como un mal profesional. No porque te valoren más o menos sino porque pierden confianza y esto puede tener un efecto negativo. En esos casos te las tienes que valer: “mira, eso que le pasa se llama de esta manera pero tampoco hay que darle tanta importancia a esa etiqueta porque ese es el efecto del poder que a uno siempre lo han sancionado”. Toda la cultura anti psiquiátrica de Franco Basaglia habla de eso: tratar al enfermo más allá de la enfermedad. Me da lo mismo si existe o no un diagnóstico porque el mejor diagnóstico es el nombre y apellido de un DNI, es que este señor se llama Carlos Molero y tiene este problema. A partir de aquí voy a intentar entender qué es lo que le pasa y sobre todo voy a tratar de ayudarlo. ¿Qué necesita? ¿Tiene casa? ¿Tiene con quien vivir? ¿Necesita apoyo? ¿Cuándo se pone nervioso? ¿En estas circunstancias? Empeñarnos en definir qué es lo que tiene no es tan importante.

Cuando llevas mucho tiempo con un enfermo y te preguntan qué es lo que tiene, en el caso de un enfermo nuevo lo puedes decir rápido pero en el de un enfermo antiguo te quedas un poco parado. ¿Qué tiene Mauricio? Te puedo contar como es el amigo. ¡No! Pero ¿cómo le diagnosticarías? ¿Pero qué nos dice el diagnóstico de Mauricio? ¿Qué adelantas con que yo te diga que es un obsesivo? Le has puesto la etiqueta pero eso no te dice nada de Mauricio. De obsesivos hay millones. Cada uno tiene su manifestación. Eso se acaba transformando en largas discusiones en reuniones profesionales donde todo el mundo debate sobre si un paciente tiene esto o tiene lo otro. ¿Qué importa? Claro que importa dentro de un orden. No es lo mismo estar con un toxicómano que estar con una persona que tenga Alzheimer pero si ya nos movemos en un territorio en el que más o menos sabemos que se ha descartado que no tenga nada orgánico y que es un enfermo muy grave que pueda estar por un lado muy neurótico pero de pronto dice cosas muy locas ya nos entendemos. Yo hago el diagnóstico cuando me lo exige la burocracia institucional pero mientras tanto ya me despreocupo un poco de eso. Estoy más por entrever qué cosas más curiosas tiene este hombre y qué equilibrios ha hecho. De entrada procuro borrar la etiqueta. La gran marginación de los enfermos ahora es toda esta gran multitud de diagnósticos, infinitos y de nombres con los que se les quiere bautizar. De eso la psiquiatría no sabe prescindir es muy difícil porque hay que hacer una tarea de diagnóstico y, al mismo tiempo, otra de deconstrucción posterior. Esas labores de deconstrucción son muy complicadas porque la gente se tiene que legitimar, tener un rol en la sociedad y con eso te desenvuelves en un hospital general. Fíjate, te llaman en urgencias para que el que sabe hacer un diagnóstico me diga lo que tiene. Si no haces el diagnóstico no te vuelven a llamar e incluso te pueden decir que no estás trabajando adecuadamente. Es un sistema contra el que es muy difícil luchar. Al final lo importante es saber los males que generas aunque no los pueda remediar. Solo con saber que estás generando un mal con eso la posición ya cambia y tu actitud subjetiva también. Pero si ni siquiera admites que ese es el problema este no se modifica y se intensifica todavía más.

¿La Otra psiquiatría se orienta más en el trato con el loco que en su tratamiento?

Sí, el tratamiento empieza con el trato. Todos podemos estar de acuerdo que en un momento de alteración, de crisis, de descompensación en el que en ocasiones hay que hacer incluso un control físico de la persona, el trato sencillamente es respetuoso y lo menos opresivo posible. Pero a partir de ahí cualquier acercamiento a una persona se tiene que hacer antes con un trato que con un tratamiento. Esa idea de que un medicamento es eficaz según quien lo de y cómo ha desaparecido. Ahora estos temas vienen regulados: “esta dosis es la que es terapéutica, la otra dosis no. Además le voy a hacer un estudio de niveles plasmáticos para ver si ese nivel está…”. ¡Menuda tontería! Cuando alguien está enfermo quizás se pueden establecer criterios así, como es el caso de medir los niveles plasmáticos, pero para una esquizofrenia que le estoy dando medicación es absurdo porque dependerá de cual sea el efecto de la medicina y también de otros factores: cómo es el entorno, como se lo estás dando, etc.

Hablando de la Otra psiquiatría a finales de mayo organizaron una jornada muy interesante en Valladolid sobre La Maldad. ¿Porqué se tiende a relacionar la maldad o a alguien que mata o delinque sin ningún miramiento con alguien que no está en su sano juicio? ¿Qué relación tiene este pensamiento con la locura?

Porque esos son los prejuicios que existen. En los medios de comunicación aparecen noticias del tipo: “un rumano, o un palestino ha matado a tal persona no sé dónde”; nunca nos dicen: “un blanco, natural de Muntaner, ha matado a tal persona y es un capitalista”. No lo dicen así, ¿verdad?. Cuando en la prensa se habla de enfermos mentales lo que desconcierta a nivel social, a pesar que en realidad sean mucho menos violentos que la media, es que muchas veces no entiendes cual es la motivación de sus actos. Si un banquero te roba ya sabes qué es lo que busca, si alguien te asalta en la calle tienes claro que lo ha hecho para robarte. Pero cuando hay un asesinato del tipo psicótico o de una violencia propia de un psicótico lo que aparece en primer lugar es el desconcierto, eso inquieta mucho y entonces se generaliza inmediatamente a todos los casos. Sin embargo en el fondo la maldad no es un problema mental. La maldad está en la sociedad y en aquello que Hannah Arendt ya situó entorno a la banalidad del mal. En el caso de los enfermos, como ocurre con todas las personas en general, existen personas extraordinarias y también gente muy mala. Hay psicóticos que piensas: “menudo canalla”. Pero de la misma manera que puedes pensarlo entre terapeutas o entre médicos. Sin lugar a dudas la maldad no es algo específico del enfermo mental.

Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.
Fernando Colina, psiquiatra. Autor de las fotografías: Albert Roig.